Ante situaciones en las que la salud y supervivencia de las personas están en juego, ser solidarios puede cambiar la vida de aquellos que lo necesitan. Colaborar con instituciones que ofrezcan sus servicios a los más desfavorecidos es una de las alternativas para aquellas personas que quieran ayudar a alguien directa o indirectamente y aportar su granito de arena.
Convertir la danza en una actividad con la que ayudar a aquellos que más lo necesitan ha sido una de las ideas que ha puesto en marcha la Escuela de Danza Colorado. Esta academia fue fundada hace casi 40 años por Jacinto Colorado y María del Carmen Marín, un matrimonio que tiene en la actualidad 92 años él y 87 ella, y que sigue dando vida a la escuela junto a su hija, María Jesús Colorado, y su nieta, Sara.
Además del importante papel de la familia Colorado, destaca también el del profesorado cualificado, miembros de la Royal Academy of Dance (RAD) e Imperial Society of Teachers of Dancing(ISTD), dos instituciones especializadas en la educación y formación de alumnos en danza.
El pasado mes de junio, esta escuela se convirtió en la localización perfecta para celebrar un festival de danza benéfico en el que participaron niños ucranianos para ayudar a las familias en zonas de conflicto. Una idea de Sara, que surgió a raíz de su entrega a causas solidarias y su espíritu joven. Junto a ella, destaca la colaboración de María Jesús, que además de ser la directora de la escuela, es profesora de danza de la misma.
Gracias a su imparable trabajo a lo largo de los años y su pasión por la danza, María Jesús Colorado ha conseguido que la escuela siga siendo un lugar de aprendizaje para futuros bailarines y bailarinas.
Teniendo en cuenta que tras el estallido del Covid 19 la escuela tuvo muchas dificultades para retomar la organización de festivales de danza, celebrar este evento ha resultado ser también un acto muy simbólico para toda la familia Colorado. Con la constancia de Sara, su esfuerzo y dedicación, la Escuela Danza Colorado ha podido retomar sus festivales de fin de curso con el especial añadido de ayudar a aquellos que más lo necesitan.
Dado que el objetivo principal de este festival benéfico era ayudar a Ucrania, todos los beneficios obtenidos a partir de la venta de las entradas fueron donados a la ONG Olvidados, encargada de distribuir los envíos a aquellas zonas de conflicto en las que la ayuda no llega o es muy escasa.
Junto con la escuela y la ONG Olvidados, también colaboró el movimiento ciudadano Juntos por Ucrania, que da apoyo a familias ucranianas que están huyendo de la guerra enviando productos de primera necesidad y trayendo refugiados a España con personal sanitario, y la Fundación Josep Santacreu, una organización que trabaja en proyectos culturales, medioambientales y sociales.
Un festival en el que participaron más de 40 niños ucranianos
El evento de danza tuvo lugar el 18 de junio, y para hacer de él una oportunidad única y conseguir el mayor número de donaciones posibles, los voluntarios del programa Juntos por Ucrania se pusieron en contacto con Eugenia Kulishova, coreógrafa profesional ucraniana que se encargó de encontrar a niños que quisieran participar. Esta joven, que perdió su escuela de danza en Ucrania, también era la responsable de dirigir los ensayos y ayudar a los más pequeños a sacar su máximo potencial en tiempo récord.
Además de los más de 120 alumnos de la propia escuela Colorado, al evento se apuntaron más de 40 niños y niñas ucranianos de entre 6 y 13 años que nunca habían hecho danza ni actuado en público. Estos pequeños, que no se conocían entre sí, estuvieron ensayando durante tres semanas siguiendo los pasos de la coreógrafa Kulishova la canción que ganó Eurovisión, Stefania, de Kalush Orchestra. “Los niños sentían que ayudaban de esa manera a sus padres, que estaban en el frente, y aprendieron en menos de 20 días a hacer un número muy complicado”, añade la coreógrafa.
Aparte de la coreografía conjunta de los niños ucranianos, el acto de Sofiia Kobrina en solitario también consiguió emocionar al público. Esta chica ucraniana de 13 años lleva en el mundo de la danza desde que tan solo tenía cuatro. Con su coreografía, la joven reprensentó en gran parte lo que ha sido su vida: una constante huida de la guerra. Cuando tenía 5 años tuvo que escapar del conflicto armado de Dombás a Kiev y, ahora, de Ucrania a España.
Los jóvenes talentos que participaron crearon un armonioso y emocionante espectáculo y consiguieron poner en pie a las 500 personas que presenciaron el acto. Incluso los fundadores de la escuela no pudieron evitar llorar de emoción al ver el resultado nacido del esfuerzo de los pequeños y la unión entre españoles y ucranianos bajo un acto tan solidario como es la ayuda a las familias ucranianas que han perdido su hogar.