Hace 25 años las ventanillas del coche se subían todavía a mano y la música se escuchaba en casetes, que se amontonaban en la guantera. Hace 25 años las bicicletas eran para el verano en el pueblo, mientras que hoy se alquilan con motor en las ciudades, a las que han vuelto los tranvías, en cuyas paradas hay paneles electrónicos indicando el tiempo hasta el siguiente. No se puede hablar de una nueva revolución industrial en este cuarto de siglo, pues no han surgido nuevos medios de transporte de masas, pero los que había han evolucionado. Hoy son más cómodos, veloces, seguros, baratos y ecológicos, una carrera en la que el tren no ha perdido comba.
Este año se cumplen 25 de uno de sus grandes hitos en España, la aparición de la alta velocidad, con aquel AVE Madrid-Sevilla que naciese para descongestionar el tráfico de Despeñaperros y facilitar la llegada de turistas a la Expo. Ese año ‘los de la capital’ acudían a Nervión para visitar a Curro y los pabellones, una excusa para presumir después de haber montado en aquel nuevo avión sobre raíles. “¿Y cuándo se pone a 300 (km/h)?”, preguntaban ansiosos muchos pasajeros, que esperaban poco menos que saltar al hiperespacio como en la Guerra de las Galaxias.
El mayor avance del tren en España en este cuarto de siglo ha sido su democratización. La alta velocidad es hoy accesible al bolsillo medio, lejos del semi lujo que suponía coger aquel primer Ave, que costaba 6.000 pesetas y servía langosta en el bar. Las cifras no dejan lugar a dudas: en 1992 ‘solo’ 1.3 millones de viajeros utilizaron la alta velocidad (AVE y lanzaderas), por los 35.2 millones del año 2016. El dato acumulado de este cuarto de siglo asciende en 357 millones de viajeros de alta velocidad en España.
Clave en esa democratización ha resultado la ampliación de la red ferroviaria de alta velocidad, generalizando el uso del tren para trayectos nacionales de largo recorrido. En este cuarto de siglo se ha duplicado el número de viajeros de largo recorrido en España: de 15,7 millones en 1991 a 31,6 en 2016, superando ampliamente al avión en el mercado peninsular.
La alta velocidad llega hoy a 46 estaciones en 27 provincias, que cubren dos tercios de la población, una generalización en la que han resultado decisivos factores tecnológicos del modelo como los trenes con sistema de ancho de eje variable e intercambiadores de ancho en vía, que permiten combinar la red convencional con la alta velocidad.
En España la velocidad comercial media se sitúa en los 222 kilómetros hora, según datos de Adif, por encima de la de países punteros como Japón (218) o Francia (216). De hecho, la línea más popular, Madrid-Barcelona, presenta una velocidad media de 248 kilómetros hora en un viaje sin paradas.
Pero la evolución del tren en este cuarto de siglo ha sido mucho más profunda que la mera velocidad o las mejoras en los trenes y las vías. Se ha avanzado en todas las direcciones, entre otras la salud, con la prohibición de fumar en los vagones, que hoy nos parece incuestionable pero que no cristalizó hasta 2005, criticada por colectivos de fumadores, que la tacharon de “fundamentalismo”. Hasta entonces había vagones diferenciados para fumadores y para no fumadores. En el primer AVE el vagón 5 era de fumadores y debías cruzarlo de camino al bar, abriéndote paso entre una nube de humo.
La tecnología ha modificado enteramente la experiencia del viajero en estos 25 años, por ejemplo, en el concepto de entretenimiento. Apenas se ven ya partidas de naipes o de ajedrez en los vagones, que tienen wifi gratuito, enchufes en los asientos y pantallas de televisión con películas y documentales. Las cabinas de teléfono de los vagones del primer AVE han desaparecido, no solo de los trenes sino de las ciudades en general, quedando las supervivientes como una reliquia vintage.
Al borde de la jubilación se encuentran también los billetes físicos, de venta en agencias de viajes o ventanilla, sustituidos hoy por títulos electrónicos, que se compran por internet y se muestran al subir al tren en un código de barras a través de una aplicación móvil. Piénsenlo bien, hace un cuarto de siglo solo los yuppies disponían de teléfono móvil, en muchos casos de pega para darse importancia. Eran unos armatostes formato walkie-talkie, con muchos botones y una antena que desplegabas cuando te llamaban para coger mejor señal.
Definitivamente han sido 25 años de avances técnicos y democratización del tren en España, pero, en su esencia, sigue siendo lo mismo que entonces, uno se sienta un rato para viajar a otra ciudad y se queda embobado viendo pasar el paisaje. Nada ha cambiado en ese sentido, y es que algunas cosas sencillamente no se pueden mejorar.
'25 años a 300 kilómetros por hora: así ha evolucionado el tren en España' es un contenido elaborado con la colaboración de Renfe.