El tapeo es una de las tradiciones gastronómicas más arraigadas en la cultura española. Esta costumbre, que consiste en recorrer bares y restaurantes degustando diferentes tapas –pequeñas porciones de comida que se sirven junto a bebidas–, va más allá de una simple forma de comer. Se trata de toda una experiencia social que invita a disfrutar de un ambiente distendido.
Todas las ciudades españolas cuentan con zonas populares donde tapear se convierte en un verdadero placer, perfecto para compartir momentos con familiares y amigos. En este sentido, es habitual que esta oferta gastronómica se concentre en céntricas calles.
Entre todas las zonas para tapear en España, existe una calle que se ha convertido en el epicentro del tapeo en nuestro país. Se trata de la calle Laurel, situada en Logroño. En concreto, esta emblemática vía se sitúa en pleno casco histórico de la ciudad, muy cerca de otros puntos turísticos importantes, como la Catedral de Santa María de la Redonda y la Plaza del Mercado.
Esta estrecha vía forma parte de un entramado de calles conocido como la 'Senda de los Elefantes', apodo que se le da por la costumbre de salir de tapas y acabar "caminando como un elefante". Y no es para menos, ya que, a pesar de su corta longitud, de apenas 200 metros, cuenta con más de 80 bares y restaurantes.
La gran oferta gastronómica que proporciona esta calle ofrece una experiencia culinaria única. Cada establecimiento suele tener una tapa o pincho específico por el que es reconocido y los visitantes suelen ir de bar en bar probando las especialidades de cada lugar.
Además de su amplia oferta gastronómica, lo que hace que la calle Laurel sea la mejor vía para tapear de España en su ambiente festivo, especialmente durante las tardes y noches. Y es que es habitual encontrar a un gran número de personas, tanto locales, como turistas, disfrutando de un momento de encuentro social.
Durante las fiestas locales, como las de San Mateo, celebrada en septiembre, y las de San Bernabé, en junio, la calle se convierte en uno de los puntos neurálgicos de la ciudad, con una afluencia masiva de gente dispuesta a probar las distintas tapas que ofrecen bares y restaurantes.
Los bares más famosos de la calle Laurel
La oferta de tapas es muy amplia, aunque las que más triunfan entre los locales y turistas son aquellas de productos típicos de la gastronomía española. Es el caso de las patatas bravas, el zapatilla -un bocadillo de jamón serrano-, la morcilla o la tortilla de patata. No obstante, muchos bares se reinventan y ofrecen su propia versión de los clásicos.
Además, lo habitual es acompañar la tapa de una copia de vino de La Rioja, uno de los más reconocidos del mundo. Casi todos los bares ofrecen una amplia selección de vinos de bodegas locales, tanto tintos como blancos, que cuentan con la denominación de origen protegida.
La calle Laurel cuenta con más de 80 bares y restaurantes. Uno de los más famosos es el bar Blanco y Negro, considerado el más antiguo de la ciudad y donde destaca el "matrimonio", una deliciosa combinación de anchoas, boquerones y pimiento verde.
Otros bares que brillan por sus tapas son Soriano, especializado en champiñones a la plancha con gambas, Ángel, famoso por su versión de las patatas bravas o Jubera, conocido por sus crujientes patatas bravas.
Disfrutar de esta experiencia culinaria y social no sale muy caro. Y es que los precios suelen ser bastante asequibles. Las tapas cuestan entre 1,50 y 3,50 euros, mientras que una copa de vino de la región suele tener un precio de entre 1,20 y 2,50 euros, dependiendo de la bodega y la calidad del vino.
La calle Laurel es la más famosa para tapear. Sin embargo, no es la única en el casco antiguo dedicada a esta práctica. Otras vías cercanas, como la calle San Juan y la calle San Agustín, también cuentan con bares y restaurantes con una suculenta oferta. Entre las tres forman un triángulo perfecto para los amantes de la gastronomía.