Los semáforos son parte de nuestro día a día y su origen se remonta al año 1868, cuando un ingeniero británico llamado John Peake Knight diseñó el primer semáforo con la finalidad de controlar el tráfico de vehículos, inspirado por un elemento similar que hacía uso de señales lumínicas para la regulación de ferrocarriles y trenes.
En diciembre de ese año fue colocado el primer semáforo del mundo, en pleno centro de Londres, frente al parlamento británico de Westminster. Sin embargo, fue un fracaso, ya que pocos después de su instalación, explotó accidentalmente. Ese primer semáforo contaba con dos lámparas de gas y unos brazos mecánicos que por el día se colocaban en vertical para "dar paso" y en horizontal para "parar". Por la noche, el gas encendía una mecha de colores rojo y verde para estas órdenes, siendo estas accionadas por un supervisor.
Con el avance de la industria del automóvil hubo que inventar un semáforo más seguro, y lo hizo al mismo tiempo que la farola eléctrica. Fue Garret Augustus Morgan quién, en el año 1914, instaló el primer semáforo moderno en el cruce de la venida Euclid y la calle 104 de Cleveland, en Estados Unidos. En este diseño ya se incluían luces rojas y verdes, así como un altavoz para advertir de la señal de pasar o no pasar.
El color ámbar en los semáforos llegó de la mano del inventor Williams Potts, en el año 1920. Asimismo, no fue hasta los años 50 cuando fueron introducidas las figuras humanas que resaltan en los colores para regular coches y peatones.
La ciudad española con más semáforos de toda Europa
En España, el primer semáforo llegó el 17 de marzo del año 1926, y fue colocado en la intersección entre la actual Gran Vía, antes llamada Conde de Peñalver, y la calle Alcalá. Su construcción e instalación supuso un coste de 23.850 pesetas de la época, lo que en la actualidad supondrían unos 143,34 euros.
Desde entonces todo el país fue colocando sus respectivos semáforos para la regulación del tránsito tanto de vehículos como de peatones, y en España se encuentra la ciudad con más semáforos de toda Europa y, para sorpresa de muchos, no es Madrid.
La ciudad española con más semáforos es Valencia, que es la segunda ciudad del mundo con más semáforos, solo por detrás de Nueva York, que cuenta con un semáforo por cada 617 habitantes en la que es la ciudad más poblada de Estados Unidos. Por su parte, valencia es la ciudad con más semáforos de todo el continente, con un total de 1.100 semáforos instalados y una población de 792.492 habitantes, lo que supone que haya un semáforo por cada 720 habitantes.
Para hacerse una idea de lo que esto supone, en Barcelona nos encontramos con que hay un semáforo cada 2.000 habitantes, mientras que, en Madrid, hay instalado un semáforo por cada 2.700 personas.
Más allá de ser la ciudad española y europea con mayor número de semáforos, Valencia es también la ciudad en la que los semáforos tardan menos tiempo en cambiar, ya que los peatones cuentan, de media, con un menor tiempo para poder atravesar los pasos de cebra, lo que al mismo tiempo provoca que los conductores pierdan menos tiempo esperando que el semáforo se ponga en verde. Este es un dato relevante, ya que diferentes estudios apuntan a que cada ciudadano español pierde una medida de 30 hora al año atrapados en atascos.
Por otro lado, conviene recalcar que en la Comunidad Valenciana se encuentra la primera población que retiró todos sus semáforos de sus calles, que es Xirivella, que cuenta con una población que se sitúa por encima de los 30.000 habitantes y que en el año 2014 retiró su último semáforo. Con esa medida ha conseguido que la siniestralidad en los últimos cinco años se haya reducido en un 60%.
La importancia de los semáforos
Los semáforos son importantes en las ciudades porque permiten regular el flujo de vehículos y peatones en las vías, haciendo que de esta manera se facilite el orden y la seguridad de los ciudadanos. Son aparatos que emiten señales usando luces de tres colores y que permiten conocer tanto a conductores como a peatones cuando pueden pasar o detenerse en un cruce.
Este tipo de elementos son fundamentales para la seguridad vial, previniendo las colisiones en intersecciones y cruces de caminos, así como para reducir el riesgo de accidentes, lesiones o atropellos en el tráfico. Además, también son útiles para mantener un orden adecuado del tráfico, un aspecto fundamental en áreas urbanas muy pobladas; y favorece la eficiencia del tráfico, ya que contribuyen a optimizar el flujo de vehículos para reducir lo máximo posible que se produzcan congestiones y atascos.
Por otro lado, en muchas ciudades los semáforos están programados para dar prioridad a los transportes públicos como autobuses y tranvías, de manera que fomenta el uso de los mismos, así como a los peatones, para garantizar su cruce seguro en las áreas urbanas. Asimismo, los semáforos juegan un papel clave en la accesibilidad de las ciudades para personas con movilidad reducida. Los cruces peatonales que se encuentran regulados por semáforos permiten a personas mayores o con discapacidades que puedan atravesar las calles de una forma más segura a la que tendrían que hacerlo si no hubiese este tipo de elementos de tráfico.