Una de cada tres personas en el mundo no tiene acceso a agua potable salubre, dos de cada cinco no tienen ninguna instalación básica en la que lavarse las manos y más de 670 millones carecen de un lugar para defecar. Son datos que recoge Naciones Unidas en el argumentario del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 6 en el que, bajo el epígrafe ‘Agua y saneamientos seguros para todos’, quiere llamar la atención sobre un aspecto que incide directamente sobre la salud de buena parte del planeta.
En nuestro entorno, estas situaciones pueden resultar sorprendentes incluso sin ser conscientes de lo que verdaderamente supone para la vida diaria la carencia de estos servicios y que, en último término, supone un riesgo potencial de transmisión de enfermedades. Por eso no sólo Naciones Unidas sino toda la sociedad ha asumido como un compromiso de cara a 2030 proporcionar a esta parte de la población medios para paliar esta carencia.
Incidir sobre este tema es lo que pretende el Día Mundial del Saneamiento, una cita que se conmemora cada 19 de noviembre y que pretende concienciar sobre el problema y profundizar en estrategias que permitan avanzar en el tratamiento de aguas residuales. Es un proceso básico y en el que siempre hay algo de margen de mejora, incluso en España, donde pese a sus buenas infraestructuras en este ámbito, aún tiene por delante el reto de extender la cobertura a todo el territorio.
Se trata, dicho de otro modo, de ‘Acelerar el cambio’, una meta que de alguna manera enmarca todas las acciones y jornadas de concienciación que han tenido lugar últimamente sobre asuntos relacionados con el agua. Por ejemplo, ya en el Día Mundial del Agua del pasado mes de marzo se recurrió a este lema para implicar de algún modo a toda la población, como ahora.
El papel de los referentes
Porque cada gesto, por pequeño que sea, cuenta. De ahí que las principales compañías del sector tengan aún un papel más destacado y trascendente a la hora de establecer fórmulas eficientes para la gestión eficiente del agua, residuos y energía. Este es el rol que ha posicionado a Veolia como referente mundial de la transformación ecológica gracias a la experiencia acumulada y la innovación que caracterizan sus soluciones para descarbonizar, descontaminar, preservar y regenerar los recursos, de lo que que actualmente se benefician 13 millones de personas abastecidas en agua potable en más de 1.100 municipios solo en España.
En nuestro país, Veolia, a través de Agbar, su hub de conocimiento del agua, gestiona hasta el 23% del total de agua residual tratada, lo que implica la operación de más de 650 estaciones depuradoras que gestionan un volumen de 926,11 hm³ de agua depurada al año.
Este énfasis resulta especialmente relevante en jornadas como este Día Mundial del Saneamiento (o del Retrete), un aspecto de este ciclo del agua que resulta especialmente trascendente, más aún en ámbitos urbanos. Y es que estas redes son una parte básica para el buen funcionamiento de las ciudades.
En España, por ejemplo, estas infraestructuras han mejorado notablemente estos últimos años, con un grado de eficiencia y de operación muy elevado, pero hay que seguir avanzando, especialmente en cuanto a inversión para la renovación. Ayuda a ello la planificación pero también la tecnología y la digitalización que se ha ido introduciendo en su mantenimiento y que hoy en día permite una gestión inteligente de cada aspecto. En este esquema, las metas de Veolia se alinean con el ODS nº6 y por eso hay una garantía de que ese agua residual tratada sea devuelta al medio natural con una calidad acorde a la normativa o bien se destine para nuevos usos en la agricultura, la industria, así como en las propias ciudades (riego de calles, campos agrícolas, jardines urbanos, etc.).
Es una manera de apostar por la economía circular, que es otro de los criterios que aplica Veolia en sus rutinas dado que hay una relación directa entre la gestión sostenible del agua y el cuidado del medio ambiente. Y es que no se trata únicamente de cuidar este recurso en entornos urbanos o industriales -que también-, sino de impulsar iniciativas y proyectos que incidan positivamente en el origen y el final del agua, que no es otro que los entornos naturales en los que este elemento es protagonista y sustenta la vida a su alrededor.
Por eso, la compañía ha enarbolado diversas iniciativas encaminadas a beneficiar el medio natural y entre las cuales hay algunas que han sido destacadas por la propia ONU, por ejemplo. Es el caso de la transformación de depuradoras tradicionales en ecofactorías en las que, en torno al tratamiento del agua, también se articulan mecanismos para valorizar los recursos e incluso producir energías renovables. La ecofactoría Bio Sur de Granada -gestionada por Emasagra, parte del grupo-, y la del Baix Llobregat -de Aigües de Barcelona- son dos de las instalaciones que acaparan el protagonismo de este campo, si bien este porfolio de proyectos incluyen otras soluciones más específicas, como las siguientes:
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