Ali, Mariam, Mouad o Dounia son solo cuatro de los 60 jóvenes que cada día suben a un autobús lanzadera especial que les lleva desde la Cañada Real hasta la estación de Sierra de Guadalupe, en el distrito madrileño de Villa de Vallecas. Todos coinciden en lo mismo: “Si no estuviera, no podría haber seguido estudiando”, repiten a EL ESPAÑOL cada uno de estos adolescentes.
Hasta el 2020 no había nada similar que conectara el sector seis de la Cañada, el mayor asentamiento ilegal de la ciudad, con el resto de Madrid, y ello a pesar de que tan solo se encuentra a unos tres kilómetros en línea recta. Lo único que había es un camino de tierra continua. El mismo que han recorrido siempre los jóvenes de esta zona que han querido continuar con sus estudios superiores tras la enseñanza obligatoria.
Una travesía que se embarra cada vez que cae una tormenta y que transcurre bajo un puente que, en días de fuertes lluvias, se inunda. A menudo, comenta Rocío Díaz, técnico de la Asociación El Fanal, se ven obligados a cruzar las vías del Ave que pasa justo por encima, con el peligro que ello conlleva, hasta llegar a la primera estación de metro más cercana: la de Valdecarros. Además, este camino no está iluminado, por lo que muchos padres no se atreven a dejar que sus hijos transiten solos ese trecho. “En los últimos años, ya incluso era peligroso. Les robaron a alguno de los chicos en el camino”, cuenta Díaz.
La llegada del autobús lanzadera fue un soplo de aire fresco en una zona deprimida y a menudo a la sombra de las preocupaciones ciudadanas. Tras el fuerte confinamiento que sufrimos en todo el país, la Asociación El Fanal, con el apoyo del Comisionado de la Comunidad de Madrid y de la Fundación Mutua Madrileña, llevaron al sector seis una línea de bus para que los jóvenes de la Cañada que han terminado su educación obligatoria puedan estar más conectados con el resto de la ciudad madrileña y tengan más fácil continuar sus estudios superiores en los centros que ellos elijan.
Y es que, estos jóvenes, una vez que terminaban el instituto y finalizaban la ruta escolar que utilizaban, sus posibilidades de transporte se reducían a la mínima expresión o bien, asumían un riesgo de inseguridad evitable. Es ilustrativo que de los más de 60 jóvenes que tienen carnet para poder subir a este autobús, casi la mitad son mujeres a las que, anteriormente, no permitirían continuar estudiando por el camino que tenían que recorrer hasta llegar a un medio de transporte público.
Como cuenta Díaz, este autobús tiene parada en el puente de acceso a la carretera de circunvalación, en la Mezquita del sector seis, y en el acceso a Valdemingómez. Además, cuenta con un turno de mañana –que sale a las 7.10 horas y vuelve a las 15.45 horas– y otro de tarde –que sale a las 14.45 horas y vuelve a las 21 horas–.
Este servicio, cuenta la técnico de la Asociación El Fanal, parte de una demanda de los jóvenes. “Tenemos proyectos de ayuda al estudio en la Cañada, y según iban creciendo, íbamos viendo que no continuaban con sus estudios superiores”, asegura. “Se quedaban con lo básico, pero hablando con ellos, nos preguntaban: ‘¿Pero qué hago? ¿Cómo voy?’”, recuerda Díaz.
Cuenta que estuvieron un tiempo llevando a cabo actividades para visibilizar su problemática, desde carreras de relevos en las que recorrían la misma distancia que seguían desde la Cañada hasta el primer metro, hasta apariciones en el pleno del distrito de Villa de Vallecas. Todo “para exponer la necesidad de esta ruta y la incapacidad de poder continuar estudiando”, apunta.
La técnico recuerda que el problema no es solo la distancia, porque todos hacemos esfuerzos diariamente para trasladarnos a los centros de estudios y de trabajo, sino el tipo de camino que se ven obligados a recorrer. “Como madre o padre, cómo permites, por ejemplo, que tu hija vaya sola por un camino solitario, sin luz y sin nada”, plantea.
