Una renovación de un edificio puede ir más allá de un simple cambio de imagen. Desde su planteamiento inicial, aspira a cambiar la forma de trabajar de sus colaboradores, e incluso de relacionarse entre ellos. Reformar un edificio puede convertirse en parte protagonista del cambio cultural continuado que viven las compañías para amoldarse a los cambios y ayuda a la adaptación de las personas a los nuevos conceptos de trabajo colaborativo, de bienestar o de integración con el entorno.
Enagás es una de las empresas pioneras en interiorizar este nuevo modo de entender los cambios. A través del Proyecto Move de remodelación de su sede, ha buscado reflejar mejor sus valores a través de dos vertientes: una física, y otra cultural. Este cambio ha repercutido positivamente en su imagen interna, que de manera inevitable también se refleja en la externa.
“Move materializa el espíritu de adaptación al cambio de Enagás en los últimos años”, destaca el consejero delegado de Enagás Marcelino Oreja Arburúa. Explica además que “el objetivo era hacer de la sede un entorno de trabajo más dinámico y colaborativo, que permita mejorar la forma en la que nos relacionamos e impulsar el trabajo en equipo”.
Este proceso de cambio lleva consigo la búsqueda de nuevas formas de trabajar, “una colaboración que ha enriquecido los valores de la empresa”, asegura el consejero delegado de Enagás.
Desde el punto de vista cultural, el objetivo de Move era crear una empresa más horizontal, más transversal y con más canales de comunicación, que posicionara al trabajador como centro de la actividad. Para ello, la remodelación materializó todos estos conceptos con más espacios compartidos, zonas verdes y otros elementos que también propusieron los propios empleados a través de un proceso de deliberación interno.
Se habilitaron encuestas y un buzón de sugerencias con el objetivo de recabar opiniones e ideas acerca del proyecto y para adaptar los espacios a las necesidades de los usuarios. Se habilitaron mesas de trabajo circulares conceptualizadas como moléculas de gas, que por una parte permiten una mayor concentración y eficiencia, y por otra están conectadas unas con otras para facilitar al mismo tiempo una mayor interacción entre las personas.
Las encuestas realizadas también ayudaron a diseñar las salas de reuniones, contemplando salas multiusos para reuniones amplias y otras, bastante numerosas, ideadas para conversaciones de pocos participantes.
Además, se contrató a un grupo de expertos de arquitectura para elaborar un diseño que incluyera todos esos valores que se asocian con la compañía. “Crear una oficina que sólo sirviera para Enagás, un traje hecho a medida” es el aspecto fundamental que han tenido en cuenta los diseñadores y arquitectos, según sus propias palabras.
Desde el principio, Enagás quiso hacer partícipes del proyecto a todos sus profesionales. Se formó un equipo de 40 “embajadores”, que también sirvió para recoger las dudas y sugerencias de todos los empleados y les informó puntualmente sobre la marcha del proyecto.
El resultado ha sido una sede más innovadora, que fomenta la transversalidad y el trabajo en equipo. Las áreas de encuentro y colaboración, por ejemplo, han aumentado de un 6% de la superficie total del edificio a un 52% tras la remodelación. Estos espacios incluyen salas de reuniones también informales, algunas de ellas situadas en el jardín, una cafetería o un lugar específico para el emprendimiento y la innovación –Enagás Fab-.
El proyecto Move también ha supuesto un paso más en la transformación digital que está llevando a cabo Enagás. Su puesta en marcha se ha traducido en un mayor número de medios tecnológicos que facilitan la movilidad y hacen posible que, incluso, se pueda trasladar el lugar de trabajo al jardín. Con estas iniciativas Enagás se adapta a las tendencias más actuales para trabajar por el futuro y se sitúa como un referente en innovación.