Esta es la espectacular Ruta del Miedo: el paraíso más misterioso de España lleno de senderos y grutas

España es un lugar maravilloso lleno de entornos perfectos en los que perderse. Desde sus espectaculares playas hasta sus zonas montañosas repletas de encanto y maravillas naturales. Sin embargo, hay rincones que muchas personas desconocen y que son perfectos ejemplos de belleza. 

Uno de los más espectaculares y especiales es el Barranco de Badajoz, un punto de la isla de Tenerife que no muchos conocen, pero que tiene encantos escondidos y repletos tanto de magia como de misterio. Por ello, forma parte de la Ruta del Miedo. Sus tonos oscuros y cerrados, muchas veces cubiertos por la niebla, lo convierten en un paraje lúgubre y tenebroso que atraen a muchos turistas por su carácter llamativo. 

Además, se trata de un lugar repleto de riqueza botánica y con innumerables capítulos de historia. Por ello, se trata de un destino imprescindible si hemos tomado la siempre acertada decisión de volar a Tenerife para pasar unos días de descanso. Ahora, te contamos más sobre este particular enclave donde podremos hacer además una de las rutas de senderismo más increíbles del mundo.

¿Cómo es la Ruta del Miedo?

La Ruta del Miedo se encuentra en Santa Cruz de Tenerife. Tenemos que descender por la autovía TF-1 hacia El Médano, descubriendo los paisajes de carácter áridos y casi sin vegetación donde el sol golpea de manera abrasadora y que contrastan enormemente con la nubosidad del norte de la isla, especialmente en la zona junto al Teide. 

En este rincón de la isla podemos encontrar maravillas como el municipio de Güímar, conocido sobre todo por sus enigmáticas pirámides. Sin embargo, se trata de una zona marcada por sus impresionantes barrancos, los cuales forman buena parte de los paisajes de toda la isla. 

Además, en toda esta región podemos gozar de una vegetación exuberante. Uno de esos barrancos, quizás el más famoso e importante, es el barranco de Badajoz, ubicado en una elevación de más de 1.800 metros sobre el nivel del mar, cerca de las Ventanas de Güímar, un lugar que se ha hecho famoso por las numerosas historias que alberga entre sus paredes volcánicas.

Hay quienes afirman haber visto seres de luz entre sus rincones, pero también esferas brillantes o incluso murmullos extraños durante la noche. Además, también circula el mito de que se trata de una puerta hacia otra dimensión. Una de las leyendas más conocidas es la de la Niña de las Peras, que desapareció misteriosamente y regresó décadas después sin haber envejecido.

Vista del Barranco de Badajoz, en Tenerife.

El Barranco de Badajoz es un pequeño enclave repleto de belleza natural y que cuenta con una enorme variedad de especies vegetales y endémicas. En algunos de sus tramos podemos encontrar madroños y dragos por decenas. Se podría decir que el Barranco de Badajoz es uno de los lugares más reconocibles y legendarios de todo Tenerife. 

Los habitantes de la zona se refieren a él como el Chamoco y registra vestigios de actividades pasadas que se encuentran en la Cueva del Cañizo, una profunda cavidad inaccesible a más de cien metros de altura en uno de los flancos del barranco.

Toda esta zona se puede conocer a través de una increíble ruta de senderismo de unos 6 kilómetros contando con la ida y la vuelta. No se trata de una travesía muy complicada, pero presenta algunos pasos estrechos. Al final del camino hay un montículo de piedras en una pared que sí requiere de cierta habilidad para superarlo. 

Por si esto fuera poco, el Barranco de Badajoz es famoso también por sus galerías de agua, las cuales fueron excavadas en el siglo XIX para aprovechar el agua filtrada en las rocas. Algunas de las más famosas son la del Acaymo o la de El Almagro. Estas zonas son fundamentales para el abastecimiento de agua en las zonas agrícolas del municipio de Güímar. Y algunas de estas galerías, como la de El Cañizo, han sido cerradas debido a su peligrosidad.

Esta es sin duda la zona más espectacular, ya que se trata de una profunda cueva situada a unos 100 metros de altura. Recibe este nombre porque en su techo tiene colocadas hasta doce varas de caña que se pueden ver desde el cauce del barranco. La dificultad para acceder a ella ha perjudicado a los estudios que allí se han hecho.