La geografía española está repleta de bonitos pueblos para visitar no solo en verano, sino también a lo largo de todo el año. Sin embargo, julio es el mes escogido por muchos viajeros para tomarse unas merecidas vacaciones y hacer una escapada a alguno de los impresionantes destinos turísticos que hay en España.
Las alternativas son muy diversas, ya que España alberga numerosos pueblos y ciudades perfectas para disfrutar de unos días de descanso. No obstante, elegir un destino puede resultar a veces una tarea difícil. En respuesta a esta situación, National Geographic selecciona cada mes el pueblo más bonito del territorio español para visitar en función de la época del año.
El mes pasado, la sección especializada de viajes de la prestigiosa revista eligió Besalú, en Gerona, como la localidad más bonita para visitar en mayo. Ahora, National Geographic ha revelado cuál es, bajo su criterio, el mejor pueblo de nuestro país para visitar durante el mes de julio. En esta ocasión, la revista ha elegido un municipio de Alicante. Se trata de la localidad de Altea.
Altea es un municipio costero de alrededor de 20.000 habitantes, situado en Alicante. En concreto, en la comarca de la Marina Baja, al noroeste de la provincia. El pueblo se encuentra entre dos bonitas localidades: al norte, Calpe, y al sur, Alfaz del Pi.
Las bases de lo que es hoy Altea se asentaron durante la última fase del dominio musulmán, cuando pertenecía a la taifa de Denia. Desde 1991, el pueblo pertenece al Douzelage, plan europeo de hermanamiento entre diversas ciudades de países integrantes de la Unión Europea. El pueblo cuenta también con el título oficial de capital cultural de la Comunidad Valenciana.
Precioso casco histórico y costa
Altea, conocida como la 'cúpula del Mediterráneo', tiene dos zonas diferenciadas. Por un lado, la costa y, por otro, su casco antiguo. El pueblo está formado por calles estrechas y empedradas y casas blancas repletas de coloridas flores que le dan un encanto especial. Además, el municipio cuenta con miradores que permiten ver su gran belleza en toda su plenitud.
El casco antiguo de Altea, conocido como el Fornet, esconde una preciosa joya: la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo. Situada en la Plaza de la Iglesia, tiene acceso gratuito y su origen es una parroquia de inicios del siglo XVI con estilo neobarroco. Uno de los aspectos que más destacan es la cúpula cubierta con tejas azules, típica de la zona levantina.
A pocos metros de la iglesia, se encuentra un mirador desde el que se puede observar la zona costera de Altea y la inmensidad del mar. En el casco antiguo, además, se encuentran otros puntos de visita imprescindible como son Portal Vell y Portal Nou, además de calles preciosas como Salamanca, Fondo, Santa Bárbara y Cura Cremades.
Pero Altea es también un paraíso por su zona costera, de más de 6 kilómetros, con un gran número de playas como L’Olla, Solsida, Cap Negret, Albir, Cala del Mascarat o La Roda. Todas ellas son de piedras y no de arena. Además, algunas están escondidas entre grandes acantilados.
Altea esconde un gran tesoro: la isla de la Olleta. Ubicada en el Parque Natural de Serra Gelada, dentro se han encontrado restos arqueológicos de la época romana. Sus aguas cristalinas la convierten en un lugar perfecto para bucear o practicar snorkel y contemplar así su maravilloso fondo marino.
El municipio alicantino también deja espacio para la naturaleza. En este sentido, el lugar más bello es la Sierra de Bèrnia, donde se encuentran las ruinas del castillo y un campo de golf. Además, el visitante puede hacer rutas impresionantes, como la de los Arcos o la del Forat de Bèrnia.
Altea cuenta también con una rica gastronomía, que fusiona el mar y la huerta. En concreto, su cocina está basada en el pescado, el marisco y la hortaliza para la elaboración de sus platos más típicos.
Algunos de los platos más populares son el arroz a banda, la paella con boquerones o el arroz del senyoret. También los arroces con habichuelas, la paella de boquerón o el arroz con cebolla.