En el madrileño barrio de San Cristóbal de los Ángeles, las servilletas de nueve bares han empezado a hablar. No son servilletas corrientes. No dicen "gracias por venir" ni lucen eslóganes publicitarios. Su meta es combatir prejuicios con datos oficiales, como que los inmigrantes aportan al estado tres veces más de lo que gastan o una comparativa del número de detenciones anuales en varios distritos de la capital que rompe con el falso mito de que en las barriadas más humildes hay más delincuencia. Al final, el objetivo es reafirmar algo que todos deberíamos saber: que la alta diversidad cultural de un barrio no es algo que deba preocupar a los vecinos, sino más bien un punto fuerte del que sentirse orgullosos.
Esta campaña forma parte de la iniciativa Espacio Libre de Tópicos, que surgió hace dos años de la mano de varias entidades y vecinos de San Cristóbal, dentro del proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural (ICI) impulsado por la Obra Social "la Caixa" en colaboración con el Ayuntamiento de Madrid. Según cuenta uno de sus promotores y coordinador del Equipo ICI en el barrio desde la entidad Educación, Cultura y Sociedad, Manuel Basagoiti, el detonante fue escuchar "discursos de vecinos cargados de tópicos, como que los inmigrantes nos quitan el trabajo o que en el barrio hay mucha delincuencia". Para hacerles ver que, en realidad, este rincón de Madrid está muy lejos de ser como algunos dicen "un barrio sin ley", primero organizaron charlas que invitaban a los vecinos a conocerse y exposiciones temáticas que también derribaban falsos estereotipos. Ahora, la lucha contra estos tópicos ha saltado a los bares y el simple acto de tomar un café se ha convertido en una oportunidad para abrazar la diversidad.
"Convivir con otras culturas nos enseña otras formas de ver el mundo, otros valores y otras maneras de hacer de las que podemos aprender"
La meta que persiguen estas servilletas es, para Manuel, "generar reflexiones y conversación en un espacio tan natural para el debate como es el bar". Y escucharle decir que muchos vecinos piensan que la iniciativa ya está ayudando a mejorar la convivencia en el barrio y que algunos de los que antes tenían prejuicios ahora admiten públicamente cosas como que "los inmigrantes trabajan como los que más", hace evidente que ya están removiendo conciencias. En otras palabras, están consiguiendo que muchos vean esa mezcolanza de 76 nacionalidades que hay en San Cristóbal en positivo: como 76 oportunidades para convivir, aprender y compartir.
Manuel reconoce que no todos los vecinos están de acuerdo con sus mensajes, pero al mismo tiempo, asegura que si consigue que unos pocos se saquen de la cabeza la idea de que San Cristóbal "no es un buen lugar para vivir", todo el esfuerzo habrá merecido la pena. No solo para que vuelvan a amar el lugar donde se dieron su primer beso o enseñaron a sus hijos a andar, sino también para que se nutran de una riqueza cultural que puede hacerles mejores personas. "Convivir con otras culturas nos enseña otras formas de ver el mundo, otros valores y otras maneras de hacer de las que podemos aprender", dice Manuel. Para él, "la diversidad solo aporta beneficios: nos hace más tolerantes, empáticos y respetuosos".