En periodos de crisis económica o en tiempos inflacionistas como el actual suele repetirse con demasiada frecuencia una estrategia comercial denominada 'reduflación'. Se trata de una propuesta por parte de las empresas de alimentación, perfumería o higiene para disimular en cierta medida el encarecimiento del artículo.
Reducir el envase
Para ello, modifican la cantidad de producto que incluyen en su interior o incluso puede darse la circunstancia de que cambien el tamaño del envase. Es el caso por ejemplo, de una conocida marca de snacks, que ha optado por incluir cinco nachos menos en cada bolsa. Se tratan de alteraciones en el peso que suelen pasar inadvertidas para el consumidor. Están pagando posiblemente el mismo precio por un artículo con un peso inferior. Nos encontramos ante táctica totalmente legal, siempre que las compañías en cuestión informen de la nueva capacidad de los envases.
Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) explican que algunos fabricantes de alimentos han disminuido entre un 5 y un 10% el contenido de sus envases "para despistar a los clientes" y de esa manera enmascarar el incremento de los precios. Esta estrategia cada vez se emplea más, y no solo en el sector alimenticio, también en droguería y productos de higiene, como pueden ser champús o geles.
Hacer frente a los costes
Es la manera que tienen estas empresas de plantarle cara a la subida de los precios. Con el término 'reduflación' se pretende recoger en una sola palabra dos conceptos: reducción e inflación.
Dichas compañías también se han visto muy afectadas por el aumento de los precios. En España, el IPC subió hasta el 9,8% en marzo, que supuso el registro más elevado desde 1985. Esta tendencia se repite también en Estados Unidos y en la zona euro. En vista de eso, los fabricantes se ven en la necesidad de tomar decisiones para procurar conservar los márgenes de ganancia sin encarecer los artículos y así no perder la confianza del consumidor.
Una alternativa que se podría plantear sería la reformulación de los productos con el empleo de ingredientes más económicos, pero la opción más sencilla suele ser rebajar la cantidad de producto.
Un portavoz de la OCU desvela que 7 de los 238 productos analizados en octubre para comprobar la evolución de los precios habían optado por disminuir el tamaño. Marcas conocidas como Danone, Pescanova, Cola-Cao, Gallo, Campofrío o Tulipán habían recurrido por este método.
Son cambios que pueden pasar prácticamente desapercibidos para el consumidor que acude al supermercado. Por ejemplo, se tratan de incluir 10 gramos menos en el envase de chorizo y seguir poniéndolo en el mercado a un precio de un euro.
Medida legal
Esta modificación en el contenido y tamaño de los productos se le conoce en el mundo anglosajón como 'shrinkfaltion'. Es algo totalmente lícita, y al estar incluido dentro de la estrategia interna de cada compañía se reservan aportar detalles sobre su política de actuación.
Lo más común es que justifiquen un cambio en las cantidades pensando en el bienestar de los clientes. Ya sea para reducir calorías o simplemente una solución comercial que obedece al cambio de hábitos de los usuarios, que reclaman ese tipo de cambios.
Los expertos sostienen que esta práctica suele darse sobre todo en aquellas situaciones en las que se produce un aumento de los precios, en donde el propósito pasa por hacer menos visible al consumidor dichos incrementos. En una situación inflacionista, como en el que nos encontramos en estos instantes, el cliente tiende a castigar a esas marcas que suben los precios.
En cualquier caso, la mayor parte de usuarios no llegan a ser conscientes de esos cambios que se producen. Básicamente porque la mayor parte de las decisiones se toman en cuestión de un par de segundos. Tanto la rapidez como la inercia desempeñan una labor esencial, y el comprador no suele reparar en esas alteraciones en los envases, ya que las diferencias suelen ser mínimas.
En un brik de leche de un litro o en un refresco de dos litros es posible que no pueda llevarse a cabo dicha estrategia, pero sí que es más evidente en un envase de guacamole o de tomate frito, en donde los 220 gramos de la semana anterior pueden pasar a 200 sin que el consumidor casi no le aprecie.
Afecta a las marcas
La 'reduflación' no es un término nuevo. Además de hacer mención al tamaño de un envase de alimentación, también se suele utilizar para determinados servicios en lo que se refiere a la cantidad de las raciones. Es lo que realizan algunas empresas para poder conservar su margen de beneficios o no rebajarlos.
El caso más conocido que se recuerda es el de American Airlines. En 1987 decidió disminuir la cantidad de aceitunas que ofrecían en las comidas de sus vuelos, y aquello le permitió ahorrarse 40.000 dólares.
Reducir los tamaños tampoco resulta demasiado sencillo, ya que las compañías tienen cambiar los envases, además de adaptar las máquinas. En otras ocasiones, incluso llegan a verse envueltas en polémicas que puedan manchar la imagen de la marca. Es lo que le ocurrió en 2017 a la firma de chocolatinas . Para disminuir el peso y costes de producción optó por colocar más espacio entre los picos de chocolate, algo que indignó a sus consumidores.
Tuvieron que enfrentarse a una demanda que les obligó a rectificar y acabaron volviendo a la forma de siempre.