En España la despoblación es cada vez más acusada. Más de la mitad del territorio sólo concentra un 10% de la población y los habitantes del medio rural ven cómo los pueblos, sin políticas activas en marcha, se van vaciando año tras año. Ya no hay negocios o grandes industrias que empleen a la población local, así que el sector de los cuidados, especialmente la atención a los mayores, se está convirtiendo en uno de los mayores agentes de desarrollo de las zonas rurales junto a las actividades tradicionales como la agricultura, ganadería y otras del sector servicios, como el turismo.
En Soria, la provincia más despoblada del país con poco más de 88.000 habitantes en sus 10.000km², conocen de primera mano las trabas para sacar adelante los miles de pueblos de la ‘España vaciada’. Uno de ellos es Arcos de Jalón, cuya mayor fuente de riqueza es la residencia de mayores gestionada por Senior Servicios Integrales, empresa de Clece, filial de ACS.
“En las zonas rurales lo que hay son mayores, así que las residencias y los servicios de ayuda a domicilio permiten que siga habiendo población en esos pueblos y que la gente tenga una calidad de vida digna”, comenta José Manuel Millán, delegado de Servicios Sociales de Clece. En el caso de Castilla y León, las residencias de las zonas rurales son a menudo la principal, si no la única, industrial local.
Así, las residencias de mayores sirven para afianzar población en el pueblo, tanto por la gente que vive en la residencia como por los puestos de trabajo creados, además de lo que supone la actividad de estos centros para los proveedores locales. “Cumplimos un doble objetivo, porque atendemos a la gente que vive allí y además generamos empleo. En Arcos de Jalón somos un pilar fundamental porque sin la residencia 50 familias tendrían que irse a otro sitio”, señala Millán.
“Si nos remontamos a los años 70”, cuenta su alcalde, Jesús Ángel Peregrina Molina, “Arcos de Jalón llegó a tener 4.000 habitantes porque Renfe tenía en el pueblo unos grandes talleres que empleaban en torno a 500 personas, es decir, 500 familias viviendo del ferrocarril”. Esta industria, además de los puestos de trabajo, generaba ingresos en los comercios y otras industrias de la localidad, que podía gozar de cierto desahogo económico, hasta que el cierre de la línea ferroviaria llegó y la compañía trasladó los talleres a Madrid y Zaragoza dejando al pueblo sin su industria principal y también sin empleo. “En los años 80 fue un bajón descomunal, pasamos de 4.000 habitantes a la mitad y a partir de entonces hemos ido bajando hasta la cifra de 1.500”, recuerda el alcalde de Arcos.
En la actualidad, la residencia de mayores gestionada por Senior Servicios Integrales es el principal medio de trabajo para la gente de la zona, ya que emplea entre 50 y 54 personas durante todo el año. Mónica Gisbert Aguilar, directora de la residencia, explica que, a pesar de ser la empresa que más puestos de trabajo crea en la comarca, “ha llegado un punto en el que es difícil encontrar gente”, principalmente porque la falta de servicios como autobuses, trenes o internet, impiden que venga gente de fuera o que la gente del pueblo se quede.
Por suerte, en Arcos de Jalón todavía disfrutan de los servicios básicos que se van retirando de otras localidades: centro de salud, colegio, instituto, todo tipo de comercios, entidades bancarias… Desde el ayuntamiento buscan atraer empresas que sirvan de motor económico, pero para estas es difícil instalarse en el medio rural y mantener la actividad. En primer lugar, por la falta de población activa y, por otro lado, debido a la falta de apoyo por parte de las administraciones públicas.
Además de mostrar su apoyo a un negocio ya establecido como la residencia de mayores, desde la alcaldía de Arcos de Jalón siguen tratando de establecer nuevas empresas. “Nuestra labor es captar inversiones. Siempre estamos al pie del cañón para buscar empresas que se vengan aquí”, explica Peregrina, “ya hace 5 años que aprobamos una ordenanza de ayuda a los emprendedores para el fomento de empleo y, a mayores, hacemos bonificaciones en el impuesto de construcciones hasta el 95%. No tenemos muchos recursos, pero ponemos todo encima de la mesa para atraer empresas”.
La fiscalidad reducida es una de las medidas más aceptadas para captar negocios que mantengan la vida en los pueblos. Gisbert coincide en este punto y agrega que “los gobiernos: central, autonómico y local deberían apostar por la reducción e incluso exención de políticas fiscales para que las empresas se animaran a establecerse en el medio rural y generar empleo”, y añade: “Si te cuesta lo mismo montar una empresa en la ciudad que en un pueblo, ¿dónde crees que van a montarla?”
Los pueblos comienzan a reivindicarse para protestar contra la despoblación y el abandono de las zonas rurales. El 31 de marzo más de 50.000 personas procedentes de 23 provincias, encabezadas por las plataformas ‘Soria, ¡ya!’ y ‘Teruel Existe’, se manifestaron en la capital para trasladar sus peticiones a las grandes ciudades. Y aunque el movimiento de la ‘España vaciada’ tiene un papel clave para visibilizar el problema, desde los pueblos todavía ven lejos la posibilidad de que se les ofrezca una solución a sus demandas. Para Gisbert, que lleva 23 años viviendo en Arcos de Jalón, el problema viene de mucho antes, “ahora quieren que la gente retorne al pueblo, pero es que este pueblo ya tenía muchas cosas (industria, estación de tren y hasta una escuela de formación profesional) y nos las han quitado. Este pueblo ha sido vaciado”.