Ana González Rueda
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El cambio climático va mucho más allá de lo que nos imaginamos. En un país vitivinícola como el nuestro, sector importante en nuestro país en sus aspectos económico, social y cultural, también está afectando al ciclo natural de las uvas y, en consecuencia, a las viñas. Afecta al proceso de maduración de la uva y la hace más vulnerable a las plagas, entre otros aspectos.

Por eso, la labor de instituciones como el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (IMIDA) es esencial. Entre sus logros obtenidos están el registro de 23 variedades de melocotones de interés comercial con mejor adaptación climática y de gran calidad gustativa, la comercialización de nuevas variedades de ciruelo desarrolladas en el marco del programa de mejora genética o 20 nuevas variedades de uva de mesa, que ya se cultivan tanto en la Región como en diversos países.

Pero de cara a que “el sector vitivinícola sea más competitivo y rentable”, tal y como explica el director del IMIDA, Andrés Martínez Bastida, nos detenemos en las cuatro nuevas variedades de uva de vinificación, tres blancas y una tinta procedentes de la Monastrell.

Estas variedades se han desarrollado ahora y tienen grandes aptitudes agronómicas y enológicas, además de ser más resistentes a las altas temperaturas y, como continúa Martínez Bastida, “supone también una contribución al fomento del desarrollo rural y paisajístico de sus zonas”.

"Variedades únicas"

Racimo de uvas 'hijas' de Monastrell y Tempranillo.

Una de estas variedades blancas es hija de Monastrell y Cabernet Sauvignon, otra es hija de Monastrell y Verdejo, y la tercera es hija de Monastrell y Tempranillo. “Variedades únicas, innovadoras y competitivas”, como define el director del IMIDA, ya que, para empezar, en la Región de Murcia no es habitual el cultivo de variedades blancas, pero estas nuevas se adaptan bien al clima cálido característico y harán que el sector sea mucho más diverso y, por tanto, aporte mayores beneficios.

Todo ello sin olvidar la diversidad y riqueza de sus aromas: los vinos de la variedad procedente de cruzar Monastrell y Cabernet Sauvignon se caracterizan por tener aroma a cítricos y a frutas tropicales, mientras que los vinos de la variedad procedente de cruzar Monastrell y Tempranillo tienen aromas más afrutados, florales y balsámicos. Finalmente, los vinos de la variedad procedente de cruzar Monastrell y Verdejo tienen matices a hierbabuena.

Encontramos también una cuarta variedad. A las tintas ya registradas por el IMIDA (Myrtia, Calnegre, Gebas, Carmolí y Quípar) se suma la hija de Monastrell y Syrah. La calidad es impecable, ya que la nueva variedad tinta se ha estudiado durante ocho años en condiciones de sequía, lo que suele producir, unido a las altas temperaturas, que la calidad fenólica y enológica de la uva disminuya, incrementándose además la acumulación de azúcares.

Esta variedad ha sido seleccionada porque en estas condiciones tan desfavorables mantiene una producción y un contenido fenólico superior al de Monastrell. Además, se vendimia a finales de agosto con un menor grado Baumé, permitiendo la elaboración de vinos con bajo grado alcohólico, lo que llegará a más personas que demandan menos alcohol.

Todavía en proyecto, el registro de las nuevas cuatro variedades tendrá lugar una vez finalizado su proceso de estudio y de examen por la Oficina Española de Variedades Vegetales. Y es que estas investigaciones forman parte de un plan estratégico de la Región de Murcia liderado por el IMDA y llevado a cabo por los equipos de Enología y Viticultura junto al equipo de Mejora Genética Molecular. Un trabajo (desde que comienzan el estudio hasta que se comercializan y producen las variedades) que puede llevar hasta 25 años.

Financiado con fondos FEDER y cofinanciadas con fondos propios de la Región, estas investigaciones se realizan con diferentes cultivos. Su desarrollo tendrá diversos beneficios para los agricultores y el sector entre los que destacan la mejora de la calidad, adaptación al cambio climático, ampliación de calendarios de cosecha con variedades tempranas y tardías, nuevas tipologías o la diversificación para el consumidor, así como una mayor resistencia a enfermedades o plagas, además de adaptarse mejor a las condiciones del suelo. Estas nuevas variedades son comercializadas a través de viveros autorizados.