En abril de 2017 Raquel, Rosario, Eliana, Hilda, Susana, Beatriz y Valentina fueron asesinadas por sus parejas o exparejas. Durante este mismo mes, el Centro Reina Sofía realizó 1.247 entrevistas a jóvenes de entre 15 y 29 años sobre la violencia machista.
El resultado es demoledor: uno de cada cuatro jóvenes (27,4%) cree que la violencia machista es "una conducta normal en el seno de una pareja", mientras que uno de cada tres españoles jóvenes (31,5%) afirma que este tipo de situaciones "aumentan por culpa de la población inmigrante". Hay más: el 21,2% cree que es un tema "politizado" que se "exagera" y el 7% afirma que es "inevitable", según el Barómetro 2017 del ProyectoScopio del Centro Reina Sofía.
En España entre 2003 y 2016 fueron asesinadas 872 mujeres por el machismo. Tan sólo el año pasado hubo 143.000 denuncias de maltrato. Los datos -que recogen sólo una parte del problema- demuestran que lejos de descender, la violencia de género se mantiene: ¿qué hacemos mal?
La violencia de género, un problema de otros
Los expertos son muy contundentes: para la inmensa mayoría de la población la violencia machista no es un problema social. De hecho, según el último barómetro del CIS la violencia de género sólo preocupa al 0,2% de la población. Tampoco es un problema político: más allá del pacto de Estado contra la violencia de género los diferentes partidos no lo asumen como un problema fundamental.
Anna Sanmartín, subdirectora del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD, afirma que si "miramos la realidad con perspectiva comprobamos que hemos cambiado y mejorado en muchas cosas" en cuanto a la equidad de género. Pero, asegura, "también nos hemos despistado mucho y hemos dado por sentado que la gente joven viene de fábrica con un sentido de la igualdad superior que el de sus mayores". Para Sanmartín estos datos son "muy significativos y alarmantes" por la percepción de muchos jóvenes ante la violencia machista y porque no es "muy diferente a la que tienen los adultos; si les preguntásemos a ellos los estereotipos serían los mismos".
De este modo, revertir la violencia de género se encuentra con una doble dificultad: los adultos no identifican los roles ni las actitudes machistas por lo que la educación de los jóvenes no está basada en la igualdad, uno de los grandes focos de preocupación.
¿Qué hace el Estado?
Pero, ¿y los campañas y los programas promovidos por el Estado? "Hay programas muy buenos pero durante la crisis se han dejado de implementar porque había otras prioridades. Socialmente nos hemos relajado en una cuestión que es fundamental y nos afecta a todos", explica Sanmartín. Para Rubén Sánchez, psicólogo especialista en violencia de género, los esfuerzos políticos son "claramente insuficientes". Afirma que "los primeros recortes se produjeron en los departamentos de igualdad y de violencia de género" y que, además, "los servicios públicos han ido a peor: hay menos personal y están sobresaturados, lo que se traduce en una peor calidad de detección de los casos y en un riesgo enorme en la actuación".
La concepción del fenómeno desde los partidos y la propia Administración supone otra de las grandes problemáticas. "Falta presupuesto y esfuerzo político, pero también es necesario que el sistema judicial y el policial se pongan las pilas y se dé formación especializada. Vemos diariamente como los estereotipos de los que habla el Barómetro -que la violencia de género se exagera, que es normal...- se repiten en los jueces, en la policía, en los abogados y en los médicos. En estos profesionales hay una serie de valores que se tienen que cambiar para atender correctamente a las víctimas y para evitar que el problema se siga reproduciendo", afirma Sánchez.
Los expertos insisten en la necesidad de entender la violencia machista como un problema social en todos los ámbitos. El asesinato, es la última consecuencia. Antes vienen el control del móvil, de los amigos, de la ropa, el grito, el insulto, la bofetada... "En España hay un 87% de jóvenes que cree que la violencia de género es un problema social grave -explica Sanmartín- pero lo cree pensando sólo en las mujeres asesinadas que ven en el informativo".
¿Qué hace la Educación?
En 2015 el Centro Reina Sofía hizo un estudio donde se mostraba que el 80% de los adolescentes españoles conocían actos de violencia entre género en personas de su misma edad. Violencia que era fundamentalmente de control (revisión del móvil, con quién se puede hablar, dónde se puede ir...), pero que después los jóvenes no identifican como parte de la problemática de la violencia machista. "No percibimos los comportamientos más sutiles y ahí está el problema entre los más jóvenes; en educarlos en que eso no es normal", sentencia Sanmartín.
Para Sánchez vivimos "en un sistema donde ha fallado todo" y donde "hay que restaurar el eje de la Educación". "No basta con que los chavales den unas cuantas horas en secundaria sobre el tema porque la ley lo obliga. Tienen que estar desde la guardería hasta la Universidad trabajando la igualdad. Hay que crear un sistema mixto donde además de la acumulación de conocimiento se eduque en valores. Actualmente no se trabajan las relaciones de poder, ni la violencia en el amor romántico. Los jóvenes tampoco saben si las relaciones que tienen son sanas o tóxicas... Tenemos que transformar todo el sistema educativo para que contrarreste a las fábricas de estereotipos que son la televisión o los youtubers".
¿Y la televisión?
Este paradigma de determinados medios de entretenimiento no cambiará fácilmente, advierten los expertos, sino que tenderá a seguir reproduciendo conductas violentas: "Lo que hemos visto estos días en Gran Hermano es un ejemplo: ha sido impactante sucediera un presunto abuso sexual en el programa y que se expulsase a los dos participantes, penalizando a la víctima. Además de que se ha convertido en un espectáculo un presunto delito comentando en los platós quien era o no culpable...Ya estamos llegando a límites orwellianos".
El Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades (IMIO) ya ha denunciando la actitud de algunos realities, como el citado anteriormente, explicando que son "un caldo de cultivo para la violencia machista". En un comunicado delató el uso tan negativo "que supone, especialmente para la audiencia más joven, la reiteración de actitudes sexistas y comentarios denigrantes hacia las mujeres que son frecuentes en determinados programas de telerrealidad". "Es inadmisible que estos contextos puedan, en ocasiones, admitirse o alentarse en aras de incrementar los índices de audiencia", añadió el comunicado.
Por ello, para Sanmartín es importante "crear una responsabilidad social contra la violencia machista en todos los ámbitos" e instaurar una cultura de la igualdad presente tanto en la publicidad, en los medios de comunicación, en el entretenimiento y en nuestras propias casas. "Para acabar con la violencia machista necesitamos una sociedad que permita a las mujeres ser referentes en todos los ámbitos de la vida y que no tengamos la imagen de que sólo los hombres con traje y corbata tienen el poder", sentencia la especialista.