Corría el año 1972 cuando la villa alavesa de Laguardia asiste al nacimiento del proyecto inicial de Solar de Samaniego, amparada bajo la D.O.Ca. Rioja y respaldada por Grupo Alter (referente en la fabricación y distribución de productos farmacéuticos con más de 75 años de historia). La bodega del grupo cuenta con más de 80 hectáreas de viñedo propio donde crecen las variedades de uva con las que elaboran sus vinos en esta zona de Rioja Alavesa: Tempranillo, Graciano y Maturana tinta. Sus viñedos están repartidos por los municipios de Laguardia y Elvillar, a diferentes altitudes, orientaciones y con una interesante diversidad de suelos, lo que les permite seleccionar los ideales en función del vino que pretendan elaborar.
Los terrenos arcilloso-calcáreos de este enclave protegido por la falda sur de la Sierra de Cantabria, además de la aplicación de una viticultura sostenible y el respeto al medio ambiente, confieren a las elaboraciones de esta casa una calidad y reconocimiento excepcionales desde hace más de cinco décadas. Una política medioambiental que se sustenta en el respeto a la fauna y flora que habita en sus viñas, la recuperación de suelos y, por supuesto, políticas de control de plagas, siempre respetuosas con los ecosistemas.
En lo que a la bodega se refiere, las instalaciones que posee el grupo en Laguardia son un claro ejemplo de la arquitectura industrial de los años setenta, donde desde 2015 se acometió una importante renovación en colaboración con la Cátedra UNESCO de Paisajes Culturales y Patrimonio, que lograron integrarlas plenamente en el paisaje que las acompaña, además de renovar la zona de vinificación y crianza respetando en todo momento aquella arquitectura original por su importante valor patrimonial. Los vinos de Solar de Samaniego se elaboran principalmente en depósitos de hormigón, lo que les confiere personalidad propia, elegancia y longevidad en el tiempo.
Un espacio que pocos años después se transformaba visualmente gracias a la espectacular intervención artística del australiano Guido van Helten, responsable de convertir 7 depósitos de hormigón, de 13 metros de alto, en murales gigantes cuya obra rinde homenaje al proyecto Solar de Samaniego “Beber Entre Líneas” que fusiona las culturas del vino y la literatura. Una colaboración con la que la bodega se ha convertido en destino enoturístico de primer orden y una referencia para las experiencias relacionadas con el vino de Rioja.
En 1989 Solar de Samaniego decide establecerse en la Ribera del Duero burgalesa. A tal fin son adquiridas 100 hectáreas de viñedo de Tinta del país, principalmente, además de contar como mejorantes con las variedades francesas Merlot y Cabernet Sauvignon. Es así como comienza la historia de Bodegas Durón en el pueblo de Roa de Duero (Burgos). Allí, en pleno corazón de la denominación, la casa elabora vinos que reflejan muy bien el lugar del que proceden. Una bodega estilo château, rodeada de viñas, donde se elaboran vinos tan especiales como Durón Óptimo o el primer vino de autor de esta marca, Cueva del Raposo.
En lo que a sus ventas respecta, para el presente 2024 Juan José Alonso Vías, director comercial del grupo, se muestra optimista: “prevemos un crecimiento importante mediante el desarrollo de la exportación y de la hostelería a nivel nacional”.
Cultura y vino, dos mundos inseparables
En paralelo a la elaboración de vinos, y con la vista puesta es acercar la cultura del mismo al consumidor, en los años ochenta la firma puso en marcha la Cofradía Solar de Samaniego. Una iniciativa que nacía como un club de vinos pionero cuya filosofía era, y sigue siendo, facilitar la adquisición de todos los vinos del grupo directamente de la bodega a la casa del cofrade. Actualmente la Cofradía Solar de Samaniego cuenta con varias decenas de miles de miembros. Y es que las ventas del grupo se han concentrado, hasta 2023, en el mercado nacional y en esa venta directa, lo que además ha permitido a Solar de Samaniego conocer muy bien al consumidor de sus vinos y con ellos poder adaptarlos en base a sus opiniones y sugerencias, como bien apunta su director comercial.
Este afán de fusionar vino y cultura se refleja en el proyecto Solar de Samaniego Beber entre Líneas donde vino y literatura van de la mano. Inspirado por su histórica finca La Escobosa, propiedad vitícola desde el siglo XVII de la familia de Félix María de Samaniego, célebre escritor de fábulas y oriundo de la villa de Laguardia. Una iniciativa que ha recibido numerosos premios y reconocimientos.
Solar de Samaniego se lanza al canal on-trade
Es en este momento en el que el grupo da un paso adelante con la puesta en el mercado de una nueva gama de vinos enfocada al canal HORECA. Una nueva vía de negocio que arranca con dos tintos riojanos, un crianza y un reserva, que llevan el asesoramiento del reconocido enólogo José Hidalgo Togores. Un nuevo canal que busca acercarse a un mayor número de aficionados y que caminará junto a la Cofradía Solar de Samaniego.
Bodegas Solar de Samaniego se caracteriza por haber conservado los depósitos de hormigón típicos de los años setenta, que hoy cuentan con frío y tecnología. Esto permite a la bodega elaborar vinos con una personalidad única. La casa cuenta además con una “bodega icono” dentro de la propia bodega con depósitos de otros materiales donde se elaboran vinos especiales.
De momento, serán dos las primeras referencias que aterrizarán en algunas de las mejores cartas de vinos. Se trata de Solar de Samaniego Reserva y Solar de Samaniego Crianza , dos riojas clásicos con larga historia y miles de fieles consumidores.
Solar de Samaniego Reserva 2019 - DOCa Rioja (Rioja Alavesa)
NOTAS DE CATA: Rojo granate limpio y brillante, en nariz es un tinto expresivo cargado de matices. Notas de frutas maduras junto a sutiles recuerdos de regaliz y aromas especiados (canela y pimienta negra). En boca resulta fresco con taninos pulidos y agradables. Muy frutal y en su largo final transmite toques balsámicos y recuerdos de su crianza en roble.
Solar de Samaniego Crianza 2020 - DOCa Rioja (Rioja Alavesa)
NOTAS DE CATA: De color rojo picota con ribetes granate, en nariz resulta intenso y franco en aromas. Hay notas de fruta madura compotada, toffe y recuerdos especiados (vainilla, clavo, nuez moscada). En boca se muestra sedoso y equilibrado, con una agradable acidez que resalta su carga frutal conjugada junto a los matices de su paso por barrica en un largo postgusto.