Situado en la costa norte de la isla de El Hierro, sobre una lengua de piedra, se levanta un pequeño edificio que parece fundirse con el paisaje: el Hotel Puntagrande. Conocido como el hotel más pequeño del mundo, con tan solo 4 habitaciones y declarado Bien de Interés Cultural, estaba destinado a la ruina ya que el propietario, David Nahmias, anunció su cierre ante la dejadez de las instituciones, así como por los ataques recibidos y el vandalismo al que había sido sometido. Sin embargo, Nahmias recientemente ha sorprendido a los lugareños ya que ha anunciado que por el momento se mantendrán abiertos.
"Todo nuestro amor, pasión, dinero y salud están aquí dentro. No somos sólo un pequeño hotel, somos su alma: David y Paula", comentaban recientemente los propietarios del hotel en una publicación de Facebook. Según han explicado, ninguna institución herreña se ha pronunciado acerca del cierre anunciado. "Ellos valorarán si les interesa arreglar el muelle de Puntagrande, un Bien de Interés Cultural", añaden. Por contra, aseguran que los canarios sí han alzado la voz, de todas las islas: "Muchos venís cada año y os quedáis con nosotros, sois familia, amigos”.
"Vivimos en un paraíso y hemos tenido la suerte de haber ayudado a crecer a nuestro único varón. Es nuestro hijo y no podemos incurrir en los errores del pasado, ya lo habían maltratado y nosotros no haremos lo mismo, lo vamos a seguir cuidando y mimando", han expresado.
Asimismo, han apuntado que este hotel "seguirá abierto mientras sigan vivos". "El hotel Puntagrande es nuestro, pero está en Canarias. Es patrimonio vuestro también", ha concluido el propietario del hotel más pequeño del mundo.
Historia
La historia del hotel Puntagrande se remonta a 1830, cuando el edificio se construyó como “una casa de pescadores, llamada Casa de Las Puntas”. Para reconstrucción y su decoración se rescataron muchos objetos de aquella oficina así como de restos de naufragios, lo cual le confiere un aire muy marinero.
Unos años después, en 1887, la familia Hamilton llegó desde Nueva Guinea a la isla de El Hierro con el propósito de emprender negocios. Adquirieron una antigua casa y la ampliaron agregando una planta adicional. Sin embargo, en el siglo XX, en la costa opuesta, se construyó el Puerto de La Estaca, lo que llevó al abandono de la casa. Más tarde, Francisco Padrón Villarreal se sintió atraído por las ruinas y decidió llevar a cabo una completa renovación de la estructura, transformándola en una residencia privada.
No fue sino hasta la década de 1960 que el edificio comenzó a tener un uso turístico, convirtiéndose en "la primera discoteca de El Hierro". Sin embargo, su evolución continuó y se transformó en un restaurante. Finalmente, en 1975, bajo la dirección del arquitecto José Luis Jiménez Saavedra, la estructura se estableció como un hotel completamente integrado en el entorno natural.
Décadas después, en 2018, cambió de nuevo de propiedad, y esta vez fue adquirido por David Nahmis y su mujer Paula, que tras visitar la isla, quedaron totalmente prendados del hotel.
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El 'hotelito' más pequeño
El hotel brinda a sus visitantes vistas espectaculares al mar. Se trata de un enclave turístico diferente y único, inmerso una naturaleza pura y tranquila. Este alojamiento solo para adultos, cuenta con 4 habitaciones y una suite en el último piso, todas con vistas al mar. En su interior descubrimos una gran colección de reliquias navales que completan esta experiencia marítima única, lo que le ha llevado a ser declarado Bien de Interés Cultural en 2018 como sitio etnológico.
Como nos podemos imaginar, disfrutar de este lugar no sale barato. Pernoctar en este hotel en temporada baja va desde los 480 euros por dos noches en una habitación doble, hasta los 2000 euros en la Suite Deluxe, espacio que cuenta con 44 metros cuadrados. Asimismo, es necesario recordar que este alojamiento exige una estancia mínima de dos noches.