Cuando la noticia saltó a los medios de comunicación en 2017, muchos pensaron que la historia parecía sacada de un guión de Hollywood. Y en una época en la que el género negro y las docuseries triunfan entre la audiencia, tenía todos los elementos para convertirse en un éxito: un triángulo amoroso, un cadáver calcinado, la frialdad de los asesinos para ocultar el delito. Efectivamente, el crimen de Rosa Peral y Albert López ha cumplido su destino y se ha estrenado esta semana en Netflix, no exento de polémica.
La serie inspirada en el caso ha salido a la luz a pesar de los intentos de Rosa Peral de parar cautelarmente su emisión. La condenada a 25 años de prisión recurrió a un juzgado de Barcelona pidiendo el "secuestro" de la serie para poder visionarla, como paso previo a la posible interposición de una demanda en materia de derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. La magistrada ni siquiera admitió el caso a trámite: apunta que la petición no se ha realizado en el partido judicial que corresponde, por lo que ella carece de competencia territorial.
Por otra parte, como cuenta Carlos Quílez en el nuevo podcast 'Caso Abierto' publicado por EL ESPAÑOL, Peral pide la revisión de la sentencia que la condenó a 25 años de cárcel como coautora del asesinato de su compañero sentimental, el también policía, Pedro Rodríguez. Peral ha puesto a trabajar a sus abogados en la elaboración de un informe que pretende, en última instancia, que el Tribunal Supremo ordene la repetición del juicio. Rosa Peral lleva seis años en la cárcel y no se resigna a pesar de que todos los tribunales a los que ha acudido no le han dado la razón.
En paralelo, Netflix ha estrenado la película documental 'Las cintas de Rosa Peral' en el que la principal condenada por el crimen de la Guardia Urbana sí ha colaborado con la plataforma para dar su punto de vista sobre el trágico suceso.
Así fue el crimen
Rosa Peral siempre había mantenido relaciones sentimentales con policías. Sus dos hijas son fruto de un matrimonio con un Mosso d'Esquadra. Años después empezó a salir con Albert López, su compañero de unidad. Un tipo "violento", según algunos conocidos, que había sido condenado por haberle pegado a un vendedor ambulante.
Aparentemente, la relación sentimental entre Rosa y Albert no acabó bien y no se hablaban, aunque seguían siendo compañeros. Sin embargo, una persona del entorno de Rosa señalaba a EL ESPAÑOL en 2017 que "nunca dejaron su relación; que la mantenían a escondidas".
En verano de 2016, Peral y otro guardia urbano, Pedro Rodríguez, comenzaron a salir y pasarían a vivir juntos poco después. Según contaban los entornos de ambos, la relación sentimental había pasado por una crisis pero las aguas habían vuelto a su cauce y se les veía felices.
¿Cuál era ese bache? Albert descubrió en enero de 2017 la relación de Rosa y Pedro produciéndose entre ellos un "total enfrentamiento". Albert desveló a Pedro que Rosa había comenzado a salir con él mientras estaba con el propio Albert, lo que motivó una "creciente desconfianza" de Pedro en su novia.
[Un anillo de compromiso, el objeto clave para explicar el crimen de la Guardia Urbana de Barcelona]
Pero según consideró probado el jurado, entre marzo y abril de 2017, se produjo un nuevo y paulatino acercamiento entre Rosa y Albert "que desembocó en que finalmente ambos acusados llegaran a la conclusión de que Pedro Rodríguez, por diversas razones, obstaculizaba su relación".
Tras una discusión, Pedro se marchó de casa y ella decidió no impedírselo; porque creía que él iba a despejarse y porque ella estaba muy liada cuidando de las niñas. O esa fue la versión que le dio a los Mossos. En realidad, en la primavera de 2017 los acusados comenzaron a planear el asesinato de Rodríguez, que decidieron ejecutar en la noche del 1 al 2 de mayo".
Esa noche, posiblemente esperando a que se durmiera, ambos homicidas arrebataron la vida a Pedro. Tirando de sangre fría, el día 2 usaron su móvil y lo movieron de sitio para dejar un rastro digital en el que él aparentemente actuaba con normalidad. En la noche siguiente, llevaron el cadáver de Pedro en su coche hasta una pista forestal cerca del pantano de Foix. Una vez allí, le prendieron fuego al vehículo.
Sin embargo, tan solo un día después de la desaparición de Rodríguez, Rosa y Albert aparecieron juntos en una marisquería, en una cena de policías, para sorpresa de sus compañeros, lo que levantó las primeras suspicacias.
Al día siguiente, un excursionista que caminaba por el campo llamó a los Mossos porque había visto un coche calcinado en un lugar remoto del pantano de Foix. La policía catalana encontró en el maletero el cadáver de Pedro Rodríguez.
Pese a estar carbonizados el vehículo y el cadáver, se encontró parte de la numeración del chasis y una prótesis de espalda que Pedro llevaba desde hacía unos meses y no había llegado a fundirse. Eso permitió identificar al cadáver primero y a los sospechosos después, que serían detenidos en cuestión de días. El mal estado del vehículo impidió que la investigación determinase la causa exacta de la muerte.
El juicio se celebró en marzo de 2020, cuando el jurado popular concluyó que ambos examantes se habían confabulado para matar a Rodríguez, al que "drogaron o medicaron". Albert López fue condenado a 20 años de prisión; Rosa Peral, a cinco más por el agravante de parentesco. Sus recursos de la sentencia ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y el Tribunal Supremo no surtieron efecto.
Peral dista mucho de ser una presa modelo. Tal y como relata EL ESPAÑOL, ha cometido diversas faltas durante su estancia en la cárcel, lo que la ha hecho pasar por las prisiones de Wad Ras, Brians y Mas d'Enric.