La asociación sin ánimo de lucro Corazón y Manos cumple su cuarto aniversario y amplía su objeto social
La asociación, que surgió del compromiso social de un grupo de empleados de Clece, busca aumentar su impacto y contribuir a la empleabilidad de colectivos en exclusión que necesitan una oportunidad.
30 octubre, 2021 01:37Imaginemos una gran empresa española multilocal que presta servicios esenciales en numerosas localidades del país, como por ejemplo, Clece. Supongamos que sus empleados no solo tienen una alta especialización sino también un elevado grado de compromiso social. Tanto es así que la cultura de la empresa se ve imbuida de esa vocación social. Digamos que ese fuerte compromiso empuja a unos cuantos miembros de la plantilla a fundar una asociación sin ánimo de lucro dentro de la propia compañía. Pues bien, esto que parece una utopía es una realidad que toma cuerpo en octubre de 2017, se llama Corazón y Manos y está compuesta, más que por trabajadores, por compañeros que han visto que entre ellos hay quienes atraviesan situaciones muy complicadas llegando incluso a estar en riesgo de exclusión social. “Nos dimos cuenta de que entre nuestros más de 75.000 trabajadores había personas y familiares que tenían verdaderas historias de necesidad. Corazón y Manos nació para atender a esas personas tan cercanas, compañeros de trabajo con necesidades de todo tipo”, cuenta Cristóbal Valderas, socio fundador y presidente de Corazón y Manos.
El primer reto es identificar una situación de necesidad inmediata. “A nadie le resulta fácil decir que lo está pasando mal y necesita ayuda. Para nosotros la parte más difícil es detectar esa necesidad y ofrecer ayuda”, afirma David Cobo, socio voluntario de la asociación. Y añade: “Hay que tener un tacto especial, hacerlo de forma suave y discreta. No es fácil abrir la puerta y que una persona te deje entrar en su vida”.
Para llevar a cabo su labor de forma eficaz, Corazón y Manos actúa como herramienta transversal dentro de Clece. El esquema de acción comienza con la detección de casos sensibles de compañeros, cónyuges, hijos u otros familiares que atraviesan situaciones con graves problemas personales, familiares, de salud, económicos..., y que los lleva a un estado de vulnerabilidad extrema. Una vez estudiado el caso, se pone en marcha el engranaje para poner solución recurriendo en ocasiones a la cooperación con entidades de diversa índole y otras veces con la colaboración de Clece, que contribuye a través de la inclusión laboral, como ocurre en este caso que recuerda Valderas: “Una limpiadora se puso en contacto con nosotros porque su hijo estaba en la cárcel y tenía una condena larga. Hablamos con Instituciones Penitenciarias, conseguimos que tuviera un contrato laboral y como consecuencia de esa contratación y buen comportamiento redujo su condena. Siguió trabajando en Clece, luego logró un contrato fijo y durante la pandemia ha sido una persona muy voluntariosa, con gran dedicación y compromiso”.
Precisamente la pandemia dio lugar a uno de los proyectos de mayor alcance realizado por la asociación hasta la fecha: una campaña de recogida de alimentos en Andalucía, Ceuta y Melilla que logró reunir más de 60.000 kilos de comida que fueron repartidos, en colaboración con otras ONG y administraciones locales, a familias que se encontraban en estado de emergencia social.
En Corazón y Manos pronto fueron conscientes de que la inclusión laboral era un elemento fundamental para la integración social. Sin embargo, existía otra cuestión de fondo que también tomaron en consideración posteriormente, tal y como relata el presidente de Corazón y Manos: “Muchos desahucios, víctimas de violencia de género que tenían que salir de casa huyendo con sus hijos, personas que no pueden pagar el alquiler… Vimos que la vivienda era una necesidad muy imperiosa”. Por eso el acceso a una vivienda digna se convierte en otro de los objetivos fundamentales de la organización, que proporciona ayudas en los alquileres, suministros, donación de enseres, etc.
Para Corazón y Manos la prioridad es ayudar a los compañeros de Clece. No obstante, a medida que aumenta su capacidad de ayuda y disminuyen, afortunadamente, los casos de compañeros en situaciones límite, la organización está ampliando el alcance de su cooperación dirigiéndose también a personas para quienes resulta del todo imposible acceder a un empleo por diversos motivos: situación irregular, desconocimiento del idioma…, y debido a esto se ven excluidos de la sociedad sin posibilidad de labrarse un futuro. En estos casos Corazón y Manos puede ayudar en la capacitación de esas personas para que tengan empleabilidad e incluso proporcionarles asesoramiento legal gratuito a través de la clínica jurídica. Esto ha sido posible gracias a los acuerdos a los que ha llegado la organización, con diferentes universidades como la Universidad Pontificia de Comillas, la de Villanueva o la Rey Juan Carlos, que prestan asesoramiento respecto a multitud de temas: herencias, fiscalidad, reclamaciones, trámites de residencia…
Así ocurrió con Okechukwu Anaso, nigeriano que llegó a España en 2003 con tan solo 17 años para buscar una oportunidad de vida y ayudar a su familia. Tras cumplir la mayoría de edad encadenó varios trabajos precarios hasta que en 2018 entró a trabajar en Clece. Por aquel entonces, Anaso tenía aún en su país natal a su mujer y tres hijos. En cuanto Corazón y Manos conoció la situación pusieron en marcha todo lo necesario para echar una mano a su familia. “Hemos tardado años en arreglar todos los papeles pero al final el año pasado conseguimos traerles a todos y hemos buscado casa y colegio a los niños”, recuerda Valderas, para quien ver la cara de felicidad de esa familia “es una satisfacción enorme”.
“Gracias a la colaboración entre Clece y Corazón y Manos cerramos algo que no pueden hacer otras asociaciones, que es integrar a las personas en el mundo laboral. Incluir a personas que están fuera del circuito por extranjería, por idiomas, por estar en la cárcel… Los formamos, los integramos y obtienen un contrato. Eso es mágico porque ayudas a solucionar vidas”, comenta Valderas.
En la asociación se sienten orgullosos de poder ayudar a víctimas de violencia de género, de contribuir a la reagrupación familiar, de conseguir el acceso a un puesto de trabajo… Son más de 6.000 beneficiarios de los más de 200 proyectos llevados a cabo en estos cuatro años, que se han acometido gracias al trabajo en red con otras organizaciones y entidades, mejorando la calidad de vida de personas, ayudándolas en su desarrollo social y consiguiendo un impacto positivo en la sociedad. Y es que, como afirma David Cobo: “Siempre merece la pena preocuparse por los demás”.
Este año, Corazón y Manos ha sido declarada de Utilidad Pública por el Ministerio del Interior, en reconocimiento a la labor social que realiza, una labor imparable, pues ya están explorando otras vías de ayuda para seguir adelante con este sueño hecho realidad.