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Cada año, en muchos países del mundo, se produce un cambio que altera la rutina diaria de millones de personas: el cambio de hora. Este ajuste, que ocurre dos veces al año, provoca un giro temporal en nuestras vidas, afectando desde nuestros horarios de trabajo hasta la forma en que aprovechamos las horas de luz.

En primavera, los relojes se adelantan una hora, lo que promete días más largos y noches más cortas. En otoño, ocurre lo contrario, y la oscuridad parece llegar más temprano.

No obstante, a pesar de sus intenciones de aprovechar mejor la luz natural, puede tener efectos importantes en nuestra salud y bienestar. El simple hecho de adelantar el reloj una hora en primavera o atrasarlo en otoño puede alterar nuestro ritmo circadiano, el reloj biológico interno que regula el sueño y otros procesos fisiológicos.

¿Cómo nos afecta?

El cambio de hora tiene un impacto más profundo de lo que a menudo pensamos. Aunque muchas personas lo perciben como un simple ajuste de reloj, los efectos que tiene sobre nuestro cuerpo y mente pueden ser significativos.

A continuación, exploramos desde EL ESPAÑOL cómo este cambio puede influir en distintos aspectos de nuestra salud física y emocional.

1. Alteraciones en el sueño

El cambio de hora es conocido por desajustar el ritmo circadiano, lo que puede interrumpir nuestros patrones de sueño. Adelantar el reloj en primavera (lo que significa perder una hora de sueño) puede llevar a dificultades para dormir, insomnio o un sueño menos reparador.

Esto puede generar cansancio y somnolencia durante el día. En otoño, aunque se gana una hora de sueño, el cambio puede trastocar también la calidad del descanso, ya que el cambio de la rutina puede hacer que nos cueste adaptarnos.

2. Fatiga 

Debido a la interrupción en los ciclos de sueño, muchas personas experimentan fatiga y falta de energía en los días posteriores al cambio de hora.

La adaptación del cuerpo a un horario distinto puede hacer que nos sintamos más cansados o somnolientos, lo que también puede afectar nuestra productividad en el trabajo o en actividades diarias.

3. Estado de ánimo

Asimismo, el ajuste en el horario puede tener un impacto en el estado de ánimo. La falta de sueño, la irritabilidad o la sensación de desajuste pueden generar estrés y ansiedad.

En particular, las personas que sufren de trastornos afectivos estacionales (como la depresión invernal) pueden sentir una mayor tristeza o melancolía debido a la menor cantidad de luz solar en otoño, o una sensación de ansiedad cuando se adelanta la hora en primavera.

4. Capacidad de concentración

El cansancio generado por la alteración del ciclo de sueño puede también disminuir nuestra capacidad de concentración y atención. Esto puede tener efectos negativos en el trabajo o los estudios, ya que nos resulta más difícil mantener la productividad o realizar tareas que requieren un alto nivel de concentración y habilidades cognitivas.

Por lo que este suceso incrementa la posibilidad de cometer errores o sufrir accidentes, tanto en el ámbito laboral como en la carretera. Este fenómeno es más evidente justo después del cambio de hora.

5. Salud y bienestar

Asimismo, varios estudios sugieren que el cambio de hora, especialmente el de primavera, puede tener efectos sobre la salud cardiovascular. Tras el ajuste, existe un pequeño aumento en el número de infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares, aunque los efectos son temporales. Esto se debe al estrés físico y emocional asociado con el ajuste del reloj.

El cambio de hora también puede influir en nuestros hábitos alimenticios. La alteración de los horarios de sueño y de luz puede modificar el apetito y los patrones de comida. Algunas personas tienden a comer más o menos de lo habitual durante los días posteriores al cambio de hora, lo que puede afectar la digestión o la regulación del peso corporal.

6. Irritabilidad y el estrés

Y por último, la alteración en los horarios puede generar sensación de estrés o irritabilidad, ya que nuestro cuerpo se ve forzado a adaptarse rápidamente a una nueva rutina.

La falta de descanso adecuado, la sensación de desajuste y las preocupaciones por los efectos a corto plazo del cambio pueden elevar los niveles de cortisol, la hormona del estrés.