La limpieza hospitalaria es la primera barrera de contención frente a la expansión de la Covid-19. Gonzalo Calvín, director regional de la zona centro de Interiores y Logística de Clece, como responsable del área, sabe que esta labor es mucho menos aparente de cara al público que la estrictamente médica, pero cada empleado de la compañía también ha estado trabajando en primera línea para que cada hospital o instalación en las que trabajan tenga las condiciones para minimizar el riesgo. "Hemos asumido la responsabilidad que nos tocaba al ser un servicio de primera necesidad", resume este responsable.
Realmente no ha habido un cambio sustancial en la esencia de esta función. Como explica Manuel Pérez-Beato, gerente de limpieza hospitalaria en la Comunidad de Madrid de Clece, "aunque todo se ha adaptado a los protocolos que exige la Covid-19, más que una modificación de las rutinas, la pandemia ha impuesto una carga de trabajo mucho mayor para todos", asegura. Una rutina, eso sí, más laboriosa, por lo que supone trabajar ataviados con los equipos de protección, tan necesarios como molestos de cara a la movilidad y la comodidad de los limpiadores.
Hospitales adaptados a la pandemia
El motivo es la intensidad sobrevenida por la extrema necesidad que provocó la avalancha de casos, y que transformaron la estructura de los centros. "Nosotros siempre hemos limpiado en habitaciones de aislados donde permanecían personas con enfermedades contagiosas en las que hay que hacer una limpieza más precisa, pero con esta situación se pasó de tener unas pocas habitaciones así a que casi todo el hospital tuviera esta consideración” explica Pérez-Beato.
Los hospitales e incluso más allá, porque Clece también ha llevado su servicio de limpieza hospitalaria a los hoteles medicalizados que se abrieron durante la pandemia en grandes ciudades, más de 30 en el caso de Madrid. Fue una solución temporal que obligó a innovar y adaptar los protocolos para ofrecer las mismas garantías de higiene y asepsia en estos espacios tan alejados de un centro médico.
La saturación, por tanto, no ha sido más difícil por el qué hacer sino por el cuánto y el cómo, especialmente por la presión añadida que ha supuesto el factor tiempo, como destaca Gonzalo Calvín: "Se han concentrado muchísimas cosas en un espacio muy pequeño de tiempo, sobre todo al principio". Y no solo en cuanto a protocolos de limpieza, sino a contrataciones, licitaciones, logística, etc. Son procesos que generalmente tienen un desarrollo más lento que el que permitían las circunstancias en aquel momento, cuando se demandaban servicios "de hoy para mañana... o incluso para antes", como recuerda Gonzalo.
Es un contexto que ha exigido el máximo de cada empleado. Esa carga, y la convivencia con una enfermedad de la que aún existe un conocimiento muy limitado, genera un lógico estrés y el temor a contagiarse y llevar el virus a sus familiares.
¿Cómo se puede motivar a una plantilla en estas circunstancias? "Por un lado, apelando a la responsabilidad individual", señala Calvín, "pero también incidiendo en la importancia de la formación para seguir los procedimientos y usar correctamente los equipos de protección". "Y también la cercanía", añade, "porque cuando ven que todos los compañeros están implicados y no se deja a nadie de la mano y somos un equipo, se sacan fuerzas de donde no las hay para seguir adelante".
Tecnología para la desinfección
Como indica Vicente Arnau, delegado de Clece en Castellón y Valencia, estas experiencias han permitido a la empresa "ir por delante de las medidas que se tomaban desde las administraciones" en lo relativo al uso de material y de nuevas tecnologías, un aspecto en el que Clece también se ha destacado gracias al "uso de la luz ultravioleta para la desinfección, algo que ya se utiliza desde 2015, o las máquinas pulverizadoras de peróxido de hidrógeno". Y también en cuanto a la preocupación por los empleados en mayor situación de vulnerabilidad, a quienes "automáticamente se los reubicó en zonas de bajo riesgo".
Desde entonces, los acontecimientos son bien conocidos y durante este periodo, como trabajadores de un servicio esencial, estos trabajadores han hecho gala de su profesionalidad para vencer al miedo y a la incertidumbre, y han hecho cuanto tenían en su mano para ser la primera barrera contra el virus.