Amor. Fertilidad. Reina de las aguas dulces del mundo, de los arroyos, manantiales y ríos. Oshun es la diosa yoruba de “todas esas carencias que tienen las mujeres migrantes víctimas de violencias” como la mutilación genital femenina, los matrimonios forzados o la trata. Por eso, cuenta Begoña Espinosa, trabajadora social, desde Médicos del Mundo decidieron bautizar así a su proyecto en Málaga, dirigido a mujeres migrantes supervivientes de todas esas violencias.
El Proyecto Oshun, que cuenta con el apoyo de Fundación Mutua Madrileña, a través de sus convocatorias anuales a entidades sociales, es el culmen del trabajo que Médicos del Mundo lleva haciendo en la ciudad andaluza desde 1998. Por aquel entonces, cuenta Espinosa, trabajaban las distintas violencias que viven las mujeres migrantes de forma aislada, independiente.
Sin embargo, con el paso de los años, se fueron dando cuenta de que todo era mucho más complicado de lo que parecía: “Las distintas violencias que sufren estas mujeres están interrelacionadas”, cuenta la trabajadora social. La mutilación genital femenina, central en los casos en los que intervienen, normalmente está ligada a otros tipos de violencia de género, asegura.
Por eso, en su centro de atención trabaja todo un equipo de profesionales sanitarios –la mayoría de ellos voluntarios– entre los que hay ginecólogas, pediatras, médicos de familia y trabajadoras sociales. Las mujeres que llegan a Oshun puden hacerlo motu proprio o derivadas de otros programas e instituciones. “Somos una entidad sociosanitaria y hacemos un tipo de intervención un poco diferente a otras organizaciones, y por eso nos las derivan”, explica.
Centrados en la mutilación general femenina
El trabajo en Oshun está muy centrado en la casuística específica de cada mujer. “Lo habitual es que nos manden a una mujer que tenga un posible caso de mutilación genital femenina para que la valore el equipo”, cuenta Espino. Sin embargo, continúa, esa misma mujer puede presentar distintos tipos de violencia de los que no sea incluso consciente, porque “la tenga normalizada”.
Espinosa recuerda que una mujer migrante puede llegar al programa de Médicos del Mundo por “un caso de mutilación”, pero “cuando se trabaja con ella, detectamos que a la vez viene huyendo de un matrimonio forzado, o buscando una vida mejor para su hija, o en ruta migratoria puede haber sido captada por redes de trata para ser explotada sexual o laboralmente…”. Las posibilidades son tantas como violencias existen, y muchas conviven entre ellas.
“Una vez las atendemos, trabajamos en función de lo que detectemos que necesita esa mujer. Habrá ocasiones en las que se detecta una violencia reciente, como una agresión. Una mutilación normalmente no suele serlo, pero en ese caso se valora las necesidades que tenga”, asegura Espinosa.
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Y continúa: “Si hay alguna secuela en relación con esa mutilación o esa violencia, activamos los correspondientes protocolos, hacemos derivaciones sanitarias, sociales, psicológicas. Intentamos ir integrando aquellos aspectos que necesitan determinadas intervenciones”.
El perfil de las mujeres de Oshun
Por lo general, cuenta Espinosa, las mujeres que llegan a las puertas del centro de intervención de Médicos del Mundo son jóvenes. Algo normal, dice, “pues son las que vienen de rutas migratorias”. Son ellas las que llegan a Oshun huyendo de la mutilación genital o de los matrimonios forzados. Aunque, confiesa la trabajadora social, “también llegan mujeres que llevan ya muchos años en nuestro país y son un poco más mayores”.
En los últimos años, lo más normal es que al centro lleguen mujeres de África subsahariana, aunque Espinosa reconoce que no hay un perfil determinado. El trabajo que hacen depende, siempre, de los flujos migratorios. Y así viene sucediendo desde 1998.
Precisamente por eso, indica, no hay una cifra específica de casos en los que intervengan cada año. “Algunos se atienden a 30 o 40 mujeres y otros a 60 o 70; es impredecible”, argumenta.
Una intervención, paso a paso
Aisha (nombre ficticio) llega a las puertas de Oshun, derivada “para una posible detección de mutilación genital”. En España, recuerda Espinosa, “es uno de los motivos por los que se puede pedir protección internacional por motivo de género”. De ahí la importancia de su detección y abordaje.
La mutilación, además, “tiene muchas secuelas para la mujer en un montón de áreas de su vida”, indica la trabajadora de Médicos del Mundo. Por eso, cuando llega una mujer como Aisha, “la atiende tanto un profesional sanitario, que suele ser una ginecóloga, como la trabajadora social, y siempre con la persona que viene de acompañante, de intérprete”, explica.
“Podemos estar perfectamente una mañana entera con esa mujer”, admite Espinosa. Y es que “a lo mejor ella ni siquiera es consciente de estar viviendo esa violencia, porque la tiene normalizada, sabe que ha sufrido un daño, pero no la interioriza como violencia”.
La labor de los profesionales de Oshun, en ese momento, es mantener una conversación con ella, “lo más cercana posible, de manera informal”, en la que intentan “ver qué otros indicios de violencia se van detectando”. Espinosa reconoce que en la mayoría de las ocasiones, al tratarse de temas sanitarios, las mujeres “están más relajadas a la hora de contar cierta información, no se sienten tan agredidas culturalmente”.
El abordaje, explica la experta, está “muy dirigida a la salud, es muy preventivo, muy de atención, muy atendiendo a sus necesidades y muy receptivo, muy de escucha”. Porque para ellas, al fin y al cabo, lo más importante es “que se cree un espacio seguro de escucha, donde puedan contar su testimonio o lo que les apetezca como les apetezca”.
Así se inicia el “circuito” de la intervención, asegura Espinosa. Sobre todo, hablando y explicando las consecuencias y las posibles soluciones de, por ejemplo, su mutilación. Pero es que también se tiene en cuenta “otras cosas en las que necesitan ayuda, sus preocupaciones…”. Porque, explica, “hay mujeres que han dejado a sus hijas en sus países de origen, o que las traen en su viaje migratorio y les preocupa que puedan ser víctimas de estas violencias”.
Una red de mujeres
Oshun, explica Espinosa, se ha propuesto crear una red de mujeres. Y es que son, en muchas ocasiones, las propias mujeres a las que han atendido o que han formado parte de un taller las que animan a otras a acercarse al centro y recibir ayuda. "Se crea una red de apoyo social", porque lo que no se cuenta, parece que no sucede
Por eso, para prevenir este tipo de violencias, el trabajo ha de ser continuo y dentro de las comunidades. “Hay que informar, transmitir otro tipo de información para que dentro de las comunidades se puedan ir cambiando poco a poco esas prácticas nocivas. Y son las mujeres las que van comunicando esa información”, concluye la trabajadora social de Médicos del Mundo.