Hoy, este proyecto, nacido en plena pandemia, ha supuesto una esperanza para muchos jóvenes de la Cañada. Al preguntarle a Díaz por qué eligieron ese momento para poner en marcha este proyecto, cuenta que “les salvó la vida”. Comenzaron tan solo 30 jóvenes. 30 chicos y chicas a los que se les dio la oportunidad de poder seguir formándose durante la pandemia. “Fue, además, cuando empezaron los cortes de luz”, lamenta, así que, sin las oportunidades que les ofreció el autobús, “no habrían podido seguir sus clases online, no tenían cómo conectarse”.
Sin embargo, una vez inaugurada esta línea, relata Díaz, la situación cambió. Tenían muchas más facilidades para poder trasladarse a centros educativos o bibliotecas y conectarse a la red para poder continuar con sus clases online. Uno de estos chavales se ha convertido, incluso, en el monitor de este autobús. Said sí que experimentó en su propia piel el no tener este tipo de ayudas para poder seguir formándose.
Como cuenta Díaz, ahora está contratado por la Asociación El Fanal para que controle y supervise el acceso al autobús del resto de adolescentes. “Al final posibilitas el primer empleo de uno de los jóvenes de la Cañada”, apunta.
Un camino hacia la integración
Para la técnico de la asociación, el objetivo de este proyecto está claro: nos favorece a todos. “Beneficia a la sociedad porque tenemos jóvenes mucho más formados; a ellos les beneficia porque se pueden incluso replantear seguir estudiando, y beneficia a las familias porque son adolescentes formados a los que incluso se les puede facilitar tener un futuro más allá de la Cañada”, asegura.
La labor de la Asociación El Fanal va mucho más allá del proyecto de autobús lanzadera. Esta entidad sin ánimo de lucro lleva desde el 2000 trabajando en la zona para ayudar al desarrollo personal y social de familias en riesgo de exclusión.
Como aseguran desde la asociación, “trabajamos para conseguir una sociedad en la que toda persona tenga derecho al desarrollo de sus capacidades personales y sociales –en igualdad y libertad– a través de la educación, el empleo y el ejercicio de la ciudadanía”. De esta manera, sus acciones se desarrollan principalmente en los barrios donde se encuentran sus dos centros socioeducativos: Valdemingómez y Valdebernardo.
Su trabajo está dirigido a dar respuesta a las necesidades no cubiertas por el déficit de recursos y servicios existentes en estos barrios. Por ello, cuentan con proyectos que cuentan con metodologías centradas en los participantes y en los que participan más de 150 menores de seis a 18 años. Toda una labor de integración que no hace más que mejorar la vida de los que más lo necesitan.
Continuidad de una amplia labor
Esta iniciativa se suma a otras puestas en marcha por la Comunidad de Madrid en niños en edad de educación obligatoria. Teniendo en cuenta las dificultades de acceso al transporte público entre algunos sectores de la Cañada Real Galiana y los diversos centros educativos, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid presta un servicio de transporte escolar que trata de facilitar la asistencia de los menores a los niveles obligatorios de enseñanza -hasta 4º de la ESO- y de garantizar su inclusión social. Gracias a ello, actualmente operan en este ámbito 29 rutas escolares gratuitas, con capacidad para trasladar cada día a sus respectivos colegios e institutos a cerca de 1.000 alumnos.
Con el fin de fomentar los estudios de aquellos jóvenes que desean continuar con su educación más allá de la enseñanza obligatoria, en septiembre de 2020 el Comisionado de la Comunidad de Madrid para la Cañada Real Galiana -hoy dependiente de la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura-, en su tarea de interlocución y coordinación de actuaciones, propició la firma de un Protocolo entre la Fundación Mutua Madrileña y la Asociación El Fanal para la puesta en marcha de un servicio de ruta/lanzadera dirigido a los niveles de enseñanza no obligatoria.
Desde el Comisionado se valora y agradece muy especialmente la gran labor que desarrollan estas dos entidades, ampliamente reconocida por las familias y por el tejido asociativo que trabaja en la zona. También por el personal docente que trabaja sobre el terreno y que considera este servicio como un elemento clave para motivar a los alumnos y a sus familias, a fin de que los jóvenes de la Cañada Real Galiana no abandonen sus estudios. Cada caso de éxito escolar se convierte en un estímulo para toda la comunidad educativa y en un referente positivo para otros menores de su entorno.