Bares que hacen familia
Cervezas Alhambra, San Miguel, Mahou y Agua Solán de Cabras han hecho una aportación extraordinaria de producto a los negocios hosteleros para ayudarles a arrancar tras la crisis.
Está claro que los bares forman parte de la cultura y la tradición de nuestro país, cuyos barrios se vertebran en torno a locales que ya son algo más que un negocio. En España, los más de 315.000 establecimientos hosteleros (1 por cada 175 habitantes) tienen nombres y apellidos porque son lugares en los que se crea comunidad, donde los clientes de toda la vida, grupos de amigos, proveedores y marcas son ya como de la familia.
La declaración del estado de alarma a principios de marzo paralizó toda actividad comercial no esencial, de manera que, de un día para otro, la mayoría de bares y restaurantes tuvieron que cerrar sus puertas. Pero las familias se ayudan en los malos momentos y esta situación de crisis ha reunido a las cuatro marcas icónicas de Mahou San Miguel: Cervezas Alhambra, San Miguel, Mahou y Agua Solán de Cabras para hacer una aportación extraordinaria de producto a los negocios hosteleros de España de cara a la reapertura de los bares y restaurantes en las primeras fases de la desescalada.
Se trata de la iniciativa #SomosFamilia, por la que los hosteleros recibirán cerveza y agua que supondrá para ellos una facturación aproximada de 75 millones de euros y con la que estos establecimientos están pudiendo retomar su actividad con los menores costes después de varios meses con la facturación a cero.
“Nos unimos marcas y personaspor un bien común para ayudar a preservar los momentos de socialización que forman parte de nuestro estilo de vida”, reza el proyecto, que incide de nuevo en la idea de que en los bares y restaurantes se producen momentos de encuentro inolvidables para todos. Se trata de la unión de personas en los momentos difíciles: trabajadores de las compañías cerveceras, hosteleros y, finalmente, los consumidores.
El apoyo a la hostelería es un objetivo prioritario para estas cuatro marcas de cerveza y agua, que en estos momentos ya han redirigido todos sus recursos de 2020 al plan #SomosFamilia, dejando a un lado el 80% de la actividad prevista a principios de año.
“Es como volver a empezar de cero”
Ahora que la totalidad del país se encuentra en la denominada nueva normalidad, los bares empiezan a abrir sus puertas y a recuperar los meses perdidos. El empujón inicial para muchos locales está llegando de la mano de la iniciativa #SomosFamilia, que desde la entrada en vigor de la fase 1 ha empezado a distribuir barriles y cajas de cerveza y agua mineral.
Así vuelve también la normalidad para los repartidores del grupo cervecero, que vuelven a su rutina habitual después de muchas semanas sin reparto. Lo han emprendido con ganas Roberto Largo y José Puerto, quienes, después de casi dos décadas repartiendo en bares y restaurantes, conocen de primera mano el aprieto que ha supuesto para estos negocios, y las personas que dependen de ellos (1,7 millones de personas en España viven de la hostelería, según la Confederación Empresarial de Hostelería de España), el cese de la actividad.
El reparto, que antes se hacía dos o tres veces por semana, “en la situación en la que estamos se está haciendo prácticamente todos los días, por dar un impulso al cliente para volver a recuperar la normalidad”. Cuenta Roberto que después de hacer decenas de visitas al día y pasar entre 10 y 15 minutos en cada una, al final del día “me tiro más horas en los bares que en mi casa”.
De esto sale una relación muy estrecha con los hosteleros con los que trabajan casi a diario: “Ya no son clientes, son amigos. Son muchas horas, muchos días con ellos, muchos años y al final se crea un vínculo, es familia”. Es la mejor razón para arrimar el hombro e “intentar ayudar en todo lo que se pueda y dar un empujoncito los que estamos más cerca”. Tal como lo ven ellos, que tan de cerca han vivido el cierre y reapertura de los bares, ha sido, en muchos casos, “como volver a empezar de cero”, afirma Roberto.
“Económicamente ha sido un frenazo. De un día para otro tienes que parar una actividad que estabas realizando con un número de trabajadores”, explica Saúl Sanz, dueño del restaurante Treze en Madrid. En este local, que abrió en 2010, en plena recesión económica, saben lo que es remar hacia delante: “Éramos 12 compañeros trabajando, ahora vamos poco a poco recuperando a los chicos y volviendo a coger cierta normalidad”.
