De la pandemia a la normalidad: La travesía de ‘Aquiles en Esciros’, en el Teatro Real
El Teatro Real recupera una de las óperas cumbres del barroco español y estrena por primera vez, tras ver truncada su puesta en escena hace tres años por el confinamiento, la obra de Corselli escrita y representada en 1744.
Un oráculo ha aconsejado a la madre de Aquiles que evite, por cualquier medio, que su hijo sea reclutado para la guerra de Troya. Tal destino significará su muerte. Decide, entonces, ocultar a un jovencísimo Aquiles en la isla de Esciros, camuflado con ropas de mujer entre las doncellas de la corte del rey Licomede. Con fatal suerte, el héroe griego se enamora de la hija del rey y lucharán en él dos fuerzas, la de la pasión que siente por ella, frente a su deseo de alcanzar la gloria militar tras la visita de un Ulises que le llama a filas.
Era 1744, y el motivo de la ópera compuesta por Francesco Corselli, Achille in Sciro, era la boda entre la infanta María Teresa Rafaela, hija de Felipe V, con el delfín Luis de Francia. La obra se estrenó en el Coliseo del Buen Retiro para los invitados al enlace real y no había vuelto a los escenarios españoles en 279 años. Ahora, una de las grandes joyas del barroco patrio regresa a Madrid, al Teatro Real y, por primera vez, no solo para disfrute de los privilegiados de la corte, cuyos personajes fueron, además, representados en la propia ópera.
El estreno de esta nueva ‘Aquiles en Esciros’ estaba previsto para marzo de 2020, fecha que, lamentablemente, quedó marcada en los calendarios de todo el mundo por el estallido definitivo de la pandemia. Solamente dos días antes de su estreno se decretó en España el estado de alarma y comenzó el confinamiento que enviaría a sus casas a todos los trabajadores del teatro y que supuso el abandono de la producción durante meses.
En el escenario quedaron congelados en el tiempo los detallados decorados y esculturas, sin un público que pudiera admirarlo y nadie que pudiera retirarlo. Han tenido que pasar tres años para que ‘Aquiles en Esciros’ vea al fin la luz. “A mí me hace muchísima ilusión también porque es una recuperación patrimonial de una obra que merecía que el Teatro la defendiera”, declara Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real.
Después de pasar casi tres siglos oculta, la ópera de Corselli fue exhumada gracias al empeño del Teatro Real, su director artístico y su director musical, Ivor Bolton. Ambos se propusieron encontrar un título del barroco que se pudiera incorporar al repertorio habitual del coliseo, para lo que contaron con la inestimable colaboración del musicólogo Álvaro Torrente, director del Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU), quien les hizo llegar el libreto en 2017.
“Estuvimos buscando partituras de este periódido histórico y encontramos Aquille in Sciro, que era un título que musicalmente era interesantísimo pero que además es una obra que tiene una estructura dramatúrgica que permite que funcione escénicamente”, explica Matabosch. Para Bolton, que desde el foso tocará el clavecín y dirigirá la orquesta, una obra como esta supone empezar desde cero, sin referencias ni grabaciones previas, lo cual tiene una parte emocional “realmente maravillosa, porque el público no la conoce, es una pizarra en blanco, así que pueden escucharlo sin prejuicios. Tenemos que contar una historia y conseguir que sea entretenida”, destaca.
La obra, por su temática, bascula entre la ópera veneciana del siglo XVII, muy libre en el tratamiento de asuntos sexuales (con personajes travestidos -un recurso muy común en la época-, la confusión de identidad sexual y el juego continuo de dobles sentidos) y la ópera seria, propia de los siglos XVIII y XIX, hacia la que transiciona en la segunda parte.
De la España rococó a la Grecia clásica
Cuando se trata de una ópera que no se ha representado en casi 300 años y de la cual no hay referencias, ni documentación más allá del libreto y la partitura, ni, por supuesto, fotografías o grabaciones, existe una total libertad para imaginar la escenografía, el vestuario, el maquillaje y cualquier tipo de ornamentación que ayude a ambientar, en este caso, la Grecia de Aquiles.
Mariame Clément, directora de escena de ‘Aquiles en Esciros’, ha querido fundir dos épocas diferentes sobre las tablas del Real. La primera, el siglo XVIII, para lo que se ha recreado el vestuario que podría haberse dado en la ópera en su estreno, con la familia real española asistiendo a su propia representación “vestida de trajes de rococó”, explica Carlos Palomo, responsable de sastrería. Por otro lado, está la Grecia clásica, donde se desarrolla el grueso de la obra, que aunque no se trate de una versión excesivamente historicista, “tiene que recordar que estamos en Grecia y tiene que ser lo suficientemente moderno para que aquello sea intemporal”, aclara Palomo.
“Ha sido una producción muy creativa. Hemos hecho un trabajo de investigación que nos ha aportado muchas cosas y hemos aprendido mucho”, cuenta Esther Dolera, jefa del departamento de caracterización. La implicación casi personal de los equipos en la obra es la razón por la cual la noticia del confinamiento cayó como un jarro de agua fría para los trabajadores del Teatro, que tuvieron que paralizar por completo la producción sin saber si algún día se podría recuperar.
Aunque algunos lo veían con más optimismo, como Carlos Palomo: “Fue un periodo de incertidumbre pero yo estaba confiado en que la cosa saldría adelante, el Teatro nos apoyaba”. Después de dos meses de confinamiento, algunos técnicos y administrativos iban regresando al Real para poner todo en marcha. Entre ellos Esther Dolera, que se incorporó con el resto de jefes de departamento para activar los protocolos Covid que permitirían al Teatro recuperar su actividad. “Fue un cambio brutal, sobre todo porque la higiene en el maquillaje es muy importante. Tuvimos que preparar un equipo para cada persona que había en el espectáculo. Al principio era una forma de trabajar extrema, con los guantes y las máscaras”, recuerda Dolera.
Al regresar, lo más complicado, para Palomo, fue “intentar volver a ponerlo todo en funcionamiento”. “Recuerdo que estábamos desesperados porque todos los trajes estaban a medio hacer. Teníamos unos trajes maravillosos pero con unos tejidos excesivamente delicados y no podemos acabar un traje hasta que sabemos cómo se comporta en escena, así que todo eso se guardó y cuando empezamos de nuevo, nos encontramos una producción a medio hacer”.
Tres años después, que estos trajes, pelucas y decorados vean finalmente la luz es una enorme recompensa ”para todo el equipo, porque cuando haces un trabajo del que te sientes muy bien y al que le has echado muchas horas, es muy satisfactorio que la gente lo vea”, concluye Dolera. Entre la producción que comenzó en 2020 y la de 2023 han sido muchas horas de búsqueda, aprendizaje y trabajo las que han permitido dar vida a la isla de Esciros. A pesar de la pandemia, la travesía de Aquiles en el Teatro Real ha llegado finalmente a buen puerto.