En verano, los que pueden, salen de la ciudad para disfrutar de unos días de descanso y desconexión. Pero en esta época del año que solemos asociar con viajar y hacer turismo, hay muchas personas mayores que no pueden salir de sus hogares y permanecen solas. Los servicios de ayuda a domicilio, que cuidan de ellos todo el año, se convierten durante estos meses en un alivio de la soledad que pasa desapercibida con la euforia estival.
El Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) es una prestación esencial para personas dependientes, muchas de ellas, personas mayores, que reciben asistencia y cuidados para que puedan permanecer en su casa el mayor tiempo posible. Datos del Imserso estiman que, en España, los servicios de atención domiciliaria se prestan en más de 320.000 hogares, y Clece, que opera en todo el territorio nacional, atiende a más de 86.000 personas.
La gran complejidad que presenta la gestión y coordinación de un servicio de ayuda a domicilio, se ve multiplicada durante la época estival, puesto que, al tratarse de un servicio esencial para personas dependientes, bajo ningún concepto debe verse alterado, a pesar de las vacaciones de los familiares de los usuarios y de los propios trabajadores del SAD, lo que supone todo un reto de organización.
Para resolverlo, señala Queti Quirós, responsable de coordinación del SAD de Clece para la Diputación de Jaén, “hay que adelantarse al verano”, y añade, “gracias al acuerdo entre Clece y Cruz Roja para formar trabajadores en el Servicio de Ayuda a Domicilio, tenemos personas preparadas, con su titulación, para cubrir puestos de forma inmediata”.
Desde hace ya dos veranos “se ha notado que la movilidad (de los mayores) ha sido menor”, señala Quirós. Muchos han permanecido en sus casas cuando en otras ocasiones viajaban con su familia de vacaciones y, en ese sentido, explica la coordinadora del SAD de Jaén, “tenemos muy presente la falta de compañía de los usuarios que la acusan”.
La auxiliar de ayuda a domicilio es, en casos así, la principal, e incluso, la única persona cercana para muchas personas mayores, que cuentan así con “alguien de confianza que las visita cada día, con quien pueden charlar y aliviar el sentimiento de soledad”, desvela Elena Mateos, gerente del SAD de Clece en Madrid.
Además de la atención de las trabajadoras presenciales, Clece realiza llamadas de seguimiento durante el verano, “también para informar a los usuarios de los buenos hábitos contra los efectos adversos del calor, que las administraciones nos hacen llegar, y que las auxiliares ayudan a establecer en los domicilios”. Igualmente, los cambios que puedan presentar los mayores son detectados “a través de los ojos de las auxiliares, que están muy pendientes de ellos y los conocen bien”, asegura Mateos.
Una de las claves de la calidad en la atención del SAD de Clece es la formación específica de las auxiliares, por ejemplo, en nutrición preventiva y saludable para personas mayores durante el verano.
Aunque, en tiempo de pandemia, la insistente formación en prevención y seguridad es primordial porque “permite que las auxiliares presten el servicio de forma segura tanto para los usuarios como para sí mismas”. En este sentido, la compañía mantiene un amplio protocolo de prevención que incluye, entre otras medidas, uso de EPI completo, protocolo de entrada y salida de los domicilios y test recurrentes de antígenos a las trabajadoras “por el tipo de colectivo al que prestamos servicio”, recuerda Mateos, que asegura: “podemos decir que las medidas de prevención y seguridad que tomamos y la formación que impartimos, están siendo 100% eficaces”, concluye la gerente.