Ni el fútbol, ni el baloncesto, ni el tenis... el verdadero deporte nacional es el de reunirnos en torno a una mesa para degustar los mejores platos en la mejor compañía. Y qué mejor y más tradicional que una buena paella: más que un plato, un símbolo que, al igual que una gran gesta deportiva, requiere en su elaboración la máxima sensibilidad, el mejor talento y los mejores ingredientes para alcanzar la medalla de oro, tanto en el estadio como en la mesa.
Qué mejor símil ahora que estamos en puertas de los Juegos Olímpicos. El verano, las vacaciones y el mejor deporte son un contexto ideal para equiparar la preparación de un buen plato de arroz con el del deportista que aspira a lo máximo en una competición. Porque en ambos casos hay un proceso que pasa por tener un objetivo definido y una motivación que va más allá de lo evidente: superarse y alcanzar el mejor resultado posible.
En el caso del atleta hay horas y horas de entrenamiento, de estudio, análisis y de experiencia acumulada en la hoja de ruta habitual para el desarrollo de sus aptitudes. Se trata de intentar alcanzar el máximo nivel, de reducir el factor suerte y tenerlo todo controlado. En este proceso, el talento y la paciencia deben hacer el resto. Es un escenario muy similar al del cocinero, da igual que sea profesional o amateur, porque la receta a seguir –literalmente- en su labor es la misma que el atleta para ofrecer siempre el mejor sabor. Este peculiar maridaje es, precisamente, el argumento del último anuncio de Brillante Sabroz, que ha unido el mundo de las olimpiadas con el de la paella en este nuevo anuncio:
Mantenerse al llegar a la cima
Pero igual que en el mundo del deporte hay entrenadores, dentro de la cocina también se pueden encontrar aliados que nos hacen la vida más fácil. Es el caso de contar con un arroz como el Brillante Sabroz, una variedad exclusiva que, como ocurre con el arroz bomba, es capaz de absorber y acumular todo el sabor de la preparación y de alcanzar el mejor punto… y mantenerlo, ya que, como en el caso de los deportistas que triunfan, siempre se dice que es lo más complicado una vez se llega a la cima.
Porque estas características no son fruto del azar. Hay un intenso trabajo detrás del cultivo de este arroz para aunar lo mejor de la variedad bomba -grano suelto, absorción de sabor y la mejor textura- con las ventajas de Brillante, cuyos productos ofrecen una firmeza excepcional que hacen posible algo impensable con otro tipo: el poder cocinar con la antelación que se requiera sin que eso repercuta en su sabor, en su textura ni en la capacidad de sorprender a todos los comensales.
El momento decisivo
Hablamos de la preparación, de la calma que antecede al momento decisivo: en el deporte, es el instante en el que se deciden las medallas o los títulos; en la mesa, el equivalente es la hora en la que la cuchara vuelve vacía al plato. En ambos casos son décimas de segundo, no más, en las que es el instinto el que marca la diferencia entre un buen plato y un plato excelente porque, ¿acaso es lo mismo la medalla de oro y la de plata? He ahí la diferencia.
Brillante Sabroz es un alimento pero, al mismo tiempo, también es una herramienta con la que potenciar al máximo nuestras capacidades culinarias. Los maestros paelleros, tanto los profesionales como aquellos moldeados en la mejor tradición del plato más característico de nuestra cocina, son los que mejor pueden apreciar el valor de la mejor materia prima. Y es cierto que la calidad del ingrediente pide una preparación a la altura, pero precisamente esa es una de las facetas a las que esta variedad facilita la tarea. Potencia los sabores y la textura para que cuando toca el momento de encender los fogones y la suerte esté echada, todo esté a nuestro favor y alcancemos, a nuestra manera, la medalla de oro.