Detrás de cada dato, de cada número o de cada curva que sube o baja, que se muestra cada día en los medios de comunicación. Están las lagrimas y el dolor de las familias por la muerte de un ser querido. Este pensamiento, no obstante, está muy presente en los que cada día luchan porque no aumente la cifra de muertes o de contagios de COVID-19. Y un ejemplo de ello han sido dos policías locales de Zaragoza.
El pasado jueves santo, dos agentes zaragozanos homenajearon, en presencia de cientos de vecinos que se agolpaban en sus ventanas o balcones, a aquellos precisamente que ya no podían estar asomados, aplaudiendo como cada día lo hacen los españoles a las 20.00 horas.
Primero quisieron agradecer los aplausos que a diario todos los zaragozanos dedican a quien lucha en el frente de batalla contra el virus. Acto seguido, pidieron un minuto de silencio a todos los que estaban escuchando desde sus casas. Y después, mientras sonaba el Ave María a través de los altavoces del coche policial, un agente depositó un ramo de flores en recuerdo de las víctimas.
El homenaje terminó con los dos policías fundiéndose en un abrazo, con lágrimas. Y los balcones de dicho barrio estallando en aplausos.