Una persona se quita la vida cada dos días en el País Vasco. O lo que es lo mismo, 180 vascos se suicidan al año. Este es el dato más llamativo de todos los que ha ofrecido el Observatorio de Salud de Euskadi durante la presentación de un plan con 57 medidas para prevenir este problema.
La cifra, aunque se sitúa muy próxima a la media nacional (7,67 personas por cada 100.000 habitantes), no deja de sorprender. Y podría ser mucho más alarmante si alguno de los 942 intentos de suicidio registrados por la Ertzaintza el pasado año hubiese tenido otro resultado.
El suicidio puede percibirse como una realidad recóndita, de casos aislados, pero está más presente de lo que se puede pensar. Según los datos del Observatorio, a un 3,1% de toda la población del País Vasco se le habría pasado por la cabeza en algún momento de su vida suicidarse. Si hablamos de pensamientos, las mujeres tienen más ideas suicidas que los hombres (3,3 % frente a un 2,8 %). Pero si hablamos de actos, la realidad se invierte. El 73,7 % de los suicidios en 2018 fueron de varones, superando significativamente a las mujeres fallecidas. Casi 3 de cada 4.
Solamente Cataluña, Galicia y la Comunidad Valenciana cuentan a día de hoy con una estrategia específica para tratar de evitar o prevenir un tipo de muerte que dobla a los fallecidos por accidentes de tráfico en España. Desde hoy, el País Vasco se suma a ellas.
La consejera de Salud del Gobierno Vasco, Nekane Murga, ha presentado este lunes en Vitoria el nuevo plan integral, que tiene un doble objetivo: la detección precoz de las conductas de riesgo suicida para actuar con celeridad y de forma coordinada y la visibilización social del suicidio, "derribando estigmas y tabúes", y cuidando a las personas supervivientes y a sus familias.
Entre ellas, destaca la elaboración de un mapa de suicidios que permita conocer el perfil de métodos empleados y las zonas de alto riesgo. Se pretende mediante este mapeo reforzar el control sobre elementos potencialmente letales como fármacos y armas de fuego, o fomentar medidas para reducir el consumo de alcohol.
También va a integrar en la historia clínica electrónica un "código de riesgo suicida" con el que identificar y seguir de forma más estrecha a los pacientes en riesgo de suicidio.
Se van a mejorar las herramientas ya existentes como teléfonos de ayuda a la infancia y adolescencia o de atención a mujeres víctimas de violencia machista, incorporando la perspectiva de la prevención del suicidio.
La sensibilización ciudadana será otro de los puntos clave del programa. Campañas periódicas de concienciación, la creación de un portal web de información o la difusión de una guía para los medios de comunicación serán piezas clave para visibilizar el problema, combatir tabúes y desarrollar una cultura de la prevención.