La geografía española esconde joyas únicas. Lugares que parecen sacados de un cuento por su encanto especial. Es el caso de las villas fortificadas, asentamientos urbanos o rurales que, por razones defensivas, están rodeados por murallas o estructuras diseñadas para proteger a sus habitantes de ataques externos.
Las villas fortificadas son características de la Europa medieval, aunque también se encuentran en otras partes del mundo y en diferentes períodos históricos. Su función principal era proporcionar seguridad a los residentes en tiempos de guerra o conflicto, especialmente durante la Edad Media.
Existen varios ejemplos de villas medievales en España, aunque hay una que destaca por conservar intacta su muralla y tener entramado urbano de casas único. Se trata de Montfalcó Murallat, un pueblo que pertenece al municipio de Les Olugues, ubicado en la comarca de la Segarra, en la provincia de Lleida.
Esta villa medieval, declarado Bien Cultural de Interés Nacional, está situada en lo alto de una colina que controla el valle del río Sió. De hecho, el nombre 'Montfalcó' proviene de "mont" (monte) y "falcó" (halcón), debido a su ubicación estratégica elevada.
Los orígenes de esta fortificación se remontan a los tiempos de la Reconquista, en el siglo XI, cuando los condados catalanes luchaban por recuperar territorio de manos de los musulmanes. En esta época, se construyeron el castillo y la muralla como medidas defensivas para proteger el asentamiento.
Un pueblo de apenas 18 habitantes
El pueblo que esconde la fortificación medieval está prácticamente deshabitado, ya que solo están censadas 18 personas, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2023. La villa destaca por estar rodeada por una muralla que, a diferencia de otras ciudades amuralladas, sigue estando prácticamente cerrada, sin haber sufrido modificaciones significativas a lo largo de los siglos.
La muralla solo tiene una puerta de acceso debido a su diseño defensivo. Alrededor de ella están construidas una quincena de casas adosadas, que utilizan la muralla como pared trasera. Algunas de ellas han sido restauradas y adaptadas como alojamientos turísticos. Además, su posición elevada ofrece vistas panorámicas de los alrededores.
Una vez dentro de la fortificación, se puede pasear por sus calles porticadas que transportan a su pasado medieval. El núcleo del pueblo se organiza alrededor de una plaza central donde se conserva una antigua cisterna que recogía el agua de los tejados y un horno de pan comunitario, en el que se amasaba la harina y se hacía el pan, todo cubierto por una bóveda.
De la plaza salen dos calles, una recorre el interior de la muralla, mientras que la otra lleva a la iglesia de San Pedro, una pequeña edificación románica construida entre los siglos XVII y XVIII aprovechando una torre circular de defensa para la construcción del ábside. El edificio ha sido reformado y reconstruido a lo largo de la historia y en la actualidad solo se conserva el ábside y la puerta de entrada.
Montfalcó Murallat parece estar "detenido en el tiempo". Y es que su reducido tamaño y escasa población han permitido que se conserve con muy pocas alteraciones. Además, uno de los grandes atractivos del pueblo medieval es su paisaje natural, ideal para practicar senderismo y actividades al aire libre.
Si visita este pueblo leridano puede aprovechar para conocer otras localidades históricas de la comarca. A solo cuatro minutos en coche se encuentra Les Oluges. Este municipio destaca por su patrimonio histórico, que incluye una iglesia románica y un castillo medieval, construido entre los siglos XI y XII, y que se alza en la parte alta del municipio.