Kirsten Kinch, una joven irlandesa, ha compartido en sus redes sociales uno de los momentos más tristes de su vida. Kinch decidió irse de viaje junto a toda su familia, y al no poder llevarse a su mascota, una husky siberiana, optó por dejarla en un hotel canino. Se marchó a Islandia tranquila confiando en una perrera especializada en estos casos, pero al regresar a casa se encontró a su fiel compañera muerta, envuelta con cinta adhesiva y dentro de una bolsa. La habían empaquetado.
En la carta donde explica los hechos, Kirsten cuenta cómo se la encontró empaquetada, detalla lo nerviosa que estaba los días previos por dejar a Nova con desconocidos. Era la primera vez que lo iba a hacer, pero no lo quedó más remedio de dejarla en P&E. Los hechos ocurrieron a finales del pasado año, pero ha sido ahora cuando su dueña se ha visto con fuerza para compartirlos.
Nova, que así se llamaba su mascota, tenía una infección en el colón cuando fue dejada en la guardería, pero estaba respondiendo bien al tratamiento médico. La dueña de la perra dejó constancia en el centro, por escrito y de forma verbal, de cómo debía ser tratada para que continuara con su recuperación: había que medicarla dos veces al día.
“El 31 de diciembre fui directa del aeropuerto a P&E a recoger a Nova. Llamé cuatro veces. Una vez allí nos dijeron que Nova había muerto, la habían encontrado esa mañana ensangrentada en su jaula. Nos quedamos impactados y devastados. Pregunté si le habían dado la medicación y me dijeron que sí”, cuenta Kinch en su carta.
Aunque, según relata la irlandesa, lo peor fue cómo le entregaron el cadáver de su perra: "Aplastaron a Nova en lo que solo puedo describir como una pelota dentro de una bolsa negra y cubierta con cinta adhesiva. No hubo cuidado ni empatía por cómo lo hicieron. Fue traumático y desgarrador verla así, un husky de 25 kg hecho una bola”.
Gracias a que la husky llevaba un microchip, pudieron identificarla. Aun así, su dueño, decidió llevar el cadáver embalado a un veterinario para que le realizaran una autopsia. Además, Kinch ha pedido en numerosas ocasiones más información a P&E, pero no ha obtenido respuesta aún.
La carta termina lamentando la muerte de su mascota y cargando duramente contra la perrera por no ser apta “para brindar los niveles de atención que anuncian” y confiesan el vacío imposible de llenar que les ha producido esta pérdida.