ACS se abre paso entre la lava con una carretera única en la ‘isla bonita’
ACS, a través de su filial Dragados, ha construido la nueva conexión LP-213 y LP-215 en la isla de La Palma. Se trata de una infraestructura única por haberse hecho sobre lava volcánica reciente que aún mantenía temperaturas de hasta 350ºC.
Empezó como una curiosidad geológica, un rumor sordo acompañado de humo procedente del centro de la tierra. Tierra volcánica por excelencia, las islas Canarias tienen una orografía caprichosa moldeada por siglos de erupciones. Por eso, y porque los precedentes estaban bastante más próximos en el tiempo, la erupción del Tajogaite, en el parque natural de Cumbre Vieja, en La Palma, atrajo todas las miradas pero, al mismo tiempo, la incertidumbre de quienes vivían o tenían intereses en la zona. Y es que pronto quedó claro que las coladas de lava que se sucedieron sin control durante cerca de tres meses no entendían de viviendas, de negocios ni de equipamientos: todo lo que fue alcanzado por los ríos ardientes quedaron sepultados a su paso.
La erupción del volcán dejó para las estadísticas una víctima mortal, pero también cuantiosos daños en todo tipo de edificaciones, infraestructuras, vehículos y explotaciones agrícolas y ganaderas. Pero incluso más allá de las cifras y de los datos objetivos, lo que subyace de este episodio es el trastorno que causó a quienes residían, trabajaban o tenían familiares en el área más dañada e incluso al resto de isleños que tuvieran que moverse por la zona: 7.000 personas fueron evacuadas pero muchas más se vieron afectadas en alguna medida por la erupción del volcán.
Ante esta situación, el grupo ACS, a través de Dragados, asumió la responsabilidad de recuperar la conexión por carretera en el valle de Aridane, concretamente entre los municipios de Tazacorte y Puerto Naos, que quedó sepultada por la lava. Se trató de una actuación muy especial por varios motivos. Entre estos motivos la urgente necesidad de restituir la movilidad en el valle de Aridane y las conexiones con municipios, viviendas y explotaciones agrícolas, aislados todos por la colada, fue lo que llevó al Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA) junto a la Dirección General de Carreteras, Dirección General de Infraestructuras Viarias del Gobierno de Canarias, el Cabildo Insular de La Palma, los Ayuntamientos afectados y a la Delegación del Gobierno en Canarias a decretarla como obra de emergencia.
Por otra parte, también existía una peculiaridad en este caso dado que, a diferencia del resto del país, en las islas Canarias no es el Estado el titular de las infraestructuras viarias, sino el Cabildo insular. Por eso, al margen de los parámetros técnicos, también fue necesario articular mecanismos para poner en marcha la obra como la coordinación entre las instituciones o esta consideración de obra de emergencia que permitió agilizar el proceso de esta carretera tan necesaria que consistía en un tramo de 3,9 kilómetros, de los que la mayor parte -2.460 metros- discurrían directamente sobre los depósitos volcánicos recién creados. El diseño de la denominada ‘Conexión LP-213 y LP-215’ consistía en una calzada con doble sentido de circulación y la construcción de un viaducto de 243 metros.
Imaginen lo que supone recorrer un tramo similar en coche, no más de cinco minutos a una velocidad moderada. Sin embargo, sin esta conexión, los habitantes de la isla se quedaron sin alternativas viables para sus desplazamientos por la zona, de ahí que la recuperación de este eje haya sido considerado estratégico. Pero hacer realidad esta infraestructura por la que solían pasar 22.000 vehículos al día, en tan poco tiempo y, sobre todo, en las condiciones en las que se desarrolló la obra, constituye un éxito en sí mismo.
Lo que incrementa la relevancia del caso es que todas las actuaciones de Dragados se desarrollaron sobre lava reciente: si bien la erupción cesó a mediados de diciembre de 2021, la actividad de la filial del grupo ACS se inició muy poco después y se prolongó hasta mayo de 2023. Y aunque pueda resultar increíble, durante esos meses, e incluso en estos momentos, la temperatura registrada en ese terreno aún se cuenta en decenas de grados centígrados, por lo que construir bajo estas condiciones ha sido algo inédito.
Esto hace que, en palabras de José Luis Rodríguez, delegado de Dragados en Canarias, esta conexión haya sido “el mayor desafío natural y de sostenibilidad al que nos hemos enfrentado”. “Hemos hecho algo que no se había hecho nunca antes, un hito que no se había conseguido: hacer una carretera sobre lava reciente”. En casos similares en otras partes del planeta, explica, la solución era o bien esperar a un enfriamiento más obvio en todas las capas de la colada volcánica o recurrir a “pistas de tierra para restituir la comunicación de esa manera pero aquí lo que se ha hecho es una carretera con todos los parámetros convencionales”.
Trabajos con los sentimientos “a flor de piel”
Para los trabajadores de Dragados, a la complejidad técnica de una obra con estas características se le añadió un extraordinario componente emotivo. Y es que, pese a que el grupo ACS es una multinacional con una proyección internacional evidente, la presencia en las islas Canarias de Dragados, y concretamente en La Palma, ha sido constante desde su creación y se mantiene “muy cercana y es muy querida por la población”. Además, esta vinculación también viene dada porque buena parte de los trabajadores son canarios. Son circunstancias que explican que, según Rodríguez, “todo el mundo en la isla era consciente de que la única empresa que podía hacer esta obra éramos nosotros”.
Eso explica que durante los 85 días de erupciones los sentimientos de todos ellos estuvieran “a flor de piel”, como explica Rodríguez, también canario y, por tanto, también muy próximo a lo que vivián los palmeros en aquellos momentos: “Aquello era dramático porque semana a semana la gente iba perdiendo sus viviendas, las plantaciones de plátanos, etc. Y sobre todo había un clima de incertidumbre grandísimo porque tú no sabías si tu casa iba a ser la siguiente”.