Aun así, el dueño de Treze reconoce que el ritmo es más lento que antes. “A diario está muy tranquilo, sobre todo las comidas, por el teletrabajo imagino, porque la gente todavía no está incorporada a las oficinas. Pero bueno, poco a poco iremos cogiendo ritmo y lo importante es volver”, concluye optimista.
Un impulso para salir adelante
En la fase 1 los bares podían volver a abrir sus puertas con ciertas restricciones: solo se podía consumir en terrazas, con aforo limitado y marcando la distancia de seguridad entre mesas. A partir de la fase 2, los locales podrían atender clientes también en el interior, con la mitad de su aforo y sin poder ocupar la barra.
Los que abrieron desde el primer momento no lo hicieron tampoco sin dificultad. La cervecería Re-Ba, en pie desde 1962, reabrió el día 8 de junio “pero con muchas limitaciones, porque nosotros lo teníamos sobre todo enfocado a la barra, entonces hemos tenido que reajustar el negocio y poner mesas y banquetas”, cuenta Juan José Remezal, dueño de este local.
En otro negocio familiar en pleno centro de Madrid, La Tierruca, que lleva abierta cuatro décadas y nueve años en su ubicación actual, trabajan el dueño y sus tres hijos. Una de ellos, Verónica Farias, cuenta que el cierre de su negocio "nos ha supuesto bastante económicamente, porque al trabajar la familia, nos hemos visto afectados todos".
Estos locales han recibido parte de la aportación extraordinaria de producto gracias a la iniciativa #SomosFamilia: barriles de cerveza y la sustitución de aquellos que se habían quedado sin abrir antes del estado de alarma. En el caso del bar Re-Ba, “también nos han ayudado con el mobiliario. Como nosotros hemos cambiado el modelo de negocio, necesitábamos mesas y banquetas y todo eso nos lo han dado ellos”, comenta el dueño.
El hostelero recalca que la ayuda que “hemos recibido por parte de Mahou ha sido maravillosa. Ellos también habrán sufrido la crisis igual que nosotros al no poder servir a los bares, pero nos han ayudado de una manera increíble”. Un impulso que “nos ha venido fenomenal. Si no nos llegan a ayudar de esa manera todo iba a ser un gasto mucho más extra, estando como estaba la economía del bar después de tres meses cerrado”, finaliza Juan José Remezal. Los barriles de inicio han servido a cientos de locales “para arrancar de una manera más fácil sin tener que hacer un desembolso”, apunta Saúl Sanz, dueño de Treze.
Más que una ayuda, la aportación se traduce en “la confianza que Mahou tiene en los bares”, como sugiere Verónica Farias, pues después de años de estrecha colaboración existe un apego especial, casi familiar, y recíproco, entre las marcas que en una crisis como esta ofrecen su ayuda y los hosteleros que han trabajado por mantener sus negocios a flote.
Ambiente positivo en las terrazas
Los hosteleros todavía son prudentes a la hora de hacer previsiones sobre cómo irá el negocio en los próximos meses: “Yo soy del Atleti así que vamos partido a partido, servicio a servicio”, asevera Saúl Sanz, de Treze. Pero en general, tanto los hosteleros como los repartidores, clientes y marcas, contemplan optimistas el regreso a los bares.
Parece que la gente tenía ganas de volver a la calle. “Nosotros nos hemos sorprendido porque a la hora de abrir hemos visto que la gente quiere cañear, quiere picar, hay una sensación súper positiva, como muy acogedora. Hay gente, hay ambiente, yo creo que volveremos a lo de siempre”, asegura Verónica Farias, de La Tierruca.
Y es que la crisis provocada por el coronavirus ha afectado en lo económico a todas las capas de la actividad hostelera del país, pero también ha hecho perder el factor humano y cercanía que antes había entre los bares, sus proveedores y sus clientes. “Yo lo he notado mucho. Es muy difícil el tener esa distancia de seguridad, no poder dar la mano o un saludo como antes hacía”, aclara Roberto Largo. Un contacto que ahora se echa en falta, pero que se irá recuperando poco a poco, “hay que tener esperanza para todo”.
Entretanto, desde los centros de producción de Cervezas Alhambra, San Miguel y Mahou, así como desde el manantial de Solán de Cabras, siguen saliendo camiones llevando lo que sus trabajadores sienten como “uno de los repartos más importantes de sus vidas”, un compromiso con la hostelería y con la sociedad que disfruta de ella.