Favorecer la salud en la tercera edad y conseguir que los mayores mantengan su independencia el mayor tiempo posible son los principales objetivos de las llamadas terapias alternativas, aquellas prácticas que, sin ser consideradas medicina convencional y sin sustituir a los tratamientos médicos en ningún caso, pueden aportar numerosos beneficios para las personas mayores.
Terapias alternativas hay muchas: musicoterapia, gerontogimnasia, terapia ambiental, con animales… En la residencia CleceVitam Pardo Bazán, en Vigo, saben el bien que se puede lograr con la práctica de este tipo de actividades en la rutina diaria de los mayores, por lo que han puesto en marcha un huerto urbano para llevar a cabo lo que se conoce como terapia hortícola y también han realizado una sesión de terapia con animales.
Ambas terapias han demostrado efectos beneficiosos en las personas que participan en ellas. Según explica Lucía Calviño, terapeuta ocupacional del centro CleceVitam, “ayudan a la estimulación cognitiva, favorecen la psicomotricidad y mejoran el estado de ánimo, entre otras cosas”.
En concreto, la participación en actividades de jardinería y con plantas -terapia hortícola- estimula la psicomotricidad fina y favorece, además, la relación entre los compañeros. Como señala la terapeuta, al practicarse en grupos, aunque sean reducidos, “les ayuda a socializar con el resto de usuarios”.
Por otro lado, recordar qué plantas hay y qué tareas se deben realizar también “es una estimulación cognitiva para ellos”, afirma la terapeuta. En el huerto, cuenta Calviño, “tenemos diferentes macetas adaptadas a ellos, a diferentes alturas, y lo que hacen es plantar, regar, quitar las malas hierbas… Todo el proceso hasta ir obteniendo los frutos”.
Han plantado tomates, pimientos, lechugas y variedad de legumbres en sesiones controladas y guiadas por la terapeuta, pero los residentes también pueden ir cuando quieran a pasar tiempo en el huerto, que se encuentra en uno de los patios externos del centro.
Es muy frecuente que lo visiten junto a sus familias, como Virgilia Hernández, que pasea a menudo por allí con su hija. “Yo planté cebollas y lechugas y me ha gustado mucho, porque yo he tenido huerto, me gusta el campo y lo he hecho bien”, cuenta la residente. Virgilia, a sus 85 años, ingresó en la residencia hace unos meses para recuperarse de un ictus, y está viendo cómo este tipo de actividades le ayudan a mantenerse activa: “Me gusta porque remueves un poco la memoria”, asegura.
Terapia con perros para sentirse seguros y acompañados
El huerto ha resultado ser todo un éxito en la residencia CleceVitam, y por ello se aventuraron también con la terapia con animales. Esta recurre a perros, gatos y otras mascotas para ayudar a reducir el estrés, la ansiedad o el dolor, pues esta actividad ha demostrado brindar consuelo y ánimo a las personas con problemas de salud.
Así, la terapia con animales, perros concretamente, “es un poco más lúdica, lo que se trabaja con ellos es el aspecto físico y a veces cognitivo”, explica Calviño. Se trabaja a nivel motor paseando los perros, realizando con ellos juegos de obstáculos, por ejemplo, o llevando a cabo actividades de autocuidado del perro como peinarlos o bañarlos.
En esta residencia han visto cómo la terapia con animales contribuye a “mejorar el estado de ánimo, reducir las alteraciones conductuales, favorecer la relación con los demás residentes o fomentar las capacidades cognitivas residuales”, enumera la terapeuta.
Esto se debe en parte a que “los animales representan algo muy del día a día de las personas, más en Galicia donde la mayoría de residentes ha tenido animales en casa. Con ellos se sienten seguros y acompañados, y el perro también es un estímulo en movimiento que favorece el tema de la atención”, afirma Calviño.
Los animales son un gran apoyo emocional y eso se nota en que los residentes “lo recibieron con muchas ganas, lo ven como algo cercano y les gusta mucho”. Otra de las ventajas de esta terapia es que son muy pocas las excepciones en las que no se debe realizar. Son coyunturas evidentes, como si alguien tiene miedo a los perros o simplemente no le gustan. “Si no, cualquier persona puede participar en la terapia, independientemente de las capacidades que tengan porque nosotros intentamos adaptar la actividad a lo que cada uno puede hacer”, asegura la terapeuta del centro.
Visto el buen recibimiento que han tenido los visitantes caninos en la residencia CleceVitam, están tratando de hacer de la terapia con animales algo mensual, pues los residentes se mostraron muy interesados y participativos desde la primera sesión.