“La responsabilidad te hace trabajar de otra manera”, afirma Pilar Segura, Jefe de Servicio de materiales y Firmes en Dragados para la que, igual que Rodríguez, “no cree que ninguna otra empresa constructora se hubiera enfrentado anteriormente a un reto” como el que tenían ante sí en la isla de La Palma.
Esta vinculación motivó aún más a los trabajadores porque se sintieron plenamente implicados en la normalización de parte de la vida de los más afectados, de tal modo que se puede decir que “el corazón de la obra se ha hecho con la gente local”, según el delegado de Dragados en Canarias. Ese espíritu fue clave para materializar una infraestructura clave para la que, además del capital humano, Dragados movilizó todos los recursos que tenía en la zona para afrontar el reto. Lo más complejo fue hacer frente a las temperaturas. El hecho de montar la estructura sobre lava reciente, sólida en apariencia, escondía un problema que explica buena parte de la excepcionalidad de la obra: bajo esta capa, la lava aún fluía y mantenía temperaturas que, en algunos casos, superaban los 350ºC.
Tecnología e innovación sobre el terreno
La tecnología ha sido clave en este contexto para optimizar los tiempos, los recursos y actuar con las máximas garantías de seguridad para las personas y la maquinaria pesada habitual en la construcción de carreteras. “Dragados, en este ámbito, suele ser bastante puntero”, explica Pilar Segura, “ y en este caso en particular se ha ampliado la tecnología y la investigación colaborando con el MITMA todo lo posible porque el reto no era tanto el empleo de material volcánico de reciente constitución sino las condiciones del contorno”. Por eso, y dada la fragilidad del terreno, la filial del grupo ACS elaboró estudios in situ para analizar la transferencia de calor desde el material volcánico a la plataforma de la carretera. En paralelo, también se ejecutaron varios tramos de prueba en los que probar la idoneidad de los materiales usados para el firme, teniendo en cuenta esta exigencia ambiental tan extrema.
Para esta tarea se usaron drones dotados con cámaras térmicas, auscultaciones permanentes para monitorizar todos los parámetros de relevancia e incluso estudios con georradar para detectar cavidades o tubos lávicos que comprometieran la seguridad de todos. Fue una tarea ardua y necesaria para topografiar casi desde cero una zona cuyos mapas previos habían quedado obsoletos por culpa de la erupción. En esta labor que se ampara en la apuesta por la innovación dentro de la compañía, Dragados también contó con la colaboración del Instituto Geológico y Minero (IGME).
Las altas temperaturas y la posibilidad de encontrarse con zonas más inestables era un riesgo que la tecnología ayudó a minimizar. Pero si se considera que esta actuación es un hito es también por otros dos aspectos que señalan la obra como un modelo único en el mundo. El primero está muy relacionado con estos riesgos, y es el de la seguridad laboral. Y es que, aún habiendo pasado meses de la erupción, el peligro no venía dado únicamente de las temperaturas sino de las emanaciones de gases nocivos que todavía se dan en algunos puntos.
Eso explica que, como indica la Jefe de Servicio de materiales y Firmes en Dragados, “toda la gente llevara medidores de gases para saber si hay riesgo”. Con la misma idea, apunta Segura, “también ha sido muy importante el tema de balizamiento y señalización” para evitar que deambulara cerca de la zona de obra gente ajena a la misma, como turistas atraídos por el nuevo paisaje, por ejemplo.
Una obra sostenible
La sostenibilidad es el otro ámbito en el que la sensibilidad de Dragados hacia este territorio se ha puesto de manifiesto de una manera más evidente. Es un aspecto que el grupo ACS cuida en su porfolio de obras a lo largo del mundo pero que, en el caso de la ‘isla bonita’, se hacía aún más acuciante dado que la erupción se produjo en un entorno natural con un valor extraordinario. Por eso, entre las medidas asumidas por la compañía en este campo sobresale el uso del propio material pétreo procedente de la erupción “en los terraplenes, en los muros y en los hormigones de alta resistencia del viaducto que se ha construido”, enumera el delegado de Dragados en Canarias.
Con ello, la compañía cumplía un doble objetivo. Por una parte, reducir la extracción de recursos en otras zonas de la isla, por un lado; y, por otro, minimizar el transporte de materiales, algo que en este caso concreto, al hablar de una isla, marca la diferencia en cuanto a eficiencia y reducción de la huella de carbono asociada. “Evidentemente algo hay que traer, cemento y determinada maquinaría”, explica Segura, “pero se ha intentado no incrementar la huella de carbono con transportes, que además allí son muy complicados, y sobre todo no seguir afectando a otras zonas de la isla”.
Por otra parte, la ejecución de la carretera también ha atendido a un criterio de mínimo impacto en el ecosistema circundante y una comprensión acerca del atractivo que, pese a todo, puede tener este paraje volcánico de cara al turismo, por lo que en la vía también se han planteado varios miradores para tener una visión más amplia del conjunto.
Aún queda mucho por hacer en la zona afectada. Hay personas que aún no han podido regresar a sus casas, por ejemplo. Por eso, obras como esta permiten recuperar parte de la normalidad perdida y, de paso, acumular experiencia para que, en un hipotético episodio similar en el futuro “se pueda aprovechar toda esta información, todos estos procedimientos y todo el trabajo que se ha hecho aquí para que sea más fácil reaccionar ante una catástrofe como esta”, como señala Rodríguez. Un episodio histórico en el que ACS ha trabajado contrarreloj y con la última tecnología en favor de las persona