El fallecimiento de Pedro Aunión en la noche del viernes en el Mad Cool Festival, celebrado en la Caja Mágica en Madrid, ha reabierto el debate sobre las condiciones laborales de los festivales de música. Aunión murió mientras hacía una performance en el aire, suspendido a 28 metros de altura en una jaula, al fallarle el arnés que le unía a la grúa que sujetaba el cuadro transparente. Miles de personas vieron cómo se caía al vacío; las pantallas del concierto retransmitieron su muerte en directo. Tras la caída el espectáculo continuó y sólo horas más tardes la organización hizo un comunicado.
La controversia sobre si el festival debería haber parado o hecho alguna comunicación al respecto se ha extendido a lo largo de todo el fin de semana. Algunos de los trabajadores decidieron no asistir a su puesto en la tercera jornada del evento -en la noche del sábado- lo que la empresa no vio con buenos ojos. De hecho, a través de la subcontrata que dirige a los empleados -quienes no tienen contrato- se dirigieron a ellos "para amenazarles" con no pagarles el sueldo de los días anteriores, según han contado a EL ESPAÑOL miembros del staff.
La "amenaza" de no pagarles las horas ya realizadas incluía el no abonarles el trabajo que muchos de los empleados realizaron hace dos semanas en el festival Download, de la misma empresa, que también se celebró en la Caja Mágica.
Las primeras explicaciones sobre qué falló en la actuación de Aunión -quien era un bailarín muy experimentado y había realizado este número en varias ocasiones- apuntan a que el cambio de cuerda que debía de hacer en mitad del espectáculo se frustró y el artista cayó sin tener tiempo para agarrarse, según cuenta el periódico El Mundo. Este diario relata cómo Aunión tenía en la cintura un arnés donde se podían enganchar dos cuerdas, una primera de menor tamaño que le valía para hacer los ejercicios dentro de la propia jaula y otra mayor para descolgarse de la misma y crear un efecto puenting, en el cambio entre una y otra se produjo la caída. Estas primeras hipótesis han de ser confirmadas por la Policía Municipal de Madrid, quien se está encargando de la investigación.
Ni agua ni comida en diez horas de trabajo
La indignación de los trabajadoras ha aumentado bajo esta premisa y muchos de ellos han comenzado a denunciar las "pésimas condiciones laborales" que tienen este tipo de eventos. Consigna que los sindicatos del gremio de los espectáculos y la música llevan años repitiendo.
El Mad Cool paga unos ocho euros la hora a sus trabajadores, hacen jornadas muy extensas -"puedes entrar a las dos de la tarde y salir a las dos de la mañana"- y al igual que todos los festivales optan por contratar a "chavalines, gente sin experiencia laboral" y se basan en el desconocimiento de sus derechos para "aprovecharse", explican las uniones de trabajadores.
"Pasas frío, calor, depende del encargado a veces no te dan ni agua ni comida", explica a este periódico una trabajadora que no ha ido a la última jornada en señal de protesta. "Esto depende del encargado, el último mío era muy majo y se portó muy bien, nos trajo agua por lo menos, cosa que el resto nada". Esta joven también trabajó en la edición del Mad Cool del año pasado y afirma que "no nos querían dar comida". Además, trabajó en el Download durante los días 22, 23 y 24 de julio donde, explica, fueron los propios empleados quienes tuvieron que comprar la bebida ya que la organización "no nos dio agua siquiera". En esas fechas la capital vivía una ola de calor con más de 35 grados.
En la primera jornada del festival donde murió Pedro Aunión, el jueves 6 de julio, a una de las camareras "le dio una descarga eléctrica por la lluvia porque su barra estaba llena de cables", explican trabajadores a este diario. Cuentan, además, que durante las largas jornadas "no se hacen descansos" y tampoco "hay sillas para sentarse.
"El precio de tu abono no vale una vida"
Como "homenaje a Aunión" y como "denuncia de que las muertes de cualquier trabajador mientras desarrolla su actividad son inaceptables", varios sindicatos organizaron una concentración en las puertas de la Caja Mágica el sábado por la tarde. Miembros de la CNT, el Sindicato de Músicos y de la Unión de Actores y Actrices, así como una treintena de personas se manifestaron para expresar su repulsa.
Al grito de consignas como "El precio de tu abono no vale una vida", "Un muerto en el concierto y no le importa a nadie" o "Accidente laboral, terrorismo patronal", se concentraron mientras miles de personas accedían al recinto. Una imagen que, afirman, demuestra "la deshumanización de la sociedad en la que estamos viviendo", explicó la Unión. Para la CNT "es inaceptable que ante la gravedad de lo acontecido, proyectado en pantalla gigante al público, no se haya suspendido inmediatamente [el evento]. Mirar para otro lado y esconder lo ocurrido bajo la alfombra representa lo más cruel, lo más incivilizado y lo más alienante que esta sociedad puede albergar".
