Cuando pensamos en el invierno, lo primero que nos viene a la mente es el frío, los abrigos gordos y la necesidad de huir cuanto antes del mal tiempo. Sin embargo, en la isla de Tenerife, hay un pequeño rincón a orillas del océano Atlántico donde el invierno es solo una palabra más en el calendario.
Se trata de Candelaria, un encantador pueblo marinero situado a apenas 20 kilómetros de Santa Cruz de Tenerife, la capital de la isla. Un lugar idílico que destaca por tener un clima privilegiado durante todo el año.
Mientras en otras regiones de España las temperaturas bajan considerablemente, allí se mantiene un ambiente suave y agradable, con una temperatura que oscila entre los 15 y los 28 grados en invierno, lo que permite disfrutar del sol y del mar sin renunciar a la comodidad de un clima primaveral.
Sin embargo, no es el clima lo único que hace especial a este pequeño rincón canario. Cabe destacar que este pueblo está considerado como un lugar sagrado en las islas Canarias. Allí se encuentra la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria, donde reside la patrona del archipiélago. Un hecho que convierte a la localidad en un importante centro de peregrinación, siendo un símbolo religioso y cultural para toda la comunidad canaria.
Cada 15 de agosto, miles de fieles participan en la Caminata a Candelaria, una tradición que reúne a personas de todas partes de las islas. Por un sendero, conocido como el "Camino de Candelaria de la Orotava", los peregrinos caminan hasta la basílica para rendir homenaje a la Virgen.
Y aunque en invierno no se pueda disfrutar de esta tradicional celebración, hay que saber que pasear por el centro histórico de Candelaria permite conectar con el pasado, mientras el sonido del mar aporta una sensación de tranquilidad y belleza que hace único al lugar.
Este municipio es un pueblo que mantiene viva la memoria de sus raíces, especialmente la herencia guanche, los primeros habitantes de las islas Canarias. La historia de este pueblo se refleja en su paseo marítimo, donde se alzan grandes estatuas de los menceyes guanches, los antiguos reyes aborígenes. Un homenaje a la cultura y la identidad de Tenerife, que además adorna sus calles.
Asimismo, no querrás irte sin probar sus platos típicos. La gastronomía local es otro de los grandes atractivos de la localidad. Allí, sus visitantes podrán degustar aperitivos tan tradicionales como los pescados frescos de la zona o las legendarias papas arrugadas con mojo.
Un verdadero encanto culinario que se fusiona con la atmósfera de este pintoresco pueblo, ideal para disfrutar del invierno junto al relajante sonido del mar y el encanto de un puerto marinero de toda la vida.