El mes de septiembre llega y con él el final del verano para muchas personas. A pesar de que todavía quedan días de la etapa estival en el calendario, lo cierto es que no hay mayor indicativo de esta circunstancia que la vuelta al colegio o el regreso al trabajo.
De esta manera, muchas personas dirán adiós a la época en la que más solemos viajar, especialmente en avión, para disfrutar de esas vacaciones. Lo llamativo de esta situación es que la próxima vez que nos subamos a un avión podríamos hacerlo con un cambio total en nuestro vuelo.
Y es que ha llegado el final de las botellas de agua en los aviones. Al menos, en los vuelos gestionados por la compañía Ryanair, conocida por ser la 'reina' de las aerolíneas low cost, pero también por ser la entidad más grande de Europa en cuanto al mercado aéreo se refiere. A partir de ahora, la empresa irlandesa ha tomado la drástica decisión de prohibir a los viajeros que vuelen hacia España subirse al avión con sus botellas de agua.
¿Por qué han prohibido las botellas de agua en los aviones?
El motivo detrás de esta prohibición es de lo más curioso. Debido a su particular política de precios bajos, Ryanair opera muchos vuelos hacia España con Ibiza como destino. Suficientemente caro es viajar hasta la isla pitiusa como para perder dinero también con nuestros billetes de avión.
Por eso, muchas personas se decantan por las ofertas de vuelos para intentar ahorrarse unos euros. Especialmente extranjeros llegados desde zonas como Reino Unido. En los últimos meses, en la compañía se han dado cuenta de que cada vez más personas realizaban estos viajes con lo que aparentaban ser botellas de agua en sus manos o mochilas.
Sin embargo, la realidad era otra bien distinta. Algunas personan cambiaban sus líquidos haciendo pasar por agua lo que en realidad era vodka. Una bebida del mismo color, pero con una alta graduación de alcohol. Esta, ingerida en grandes cantidades, terminaba provocando que estas personas generaran grandes conflictos en dichos vuelos.
Ante esta situación, la compañía ha tomado la drástica decisión de prohibir las botellas de agua en vuelos dirección a España. Así lo ha anunciado Michael O'Leary, consejero delegado, con el objetivo de que los pasajeros puedan beber alcohol a bordo.
"Solíamos permitirles llevar a bordo únicamente botellas de agua, sin darnos cuenta de que estaban llenas de vodka. Ahora ni siquiera les permitimos tomar agua". Así lo explicaba el dirigente de la conocida aerolínea. Sin embargo, tal y como reconoce Michael O'Leary, el problema no estaba solo en ese cambio de agua por vodka.
En estos vuelos en dirección a zonas como Mallorca o Ibiza, donde muchos de los pasajeros acudían por motivos de ocio, buscando fiesta y desenfreno, aquellos que llevaban botellas de agua terminaban mostrando comportamientos extraños de manera recurrente. "En los viejos tiempos, las personas que bebían demasiado se quedaban dormidas. Pero ahora estos pasajeros también toman pastillas y polvos. Es una mezcla. Conduce a un comportamiento mucho más agresivo que se vuelve muy difícil de manejar".
El consejero delegado de Ryanair afirma que estos contratiempos y alborotos, con peleas a bordo incluidas, no solo afectan a la tripulación, sino también al resto de viajeros: "Los pasajeros que se pelean entre sí es ahora una tendencia creciente a bordo de los aviones".
Entre todos los vuelos que llegan a España hay un lugar que se ha convertido en el mayor foco de problemas: "Ibiza es, con diferencia, el peor destino para esto". Aún así, desde Ryanair aseguran que el problema no solo está en España, ya que se producen situaciones similares en otras zonas como las islas griegas o en ciudades como Liverpool, Glasgow, Manchester o Edimburgo.
En esta línea, Michael O'Leary ha expresado que la preocupación que sienten en estos momentos no solo está estrechamente ligada con las personas que suben con alcohol a bordo, sino con el que ingieren estando en el aeropuerto. Por ello, considera que el límite de alcohol permitido debería situarse en las dos bebidas por cada tarjeta de embarque con el objetivo de que nadie se suba a un avión estando ebrio.