En España existen infinidad de expresiones autóctonas, refranes y dichos que no son fáciles de entender a no ser que hayas pasado una temporada conviviendo en el país. De hecho, casi todas las situaciones de la vida cotidiana cuentan con alguna de estas sentencias, que gozan de una enorme popularidad en nuestro país. Estas expresiones han formado parte de nuestro lenguaje desde su origen y posterior transmisión oral a lo largo de la historia hasta la actualidad. Es el caso de una frase de lo más común en nuestro país: "Irse por los cerros de Úbeda"

Esta cuestión cuenta con una respuesta sencilla. Concretamente se refiere a una serie de situaciones en las que una persona divaga o se aleja significativamente del tema de la conversación que se está manteniendo. Es por esto por lo que se usa un imperativo para reconducirle. Esta forma del lenguaje es conocida como 'no te vayas por los cerros de Úbeda'. Así, se consigue que el interlocutor regrese a la conversación y abandone el asunto sobre el que estaba dialogando.

Para conocer de dónde viene esta frase, hay que remontarse hasta el siglo XIII. En el año 1234, la localidad de Úbeda estaba siendo reconquistada por los cristianos. En ese momento, durante la batalla, un capitán de gran relevancia llamado Álvar Fáñez desaparece y es dado por muerto. Sin embargo, esto no fue así.

Imagen de archivo de los Cerros de Úbeda (Jaén).

Cuando el capitán reaparece Úbeda ya había sido reconquistada. El rey que lo creía muerto le pregunta que dónde había estado, a lo que Fáñez le responde: "Me perdí por aquellos cerros de Úbeda".

En ese momento fue considerada de forma irónica, ya que se usaba para señalar la supuesta cobardía del capitán, también conocido como 'El Mozo'. Sin embargo, se cuenta que el motivo de su desaparición poco tiene que ver con una huida cobarde de Fáñez. La leyenda narra que fue a encontrarse a las afueras de Úbeda con una morisca para expresarle su amor

A pesar de esto, el origen de esta frase, que se acuñó para expresar cobardía, ha llegado hasta la actualidad, pero, en este caso, se utiliza cuando alguien se escaquea o da rodeos a la hora de contar un hecho.