María Verónica Grossi trabaja como enfermera en un centro de salud de Belo Horizonte, una ciudad de Brasil. Allí vive con Jonathan, su hijo de 14 años. Y desde diciembre de 2018, también acoge en su casa a María Martins Ferrerira, su nueva hija de 59 años.

¿Cómo es esto posible? Mediante una adopción que tanto la enfermera como su 'hija' acordaron después de que María atravesase varios años de abandono, enfermedades y malos tratos.



Esta historia, que ha conmocionado a Brasil, comenzó hace 11 años. Según cuenta el diario Gazeta do Povo, Verónica acudió a Carangola, un municipio situado a 349 kilómetros de distancia, para tratar a los pacientes que no podían desplazarse hasta un centro de salud.



Allí conoció a doña María, quien vivía en aquel momento con su hija, su yerno, y un nieto. Casi como si de un flechazo se tratase, las dos mujeres se hicieron muy amigas. "Me encantó de inmediato porque era muy comunicativa y cariñosa", explicó Verónica al citado medio.



Al ver que la mujer mayor no se encontraba en buen estado de salud y que no tenía medios para acudir a sus revisiones médicas, la enfermera comenzó a visitarla periódicamente. Sin embargo, la decisión no fue bien recibida por la familia de la paciente.



"A ella (su hija) y a su esposo no les gustaban mis visitas, pero seguí yendo de todos modos, y aun más porque me di cuenta de que María tenía problemas de salud y no la estaban cuidando", relató Verónica.



La familia de María rechazó sus cuidados,y aunque Verónica trató de convencerles de que sería buena idea ingresarla en un centro médico especializado, hicieron caso omiso a sus consejos.



5 años más tarde



El contacto entre Verónica y María desapareció hasta que hace dos años, por coincidencias del destino, se convirtieron en vecinas. La alegre noticia pronto arrojó un jarro de agua fría sobre la enfermera, ya que la cercanía le permitió descubrir una desagradable realidad.



Después de no recibir noticias de su amiga durante varios días, Verónica decidió irrumpir en la vivienda de María; la encontró tendida en el suelo, con la presión arterial alta y con signos de desnutrición severa. "Estaba sucia y débil, pensé hasta que estuvo muerta cuando la vi. Pero llegamos a tiempo y la llevamos al hospital", relató Verónica. Al trasladarla al hospital, los médicos diagnosticaron a María un tumor canceroso, alojado en el pecho y en el corazón.



Al ver que la hija de María nunca acudía al hospital a interesarse por su madre, Verónica ofreció a María firmar un poder notarial que le permitiera hacerse responsable de la enferma de ese momento en adelante. Tras ello, María se mudó a vivir con Verónica y Jonathan, su nueva familia. Verónica, su madre adoptiva, la lleva periódicamente a sus revisiones médicas para controlar su cáncer.



María, por su parte, cortó toda relación con su familia, muy a su pesar. Ahora, se celebra en la ciudad brasileñas un juicio para que, de manera oficial, se inicie el proceso de adopción.

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