Se acabaron las pruebas en Perú para los cinco expedicionarios del Desafío Santalucía Séniors: Leticia, Pilar, José Antonio, Álvaro y Pepe ya han vivido las primeras pruebas del que consideran uno de los mayores retos de su vida. Tras varios días y pruebas de aclimatación en Huaraz, la capital de la cordillera blanca peruana, los séniors pusieron rumbo hasta Yungay. Esta pequeña población, que fue sepultada completamente en 1970 por una tremenda avalancha causada por un terremoto, sirvió como punto de inicio de la primera etapa en bicicleta.
Mil cuatrocientos metros de desnivel, 35 kilómetros de ruta y cuatro horas sobre los pedales tuvieron que enfrentar los expedicionarios para poder llegar hasta el campamento de Orconcocha. Un desafío que fue especialmente duro, según el propio director de la expedición, Carlos Martínez, en el que uno de los participantes tuvo dificultades para terminar, pero en el que todos llegaron, aunque cansados, al final.
De camino tuvieron tiempo para parar a comer en Shillcop, una pequeña localidad donde los expedicionarios entregaron 15 ordenadores portátiles facilitados por el Grupo Santalucía como donación a los menores que allí estudiaban. "Estoy realmente contento porque nos va a ayudar mucho a estudiar", decía Leo, de diez años, al grupo.
El resto de la etapa fue complicada, según los propios expedicionarios. "No me la esperaba así, noté cómo las piernas comenzaron a darme calambres. Ahí sentí un poco de miedo", cuenta Pilar, que vio en sus propios ojos la complejidad del camino. "Fue muy duro. En menos altura lo habría llevado mucho mejor", continúa en la misma línea Pepe, desde el campamento. Para este último la expedición está siendo "una experiencia increíble". "Para mí es un legado, para mis nietos, para mis hijos. No es fácil que la gente pueda acceder a este tipo de desafíos, me siento muy orgulloso de poder estar aquí", expresa.
Al término del día y comienzo de otra fría noche en los andes peruanos, la expedición pudo descansar en un campamento que sirvió como base también para el día siguiente. A las seis de la mañana el sol hacía despertar las tiendas de campaña y los expedicionarios ponían rumbo a una nueva etapa de trekking. Considerada como nueva etapa de aclimatación, los expedicionarios ascendieron hasta la popular Laguna 69, a 4600 metros de altitud, donde las aguas de color turquesa marcaban el corazón de la Cordillera Blanca.
Y después de esta nueva etapa, un día más, la luna se sobrepone sobre el cielo del Parque Nacional Huascarán y los expedicionarios tratan de descansar. La próxima etapa, considerada, por su dificultad, la reina de las que harán en bicicleta, les pondrá al límite de manera física y también psicológica, en una ruta considerada bastante complicada que servirá como previa al intento de hacer cumbre en el Vallunaraju.
Longevidad positiva
El Desafío Santalucía Séniors, organizado por el Grupo Santalucía, no es sólo una expedición de aventura; es una iniciativa que busca inspirar y promover la longevidad positiva. En un mundo que a menudo subestima las capacidades de las personas mayores, estos cinco expedicionarios están rompiendo estereotipos y demostrando que nunca es tarde para perseguir nuevos horizontes. La compañía ve en esta expedición una forma de fomentar una visión más activa y saludable de la vejez. Los expedicionarios, con sus historias y logros, son embajadores perfectos de este mensaje.
Mientras ascienden hacia la cumbre del Vallunaraju, Leticia, Pepe, Pilar, José Antonio y Álvaro llevan consigo más que equipo de montaña. Portan un mensaje poderoso sobre la capacidad humana para superar desafíos y reinventarse a cualquier edad. Cada paso que dan es una afirmación de que la vida después de los 65 puede ser tan vibrante y llena de aventuras como uno decida que sea. a la acción para las generaciones más jóvenes y para la sociedad en general. Invita a replantear las percepciones sobre el envejecimiento y a valorar la experiencia y sabiduría que aportan las personas mayores. Al enfrentarse a condiciones extremas y superar obstáculos, estos cinco séniors están redefiniendo lo que significa envejecer.
El Desafío Santalucía Séniors es sólo el comienzo. Se espera que esta iniciativa inspire a muchos más a buscar sus propias cumbres, ya sean físicas, emocionales o espirituales. A medida que estos protagonistas conquistan los Andes, están sentando las bases de un movimiento que celebra la longevidad como una etapa de oportunidad y crecimiento. Porque, al final, la verdadera cumbre no es la montaña, sino la vida misma, vivida con pasión, propósito y una inquebrantable voluntad de seguir adelante. Como bien lo resumió Pilar Utrilla: "Nunca es tarde para empezar a hacer retos, ponerte en marcha y hacer lo que te gusta".