Estos grupos recuerdan que "los abusos en los festivales se denuncian año tras año sin que se tome medida alguna. Es necesaria una auténtica revisión de las condiciones de trabajo y seguridad de todos los festivales, las autoridades laborales deben ser consecuentes". Además, incidieron en el hecho de que "de enero a abril de 2017 se han registrado 158.736 accidentes de trabajo de los cuales 169 han resultado mortales. En el año 2016 se produjeron 496 muertes, según fuentes del Ministerio de Empleo" y estos colectivos consideran que es "inapeable". Asimismo exigen que "se esclarezca lo ocurrido" y se tomen medidas al respecto.
La concentración recordó el fallecimiento de un trabajador el pasado cinco de julio, después de una semana en muerte cerebral, en Valencia. El fallecido trabajaba en el montaje de las gradas del Festival de Viveros y cayó desde al menos dos metros de altura. Además, muchos de los presentes en la manifestación quisieron acordarse de David Martínez, un chico de 22 años que murió en 2006 mientras desmontaba el escenario del concierto por el 40 aniversario de la emisora 40 principales. El joven murió porque la organización no facilitó a los trabajadores casco de seguridad. El juicio tardó siete años en celebrarse. "Entonces gritábamos 'La precariedad mata', ahora parece que seguimos igual", explicó una manifestante.
¿El 'show' debe continuar?
Eran las 22:45 del sábado cuando el Mad Cool se paró. Los conciertos cesaron y los puestos de comida dejaron de servir pedidos. "Hacemos una pausa en memoria de Pedro", se justificaban los camareros.
En ese momento, en todos los altavoces de la Caja Mágica de Madrid se empezó a escuchar la canción Purple Rain, de Prince. Era el tema que sonaba justo 24 horas antes, en el instante en el que Pedro Aunión se mató.
Ese fue el tributo al artista fallecido el viernes en este festival. Cuando acabó la canción, tímidos aplausos y a seguir la fiesta. "Show must go on", que decía Freddy Mercury. El show debe continuar. No hubo boicot, como se proponía en las redes el día anterior. El recinto estaba lleno. Los puestos de fast food siguieron sirviendo comida. Kings of Leon arrancaron su concierto, abarrotado de gente. Y nadie volvió a acordarse del artista muerto durante el ejercicio de su trabajo.
Fue horrible pero nadie paró. Mientras las redes sociales vertebraban la indignación contra la organización y muchos pedían un boicot para el sábado, en el Festival siguieron el programa establecido y lanzaron fuegos artificiales.
"¿Qué iban a hacer? ¿Evacuar a 50.000 personas? Yo creo que hubiera sido más peligroso. Muchos íbamos borrachos. No sé cómo hubiera reaccionado yo, que no me enteré de nada hasta un par de horas después, si me hubiesen dicho que cancelaban Green Day", confiesa Silvia, una chica de Tarragona que compró el abono para tres días y que vio la caída en directo.
Sólo los grupos españoles tuvieron un recuerdo para el fallecido. Depedromy Fuel Fandango dedicaron sus respectivos conciertos al acróbata muerto. Los otros no. Kings of Leon sí que hicieron mención a que era el último concierto de su gira y pensaban emborracharse. Los galeses Manic Street Preachers explicaron que tenían muchas ganas de venir a Madrid porque su compatriota Gareth Bale lee habló muy bien de la ciudad. Pero ni una palabra sobre Pedro.
Tal y como estaba previsto, el recinto se llenó el sábado. La gente comentaba el suceso y mostraba sus móviles. "Yo los vi ensayar el día de antes y me pareció algo muy bonito. Lo grabé. No me imaginaba que eso podría salir mal", cuenta Paula, otra asistente a las tres jornadas, mostrando el vídeo de los ensayos.
Al lugar de la caída no se podía acceder. Había una valla, una ambulancia y un guardia de seguridad que no podía (ni quería) hacer declaraciones. Igual que el resto de trabajadores del festival. Ninguno quería hablar de lo sucedido.
Dentro, todo el mundo aplaudía la decisión de retomar la normalidad, aunque las quejas contra los organizadores eran constantes. Los asistentes se dividían entre los que creen que la organización no pudo hacer nada más, y los que se quejaban de la falta de información. "A ver, se ha matado un chico. Tienen pantallas y esas cosas para explicárselo a los espectadores. Los que no estábamos cerca del accidente nos fuimos enterando por lo que decía la gente. Si se hubiese difundido cualquier rumor peligroso, en plan atentado o parecido, se podía haber liado", protesta Luis, madrileño que ha ido las tres noches al festival.
Respecto a las medidas tomadas, la organización lamentó lo sucedido, contó que no informaron de más detalles por prescripción policial, y mantuvieron la agenda programada.
Pero nada más. Todos los conciertos se llenaron y la organización no fue más allá de pinchar el Purple Rain que sonaba cuando se mató Pedro, a las 22:45. A las 22:48, el show continuó.