Este mes de octubre, como cada año, los españoles deberemos decir adiós al horario de verano y dar la bienvenida al de invierno. Un ajuste exigido por la Directiva 2000/84/CE de la Unión Europea para aprovechar mejor las horas de luz natural y, de esa forma, ahorrar energía.
Con el cambio horario, que se mantendrá durante los próximos cinco meses, anochecerá y amanecerá una hora antes de lo habitual. Es decir, en algunas zonas de España se oscurecerá el cielo antes de las 18:00 horas, mientras que será de día desde las 07:00 horas.
Tan solo faltan unos días para que se produzca este cambio de hora. En concreto, el nuevo horario llegará en la madrugada del sábado 26 de octubre al domingo día 27. Entonces, los españoles deberemos atrasar nuestros relojes una hora: a las 3:00 serán las 2:00.
Con la llegada del horario de invierno, nos enfrentamos a una serie de ajustes en nuestros ritmos diarios. Una de las principales dudas que surgen es si dormiremos más o menos con este cambio horario. Al atrasar nuestros relojes y pasar de las 03:00 a las 02:00 horas, lo cierto es que ganaremos una hora más de sueño.
Dormir una hora más será beneficioso para nuestra salud. Ayudará a reducir la fatiga acumulada y a reajustar el ritmo circadiano, ya que se sincronizará mejor el ciclo de sueño con los patrones de luz natural.
No obstante, el cambio de horario "altera el tiempo de exposición al sol y desequilibra el reloj interno, que tarda varios días en reajustarse", tal y como señala la Sociedad Española del Sueño (SES) en un comunicado. Estos cambios provocan, según la organización, "un sueño insuficiente, desorganizado y de mala calidad".
Otro efecto que puede aparecer durante los primeros días del cambio de hora es que notemos el ánimo ligeramente más bajo por la disminución de secreción de serotonina al disminuir las horas de luz. Además, podemos desarrollar un déficit de vitamina D, una vitamina con un papel primordial en la mineralización ósea en todas las edades.
¿Por qué se cambia la hora?
El cambio de hora es una medida que se realiza dos veces al año en España y tiene por objetivo ajustar la jornada laboral con las horas de luz diarias. De esta forma, se contribuye al mejor aprovechamiento de la luz natural y, por tanto, al ahorro de energía. Y es que, al atrasar los relojes una hora, amanece más temprano y se produce un reajuste de los horarios de la población a las horas de luz.
El origen del cambio horario está en el siglo XVIII, cuando el científico y embajador de Estados Unidos en Francia Benjamin Franklin lo propuso por primera vez con el objetivo de ahorrar en energía. Aunque la propuesta no prosperó, sentó precedente para que, 200 años después, alguien volviera a tener en consideración esta medida.
El cambio de hora finalmente se llevó a cabo en 1918 en Estados Unidos con el objetivo de ahorrar combustible, aunque no fue hasta la Segunda Guerra Mundial cuando el gobierno del país obligó a todos los estados miembro, por mandato oficial, a establecer el horario de verano para ahorrar recursos y energía. A día de hoy, casi 70 países del mundo aplican el horario de verano.
En el caso de España, el cambio de hora genera un gran debate entre quienes defienden que se mantenga y quienes optan porque se establezca una misma hora para todo el año. No obstante, los cambios de hora están fijados por Decreto Ley hasta 2026. Por tanto, habrá que esperar al menos hasta entonces para saber si esta medida llega a su fin.