Cada invierno lo mismo, tengo la manía de coger un gripazo y lucir las amígdalas como melones de Villaconejos. Las cosas de una. Pero ahora ponerme mala se me ha puesto complicado: a la Sanidad madrileña no le gusta y le rechina que yo, sevillana, vaya con mi tarjetita blanca y verde a molestar a sus centros de salud con mis mocos.
El martes -tras varios días de agonía febril- me acerqué al Centro de Atención Sanitaria que me corresponde por zona, centro de Madrid, a dos pasos de la Gran Vía, es decir, en el cogollo de la capital de España. Una, que es de educación progresista, sabe que no se puede ir a Urgencias de los Hospitales por una vulgar amigdalitis: salud de proximidad. Pero la vida en la gran ciudad no es tan fácil para los provincianos de comunidades periféricas.
Según la Sanidad madrileña, como una es andaluza no puede ser atendida como un ciudadano más. Cada seis meses tengo que hacer cola para que me den un papelito de Desplazamiento Temporal, un papelito -de material reciclado, eso sí-que dura medio año. Es decir, que probablemente cada vez que un riojano, un murciano o un gallego que reside en Madrid se pone enfermo tiene que renovar el papelito. Por mucho tiempo que lleves viviendo en la ciudad. Esta complicación innecesaria se repite en toda España cada vez que vas a ver a un médico fuera de tu comunidad. El Estado de las Autonomías era esto.
O muerta o inmortal
Después de tener mi papelito le pregunté a la auxiliar como pude -ya que mi voz rota no podía combatir con los berridos de un niño que parecía poseído por el mismísimo Satanás- si podía verme un médico. "¿Ahora?", preguntó igual de sorprendida que si le hubiese pedido que me bailase un chotis. Con carita de niña buena le expliqué que llevaba varios días mala, que me dolía hasta el alma -en plan Rocío Jurado- y que necesitaba química farmacéutica.
La auxiliar, sin mirarme siquiera, me ofreció cita para seis días después. Tal y como estaba -esa misma mañana tuve que interrumpir una entrevista porque me ahogaba con mis propios mocos- le dije que en seis días o estaría muerta o sería inmortal. Así que, a regañadientes, me permitió que fuese al día siguiente fuera de hora para que el médico me viese de Urgencias. Algo que podía haber hecho en ese mismo momento, pero no pidan peras al olmo, ni caridad al funcionario.
Total, que 24 horas más tarde allí estaba yo, de nuevo, esperando a que alguien me atendiese. Durante ¡hora y media! estuve en una sala de espera con al abrigo puesto -nada de calefacción- y esperando a que por caridad alguien me atendiera. Dos paquetes de pañuelos más tarde me atreví a acercarme al mostrador: "Perdone, llevo un rato esperando, ¿cree que me podrá ver un médico?", pregunté.
Minuto y medio en la consulta
Mi sorpresa fue que a la espera se le añadió una regañina de otra amable auxiliar porque había ido al médico fuera de hora. Me pasa por ser obediente. La encantadora señora me ofreció cita para pasados tres días. Le dije, con toda la amabilidad que pude, que no pensaba moverme de allí y empecé a contarle mi situación. Pero llegó una conocida de la auxiliar y dejó de prestarme atención.
Total, que otro rato de desesperación mediante y ya sin pañuelos, me harté. Una no será madrileña, pero es sevillana y a buscarse hueco no le gana nadie -intenten pedir ustedes una manzanilla un martes de Feria-. Cuasi me colé en la consulta de un médico que hablaba como conduciendo por la M-30. Pero me arrepentí.
Al doctor le hizo mucha gracia mi procedencia, de modo que imitó mi acento durante el minuto y medio escaso que me tuvo en la consulta. Me sentó en la camilla y además de casi ahogarme con el palito de madera con el que pretendía verme la garganta comprobó que, como ya revelaba mi cara de Morticia, estaba enferma. Me recetó un antibiótico para cuando yo me viese peor las amígdalas -como ustedes comprenderán ni me veo por dentro ni soy médico- y con muchos olés me dijo que mi novio le añadiera un Ribera del Duero y un buen plato de jamón. Como si en Andalucía la gripe se nos curase con sevillanas y las mujeres no tuviéramos pasaporte.
Con AVE a por médicos andaluces
Y ea, suficiente. Gracias a Dios otro médico me atendió al salir, en el pasillo, con más paciencia, preguntándome cómo me encontraba y qué me pasaba. En la Sanidad pública hay buenísimos profesionales, aunque a veces los eclipsen los malos.
Llevo un año y medio en Madrid y esta es la segunda vez que me pasa. Cifuentes, si no quieres que me ponga mala regálame naranjas o págame al AVE para que me atiendan médicos andaluces.
El régimen autonómico no ha funcionado en la Sanidad española, aún siendo una de las mejores de Europa: sólo puedes tener derechos de ciudadano si resides en tu comunidad. Bueno, si eres de otro país, sí tienes el centro de salud abierto o las Urgencias a tu disposición..