En España es un clamor que la Educación es poco exigente, que no premia el esfuerzo, que está politizada, que las autonomías la utilizan para adoctrinar, que la autoridad del profesor está cada vez más cuestionada... Probablemente la educación sea uno de los temas en el que los políticos se ponen menos de acuerdo, buena prueba de ello es que en 35 años se han aprobado siete leyes educativas.
Pese al ruido hay quien quiere silencio para reflexionar. La Asociación Educación Abierta apuesta por Calmar la Educación, una iniciativa que se ha propuesto reflexionar sobre lo que ocurre en las aulas españolas para aportar soluciones a los problemas reales.
Esta plataforma ha reunido a un centenar de personas de todos los ámbitos relacionados con la Educación: profesores, alumnos, empresarios, representantes sindicales, familias... El resultado es un manifiesto de 95 propuestas para afrontar una reforma educativa global que prepare las aulas para la "sociedad del aprendizaje" en que vivimos.
Una Educación distinta para una sociedad distinta
El vicepresidente de la Asociación Educación Abierta, Carlos Magro, explica a EL ESPAÑOL que, si bien "el estado de la Educación es mucho mejor que hace 30 o 40 años" y "España está a la altura de sus países vecinos en esta materia", hay un "problema global" porque "la sociedad tiene necesidades distintas que nos exige formar a las personas de forma distinta".
En este sentido, Magro explica que hay una gran brecha entre las necesidades sociales y "lo que somos capaces de dar como sistema". De hecho, un 22% de las empresas en España han dejado puestos vacíos porque no encontraron el perfil de trabajador que buscaban, según un estudio de McKinsey.
Esto ocurre porque "tenemos sistemas educativos muy rígidos que no nos preparan para el mundo complejo, diverso y en continua incertidumbre en el que vivimos", explica Magro. Un mundo que, además, no sólo cambia por las innovaciones tecnológicas sino por el uso que le damos a las nuevas herramientas y cómo nos movemos en un ecosistema en continuo cambio.
¿Clases de una hora?
Según Magro, "la manera de evaluar los aprendizajes y de enseñar es de respuesta cerrada y la realidad es todo lo contrario, porque requiere de respuestas abiertas y planes de estudios muy extensos". Es decir, frente a un sistema que encierra a los alumnos para que memoricen conceptos de currículos con materias encajonadas, la sociedad demanda profesionales con capacidad no sólo de aplicar conceptos, sino de relacionarlos y saber "cómo, cuándo y con quién aplicarlos". De hecho, el 65% de los estudiantes españoles se dedicará a profesiones que todavía no existen, según la Fundación Universia. Por lo que el reto es mucho mayor.
El manifiesto Calmar la Educación explica cómo "en el siglo XXI la alfabetización es múltiple". "Los nuevos analfabetos habrán estado escolarizados, pero no sabrán diferenciar entre la verdad y el engaño, y vivirán bajo la amenaza de la exclusión", apunta.
Para el vicepresidente de la Asociación Educación Abierta aunque hay "muchos menos analfabetos que antes, en todos los sentidos" tenemos que tener en cuenta que "ahora la sociedad demanda más profundidad en el aprendizaje". "Durante muchos años el reto fue escolarizar a todo el mundo, pero ahora no nos basta con enseñar a leer y a escribir. La sociedad demanda que podamos formar asociaciones más complejas, más críticas, para así crear sociedades más justas y democráticas", añade.
Por ello desde la Asociación entienden que cabe hacer una reflexión acerca del sistema en su conjunto y acometer cambios que van desde redefinir los currículos, cambiar los tiempos -"quizá las clases de una hora no son la mejor opción para la concentración", explica Magro-, repensar los espacios de aprendizaje o "involucrar a los estudiantes en las decisiones del aprendizaje". El manifiesto también incide en la necesidad de incorporar la educación emocional en las escuelas porque "forma a ciudadanos con equilibrio" y porque "sin emoción no hay aprendizaje, las cosas que mejor recordamos son las que nos emocionaron", asegura Magro.