El Gobierno, como primera gran medida para evitar la transmisión del coronavirus, en marzo, ordenó –instado por las Autonomías– el cierre de los centros educativos. Ahora, cinco meses después, con la llegada de la segunda ola, paradójicamente, va a permitir la apertura de colegios e institutos –lo que no quiere decir que los alumnos vayan a acudir a las aulas–. De hecho, conforme pasan las horas y aumentan los contagios (más de 3.000 el viernes), crecen las voces para retrasar la vuelta presencial en beneficio de un modelo mixto, como el que pretenden llevar a cabo en Murcia y la Comunidad de Madrid.
“Lo más probable es que si abrimos los colegios con clases presenciales a primeros de septiembre, tengamos que cerrar 15 días después”, comenta a EL ESPAÑOL un influyente consejero autonómico. “Sería más prudente empezar con clases online y abrir los colegios a partir de 15 de octubre, cuando haya habido margen para que las nuevas restricciones a la movilidad den resultado”, finiquita.
En realidad, el sentir general de la comunidad educativa es que los centros no están preparados para llevar a cabo un regreso 100% presencial a poco más de dos semanas del inicio de curso (entre el 4 y el 15 de septiembre, depende de la región). Dudan, razonablemente, y así lo están haciendo saber a través de diversas plataformas ciudadanas en una semana clave para decidir cómo será el regreso a las aulas: Alejandro Tina, secretario de Educación, se reunirá con los viceconsejeros autonómicos para hablar sobre esta problemática el martes 25, y Carolina Darias e Isabel Celaá harán lo propio con los consejeros del ramo el jueves 27.
Algunas autonomías, como Madrid –que presenta su plan el martes ante la huelga convocada por los sindicatos– y Murcia, en estas reuniones, le presentarán al Gobierno un modelo mixto: los más pequeños (Infantil y Primaria) acudirán presencialmente al colegio; y los más mayores (Secundaria y Bachillerato) combinarán su asistencia con la formación digital. Canarias, a su vez, informará al Ejecutivo del retraso de las clases (entre el 9 y el 15 de septiembre) hasta que cada centro elabore su plan Covid-19 y se nombre a un responsable; y el resto de regiones optarán por la presencialidad, pero con la mano tendida por si la evolución del virus sugiriera otro tipo de inicio de curso.
El escenario, por su complejidad, exige cintura. Por eso, entre bambalinas se habla de octubre como una fecha prudencial para poder adaptar los protocolos Covid-19 en los colegios. El objetivo es que, con barrios en alerta roja (Carabanchel, Villaverde o Puente de Vallecas en Madrid) y pueblos confinados (Villamalea, por ejemplo, en Albacete), los niños no tengan que volver a sus casas 15 días después del inicio de curso y ‘ayuden’, sin voluntad, a la transmisión comunitaria del mismo.
Porque la realidad es que, a día de hoy, ni los padres ni los profesores tienen nada claro. Ni siquiera en el uso de mascarillas, donde dos comunidades (Cantabria y Murcia) han decidido que sean obligatorias para los mayores de seis años; La Rioja ha querido que sea a partir de la ESO; y Extremadura sólo en Bachillerato y FP. El resto de regiones se lo replantean, con el calendario sugiriendo mayor firmeza y, sobre todo, claridad ante los 17 protocolos autonómicos para abrir los centros.
Padres con miedo
Muchos padres, ante la incertidumbre, se han movilizado para pedir que la asistencia de sus hijos al colegio sea voluntaria a través de una iniciativa en Change.org –llevan más de 12.000 firmas acumuladas en pocos días– así como en el grupo Vuelta segura y voluntaria, en Facebook. Es el caso de Ainhoa, con dos hijos en el mismo colegio. Ella quiere que cada padre pueda elegir. “Es muy sencillo. El que pueda permitirse trabajar en casa y tener a sus niños allí que opte por la educación online; y el que no tenga más remedio, que los lleve. Así bajamos el ratio y aumentamos la distancia en clase”, explica a EL ESPAÑOL.
“A mí no me importaría que se retrasase el curso si es para que existiera mayor seguridad para nuestros niños. Es mejor perder un año de educación que una vida”, prosigue Ainhoa. Tiene claro que, en la situación actual –y con los protocolos que hay aprobados–, la situación no es segura. Ni cree ni en los ratios –ninguna comunidad los ha reducido– ni en los grupos burbuja. “Hay padres que tienen cuatro hijos en el mismo colegio y en distintas clases, ¿cómo no van a cruzarse? ¿Y qué hacemos cuando vayan los niños al baño? Es que no es realista”, explica, indignada.
Ainhoa no quiere que sus hijos pierdan el curso. Todo lo contrario: pide que exista un protocolo seguro y que se deje decidir a los padres qué hacer con sus hijos. Tiene miedo, como muchos otros. “Hay niños que han muerto, abuelos, padres… A mí esto me parece un experimento. Es muy grave. Que se encarguen de crear una opción digital buena y que nos dejen decidir”, finiquita.
Y no está sola en sus reivindicaciones. Irene, madre de un niño con autismo de 14 años, también quiere poder elegir. De hecho, se niega a llevar a su hijo. “Vivimos con mi padre de 70 años que tiene diabetes –además de otras patologías–. No quiero arriesgarme a que le pase algo a él o a mi hijo. El inicio de curso, tal y como está planteado, es una bomba de relojería”, cuenta a EL ESPAÑOL.
¿Su opción? Retrasar el inicio lo máximo posible hasta que haya seguridad. Es decir, una vacuna. “Algo de tranquilidad, en ese caso, te da. Pero, ahora mismo, es muy peligroso llevar así a los niños al colegio. Nos exponemos a algo muy grave”, finiquita.
Los profesores, a la huelga
Sin renunciar a la vuelta en las próximas semanas, los profesores también están pidiendo hacerlo con mayor seguridad. De hecho, muchos de ellos secundarán la huelga convocada en Madrid para el inicio de curso. “No puede ser que nos pidan que no salgamos de casa y al mismo tiempo vayan a meter a 25 niños en una clase, juntos y sin mascarilla. Lo que pedimos es que exista un plan para volver como lo hay en los bares, en el ocio….”, explica Sandra, afiliada a Comisiones Obreras.
Por eso, demandan un plan –que será presentado el martes por la Comunidad de Madrid– para que la vuelta al colegio sea segura. “Si al mes de abrir los colegios van a estar cerrados y nosotros vamos a estar confinados y con los hospitales colapsados… Más vale prevenir que curar”, prosigue Sandra, instando por una educación más telemática que la que hay planteada. Pero, claro, siempre que los sistemas estén adaptados para que las clases se puedan desarrollar con normalidad. “Porque, actualmente, no lo están”, denuncia.
Ante ese caos, José Luis Carretero, portavoz del grupo de docentes vulnerables, no cree que se pusiera oposición a un retraso del inicio presencial del curso escolar. “Hay muchos profesores que tienen problemas de salud. Por eso, queremos que se bajen los ratios y que, a los que tenemos algún problema, no nos den una excedencia, sino que nos den un puesto de trabajo sin peligro, o que teletrabajemos…”, explica.
“Si no hay más remedio, retrasamos el inicio presencial, pero queremos volver en una situación en la que no haya peligro ni riesgo para los padres, los alumnos y los profesores”, reclama José Luis. “Queremos volver a las aulas, pero no así. No tiene sentido volver en estas condiciones”, se sincera.