Más de 1,3 millones de personas en España están reconocidas como dependientes y al menos 1 millón recibe algún tipo de prestación. La Ley de Dependencia de 2006 establece tres niveles de dependencia y, en función de esta escala, concede una serie de ayudas económicas o asistenciales. Como parte de la ayuda asistencial se ofrecen plazas en centros especializados, pero también existen otro tipo de servicios, tal vez menos conocidos, como la ayuda a domicilio.
Se trata de una prestación destinada a la promoción de la autonomía de las personas dependientes en sus propios domicilios. Contempla servicios de atención personal (higiene y aseo), acompañamiento, tareas de hogar o peluquería. La mayoría de usuarios de ayuda a domicilio se encuentran entre los 71 y 80 años, aunque en realidad, la franja de edad es muy amplia, desde ancianos a “personas jóvenes con alguna enfermedad o discapacidad”, explica Verónica Borrego, coordinadora del Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) de Ceuta, gestionado por Clece, filial de ACS.
En la ciudad autónoma, con una población de unos 84.000 habitantes, son más de 2.800 las personas dependientes. Clece ofrece este servicio a 440 usuarios, lo que ha supuesto un aumento del 48% desde que inició su gestión en 2012. En total, en 2018, se dieron 14.464 horas de servicio de ayuda a domicilio, además de 130 horas de catering y 152 horas de servicios de peluquería.
Al tratarse de un servicio público, el número de horas que se deben prestar a cada usuario -en función de su grado de dependencia- es establecido por la institución correspondiente en cada Comunidad Autónoma. En el caso de Ceuta se encarga el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO). “Para el Grado I se suelen conceder 20 horas mensuales, para el Grado II son 45 horas y para el Grado III son 70 horas”, señala Borrego. En Ceuta, el 50% de los usuarios del SAD tienen reconocido el grado medio, seguidos de los dependientes de primer grado (31%) y, en menor medida, aquellos con el grado máximo (19%).
Desde la coordinación del SAD se realiza una labor de mediación entre la institución pública y las familias “para que nos trasladen sus necesidades y nosotros podamos adaptarlas al número de horas que les han sido concedidas”, continúa Gema González, también coordinadora del Servicio de Ayuda a Domicilio de Ceuta.
La ayuda a domicilio “es un respiro”
Para muchos usuarios este servicio es una auténtico salvavidas. María José Jiménez, de 55 años, fue diagnosticada con enfermedad de Parkinson a los 39 años. Lleva cuatro años con el SAD, pues “llegó un momento que ya necesitaba ayuda hasta para ducharme, no podía sola”, cuenta. Tiene reconocido un Grado II, sin embargo, el alcance del servicio a veces parece insuficiente. “Yo tengo una enfermedad que va a peor y que no se cura. Aunque no esté todavía en la cama, no puedo con mis manos y lo que quiero son más horas. Creo que lo mejor sería mirar otros baremos, según la enfermedad y circunstancias de cada uno”, pues en su caso, aunque cuenta con el apoyo de su marido e hijo, necesita ayuda a diario.
Así, el Servicio de Ayuda a Domicilio se muestra fundamental para muchas familias “que ven que no tienen recursos suficientes para atender a sus dependientes las 24 horas del día y, para ellos, este servicio es un respiro”, afirma Borrego. Pero el SAD tampoco se entendería sin la labor diaria que realizan los técnicos de ayuda a domicilio. Para Victoria López, que lleva más de 15 años trabajando como auxiliar, es “más que la ayuda de la limpieza en el hogar o la higiene, es la compañía. Les entretienes, hablamos, nos reímos y tienen ahí a una amiga diariamente”. También es un sentimiento compartido por los usuarios: “Son muy buenas personas, no solo vienen a hacer su trabajo y se van. Te hacen compañía, saben escucharte y, al final, con el trato que vas teniendo día a día, son muchos puntos los que os van uniendo”, relata María José Jiménez.
Un servicio con futuro
En los próximos años, es probable que el envejecimiento de la población aumente considerablemente el número de dependientes. Un informe del CSIC prevé que en 2050 los mayores de 65 años representarán el 30% de la población, mientras que los octogenarios llegarán a ser más de 4 millones. En este sentido, al SAD “sí le vemos futuro”, aseguran las coordinadoras del servicio en Ceuta, ya que “con este servicio se suele retrasar el ingreso en una residencia o centro de día y es muy importante para aquellas personas que quieren seguir manteniéndose en sus casas pero que, aunque tengan la ayuda de sus familiares, necesitan un servicio profesional”.
Sin embargo, como María José, muchas más familias trasladan una opinión recurrente: la administración concede un número de horas escaso en comparación con las necesidades reales de los dependientes. Con vistas a futuro, “ojalá el SAD se contemple como un servicio más amplio”, manifiesta Borrego, ya que, por la situación social y laboral que tenemos en España, las familias tienen muchas dificultades para conciliar “y tienen que contratar, casi a la fuerza, a personas externas donde no llega el SAD”, continúa. Se ha convertido en “un recurso esencial”.
“Yo apostaría que este servicio tiene mucho futuro”, coincide Victoria López, auxiliar. ¿La razón principal? La atención asistencial: “En las residencias no se da el mismo trato que les damos aquí. Es muy diferente porque allí son muchas personas y no tienen tiempo de estar como estamos nosotras varias horas con cada usuario”. Al fin y al cabo, es un cuidado mucho más cercano, en el que se forman relaciones muy íntimas, como si usuarios y sus cuidadores formaran parte de la misma familia.