"Si es por trabajar a nadie le importa/ que salga de noche y en falda corta./ Pero si me arreglo para ir de fiesta,/ para ir de fiesta soy una golfa".
Y es verdad, a nadie le importa.
Así de claras son las niñas de Alcalá, quienes forman la comparsa Las Irrepetibles: doce mujeres y seis hombres -que tocan los instrumentos- que llevan seis años trabajando 365 días para cantar cada mes de enero en el Carnaval de Cádiz. Llevan tres seguidos plantándose en el escenario del Teatro Falla, donde se celebra el certamen.
Este año han saltado a primera plana con su pasodoble a la víctima del caso La Manada, una chica de 18 años presuntamente violada por cinco hombres en plenas Fiestas de San Fermín.
La directora de las niñas de Alcalá, Clara Rojas, explica a EL ESPAÑOL que la letra del pasodoble tiene un sentido especial para ellas: "Nos puede pasar a cualquiera de nosotras". Para Rojas la composición "es una forma de expresarnos, de decir que estamos en contra y que refleja la postura de las mujeres. Eso me puede pasar a mi, a ti, a todas. No que que salgas a la calle y te vayan a violar, que también, sino que te digan cualquier comentario porque les dé la gana, que te critiquen porque sí".
Rojas se refiere a la letra, que sigue: "Dos, me tomé dos copas después del cine,/ cena con amigos y luego fuimos a bailar,/ bailar y no paré de reírme./ No, no soy yo quien merece que me condenen,/ me encierren y me vigilen" y a cómo las mujeres se ven sometidas a un control continuo por parte de la sociedad de cómo visten, de cómo actúan -incluso después de que las agredan-. "Si tu sales a la calle o sales de fiesta vas a recibir muchas más criticas que un hombre, no sólo por cómo vas vestida o lo que haces, sino sólo por ser mujer", afirma la directora de la comparsa. "¿Por qué me tienen que vigilar a mi y no a un hombre?".
Según Rojas el hecho de que se haya juzgando a la víctima de La Manada por su modo de actuar en sanfermines y por cómo llevó una vida normal tras lo ocurrido -la defensa llegó a ponerle un detective para que la siguiera- hace que muchas mujeres "nos podamos sentir identificadas" con lo que sucedió. Y que muchos hombres también, explica, ya que, la letra la ha escrito un hombre.
Más carnaval y más mujeres
La comparsa que dirige Rojas proviene de Alcalá de Guadaíra (Sevilla), por lo que a su trayectoria en el carnaval de Cádiz se les suman dos hándicaps: ser sevillanas -a los gaditanos les ha costado aceptar la presencia de otras provincias en el Falla- y ser mujeres. La directora asegura que aunque el "papel de la mujer ya no están tan mal visto todavía hay impedimentos, como que se vean mejor las voces masculinas que las voces femeninas".
Pero las niñas de Alcalá están ganando batallas a golpe de éxito: sus letras han dado la vuelta a España y sus voces -de muy buena calidad y muy trabajadas- han dejado atónito al público. Por su parte, Rojas afirma que la presencia de las mujeres en el certamen es algo cada vez más habitual -"este año hay al menos 50 agrupaciones femeninas"- y que en poco tiempo se ha avanzado mucho camino. "También porque el carnaval cada vez le gusta a más gente".
En la agrupación hay mujeres con edades desde los 27 hasta los 33 años, todas trabajan, muchas son madres. Y aseguran que la conciliación no es fácil. Subirse al escenario del Falla conlleva muchas horas de producción, de preparación, de composición y de ensayos. "Las chicas que son madres tienen muchas dificultades para compaginar los ensayos, los hijos y el trabajo, pero no sólo le pasa a las madres. Todas tenemos muchas responsabilidades", explica Rojas.
Leer para vencer al miedo
Las niñas de Alcalá cantan además de a las mujeres a la cultura. Por ello su vestimenta -el tipo en lenguaje carnavalero- es una alegoría a la literatura. "Últimamente la sociedad lee poco y nuestra ropa es una forma de incitar a la gente a que lea. Como sociedad estamos cada vez más centrados en la tecnología y es bueno que nos culturicemos, que leamos más, porque sino la juventud va decayendo". Pero van más allá y critican la "censura canalla" de aquellos que pretenden acallar la libertad de los hombres y las mujeres e impedirles que viajen sin moverse de la cama. Y, sobre todo, que permiten dejar de tenerle miedo "al lobo que aquella noche te persiguió".
Pero además, le cantan al amor bien entendido mientras sacan orgullosas el mirlitón -el instrumento típico de las chirigotas- del canalillo y a cómo los buenos amantes "son los que mejor nos leen el pensamiento" pero también los que "mejor nos leen la cartilla" cuando hace falta. Juegos de palabras para reivindicar cómo la libertad de amor, de pensamiento, de expresión es el mejor seguro contra la intolerancia.