Alberto (26) aún no puede creerse lo que le ha ocurrido a él y a sus compañeros de piso, en Sidney (Australia), en menos de una semana. Y es que la vivienda, localizada en Bondi Beach, una zona de playas surferas, y sus inquilinos se han hecho famosos en todo el país, pero no precisamente por algo positivo. Más bien todo lo contrario.
Medios nacionales y locales han disparado hacia este grupo de jóvenes por haber celebrado supuestamente una fiesta multitudinaria y haber roto las normas de distanciamiento social que marca el COVID-19. Hecho que ha valido a estas cabeceras australianas para referirse a ellos como "una panda de imbéciles" o "mochileros", e incluso pedir su expulsión del país, destacando su origen europeo y especialmente español.
La realidad, según cuenta este madrileño en una entrevista con EL ESPAÑOL, es bien distinta. No hicieron ninguna macrofiesta, no han incumplido ninguna medida impuesta por el Gobierno, no son mochileros, ni mucho menos, imbéciles.
Todo empezó un martes. Eran las 21.00 horas, cuando Alberto llegaba a casa tras haber trabajado todo el día. Al entrar en el edificio, la vecina del quinto, quien frecuentaba normalmente el apartamento de este joven, le dijo que se marchaba del bloque y le comentó si podía organizar una pequeña barbacoa esa misma noche en su terraza, en la primera planta. Es decir, una cena entre inquilinos del primer y quinto piso, que normalmente suelen convivir juntos.
"¡Extranjeros de mierda!"
Este madrileño, no obstante, le preguntó a sus nueve compañeros de piso, la mayoría de ellos españoles, si podían hacer dicha barbacoa. A lo que accedieron sin problema.
Así, este grupo de vecinos y amigos, sin más ruido que el que podían hacer sus propias voces y el de la parrilla, comenzaron a disfrutar de la velada en su terraza. Tranquilidad, sin embargo, que duraría apenas unos instantes. De pronto, cuando Alberto salía del interior del salón hacia la terraza, vio a un vecino al otro lado de la valla grabando la escena. ¿Qué hace? Se preguntó a sí mismo.
Al instante, desapareció y no le quiso dar más importancia. Pero regresó y, en esta ocasión, fuera de sí. "Volvió gritando, engorilado, había invadido nuestra propiedad y estaba pegando golpes a toda la barra de madera", cuenta el joven a este diario. "¿Qué estáis haciendo? ¡Extranjeros de mierda! ¡No tenéis conciencia!", les abroncaba el residente.
La tensión fue a más cuando uno de los asistentes salió a defender a este grupo de jóvenes. "Hubo un enfrentamiento entre los dos y nos amenazó con llamar a la Policía, pero nosotros no habíamos hecho nada, ni siquiera teníamos música. Aún así, tras la discusión, los vecinos se fueron para arriba y nosotros nos quedamos en la terraza", explica Alberto.
Les habían grabado
Sin embargo, a los pocos minutos, los agentes se presentaron en la casa de estos jóvenes y les preguntaron por lo ocurrido. "Todo fue muy calmado. Les explicamos que habíamos hecho una barbacoa con unos vecinos de arriba. Y que otro vecino, al poco, nos había increpado. Nos dijeron que no se podían hacer reuniones, pero les dijimos que vivíamos todos juntos. Nos preguntaron si habíamos viajado hace poco, les dijimos que no y no nos dijeron nada más respecto a eso; pero nos comentaron que si volvíamos a hacer ruido, nos pondrían una multa a cada uno de 1.000 euros", apunta este madrileño.
Tras la bronca y la visita de la Policía, los inquilinos del primero volvieron a la terraza, terminaron de cenar y se fueron al interior. Pero el asunto no había terminado. Sin que ellos se percatasen, dos cámaras colocadas en la terraza habían estado grabando a los jóvenes durante algo más de veinte minutos.
"Al día siguiente, mi terraza estaba en las noticias de todo el país. Nuestra casa, nuestras caras, algunos medios ni siquiera se han molestado en pixelarlas. La verdad es que lo hemos pasado un poco mal", confiesa este joven.
Lo cierto es que lo más preocupante no solo eran los vídeos o las imágenes, en las que los medios incluso llegan a enumerarles para dejar constancia de que lo que celebraban era una fiesta y no una simple cena. Sino los insultos hacia los jóvenes y las declaraciones xenófobas de algunos residentes, en las que culpan a los españoles de haber propagado el COVID-19 por el país.
"No somos mochileros"
"Manada de imbéciles"; "Enviarlos empaquetados a su país" o "Mochileros españoles son grabados en una fiesta, ignorando el distanciamiento social porque su país está devastado por COVID-19". Son algunos de los titulares que la prensa australiana dedicó a los jóvenes al día siguiente de haber sido grabados sin su consentimiento. "El argumento de las noticias ha sido, básicamente, que los extranjeros hemos traído el coronavirus. Que hacemos fiestas y orgías romanas. Cuando, en realidad, estábamos en nuestra casa, con nuestros compañeros de piso", critica.
Tampoco les han llamado para preguntarles por lo que realmente sucedió. "Han contado todo lo que han querido, no ha venido ningún periodista aquí. Y hay que recalcar que no solo aquí vivimos españoles, también había alemanes y franceses. Tampoco somos mochileros porque todos estamos trabajando aquí y tenemos nuestros visados", explica este joven de 26 años.
A juicio de Alberto, los australianos culpan a los extranjeros del incremento de contagios en su zona, Bondi Beach, una de las más afectadas por el coronavirus en el país. Cuando son ellos "los que están volviendo a la isla de sus vacaciones y por eso han incrementado los contagios", detalla. En Australia, con 25 millones de habitantes, se han registrado por el momento 61 muertes y 6.300 contagios.
A pesar de todo, estos jóvenes quieren que esta polémica pase cuanto antes y puedan volver a la normalidad. No obstante, algunos han decidido tomar acciones legales contra su vecino y los medios que han difundido imágenes y vídeos sin su permiso.