En las paredes de las redacciones americanas del siglo pasado (pongamos allá por el año 50 a. ED. –léase, antes de la Era Digital) era frecuente encontrar cartelitos con frases que destilaban sabiduría profesional. En un periódico de Washington se hizo popular la siguiente sentencia: “Si tu madre te dice que te quiere, contrástalo”.
Evidentemente, era una exageración; una provocación bien traída para fijar la atención del lector. ¿Quién podría dudar del amor por sus hijos de Madre Coraje, la heroína teatral de Bertolt Brecht, o de la abuela madre Ana García Obregón, para aproximarnos a un polémico acontecimiento de devoción materno filial?
La frase en la pared del periódico americano era un aviso a navegantes dedicados a escribir y a lanzar noticias a la sociedad. Efectivamente, en esta profesión hay que comprobarlo todo, casi obsesivamente, para evitar chascos mayúsculos o, lo que es peor, daños a personas inocentes.
En el periodismo lo más evidente y lo más extraño pueden ser mentira y verdad, respectivamente; incluso, con matices, las dos cosas a la vez. Viene esto a cuento del Máster de Periodismo de ESPAÑOL y de la Universidad Camilo José Cela, que comenzará el próximo mes de octubre y durará un año.
En el anuncio y comunicación de este novedoso Máster de Másteres se ha insistido, hasta ahora, en aspectos materiales. Sobre sus bondades y compromisos se ha resaltado que en dicho máster se cultivarán conocimientos por la vía de los hechos, que darán clases y ejercerán como tutores y mentores periodistas con currículum y dedicación, que la enseñanza en el aula de redacción se extenderá seis meses, más otros seis en el periódico EL ESPAÑOL.
También se ha hecho hincapié en algo decisivo y cargado de futuro, como las palabras de Gabriel Celaya. Porque para ser plenamente periodista se ha de poder vivir del periodismo. Hay que tener trabajo. Así EL ESPAÑOL se ha comprometido a incorporar a su plantilla, al menos, a dos de los matriculados al acabar las prácticas remuneradas y tras obtener el título propio de la Universidad Camilo José Cela.
Pero este Máster de EL ESPAÑOL, con compromiso de empleo, serviría para poco si no forma a periodistas en sus deberes profesionales con la sociedad.
Al final, todos los deberes confluyen en uno: la búsqueda de noticias ciertas, tan verdaderas como el amor de una madre.
Camilo José Cela, Nobel de Literatura en 1989, quien da nombre a la universidad asociada con EL ESPAÑOL en este Máster, escribió en 2001 un Dodecálogo de deberes de periodistas. Excesivo en todo, como escritor y como persona, no se conformó con 10 mandamientos y puso el listón en 12. El autor de La familia de Pascual Duarte, con carné de periodista, fue “el censor más censurado” de España, como decía Umbral.
Al acabar la Guerra Civil, Cela sobrevivió algún tiempo como censor (“Por la censura no iba mucho, esa es la verdad”, aseguraba él mismo) y al poco fue víctima como escritor de la censura misma. De hecho, La Colmena, editada inicialmente en Buenos Aires, no pudo publicarse en España durante varios lustros.
El dodecálogo de Camilo es una guía imprescindible para aspirantes a periodistas, para profesionales del periodismo por curtidos que estén, así como para la ciudadanía en general. El código de recomendaciones formó parte de una conferencia del Nobel en la Universidad Camilo José Cela en mayo de 2001. El dodecálogo celiano comienza así:
"El periodista debe:
- Decir lo que acontece, no lo que quiera que aconteciese o lo que imagina que aconteció.
- Decir la verdad anteponiéndola a cualquier otra consideración y recordando siempre que la mentira no es noticia y, aunque lo fuera, no es rentable.
- Ser tan objetivo como un espejo plano (...).
- Callar antes que deformar (…).
- Ser independiente en su criterio y no entrar en el juego político inmediato.
- Aspirar al entendimiento intelectual y no al presentimiento visceral de los sucesos y de las situaciones.
- Funcionar acorde con su empresa –quiere decirse con la línea editorial-, ya que un diario ha de ser una unidad de conducta y de expresión (…). Recuérdese que para exponer toda la baraja de posibles puntos de vista ya están columnas y artículos firmados (…).
- Resistir toda suerte de presiones: morales, sociales, religiosas, políticas, familiares, sindicales, etc., incluidas las de la propia empresa (…).
- Recordar en todo momento que el periodista no es eje de nada sino el eco de todo.
- Huir de la voz propia y escribir siempre con la máxima sencillez y corrección posibles y con un total respeto a la lengua (…).
- Conservar el más firme y honesto orgullo profesional a todo trance y, manteniendo siempre el debido respeto, no inclinarse ante nadie.
- No ensayar la delación, ni dar pábulo a la murmuración ni ejercitar jamás la adulación (…).
Cela, en su señalada conferencia, abunda en más consejos e insiste en el respeto a la verdad: “El sencillo e inmediato homenaje que, día a día, ha de prestarse a la verdad”. Cita a Graham Green cuando éste se dirigió con gaitas destempladas a Anthony Burgess, el famoso autor de la novela La naranja mecánica, millonariamente popular por la película. “¿Está usted mal informado o padece la torpe enfermedad del periodismo, dramatizar los sucesos en detrimento de la verdad?”.
El género de los mandamientos profesionales abunda en el periodismo. En sí mismo, constituye una buena línea pedagógica para el Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL, si bien éste será práctico del principio al final.
Es evidente que escribir correctamente, básico en la profesión periodística, así como saber expresarse delante de una cámara (otra materia del Máster), no se aprenden con decálogos. Sí, leyendo libros como Viaje a la Alcarria, el relato de Camilo José Cela con sus andanzas por Guadalajara la última semana de diciembre de 1947.
El género de viajes por las tierras de España también lo cultivaron con brillantez otros grandes periodistas escritores como Azorín (La ruta de don Quijote) o Josep Pla (Viaje en autobús). Lecturas obligatorias para creyentes en el periodismo y amantes de literatura de calidad sin artificios.
Como decíamos al principio, otro cartelito que aparecía en la puerta de una redacción, en este caso de la agencia americana United Press International (UPI), exhortaba: “Escribe para que te entienda el lechero que cada mañana te deja la botella en la puerta de tu casa”. “Recuérdese lo que quiere decir escribir bien: con sencillez, corrección y un absoluto respeto a la lengua y a la gramática que la rige y regula”, conferenciaba Camilo José Cela en 2001 en la Universidad homónima.
Otro propósito fundamental del Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL es enseñar a amar la profesión, tan denostada a veces debido al mérito y al esfuerzo de los mismos periodistas, con mala praxis y peor ejemplo.
Cela, aunque fue senador por designación real en la Legislatura Constituyente de 1977 –recuérdese su frase “Señoría, no es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo”-, no sentía el menor aprecio por los políticos y por los periodistas cuando quieren robarse el papel el uno al otro. “Cuando el periodista prueba a suplantar al político acaba falseando la realidad y cuando el político se siente periodista deviene en déspota”. Otro buen consejo para estudiantes y profesionales del periodismo.
El amor a la profesión de informar empieza por uno mismo. Lyndon B. Johnson, polémico sucesor del asesinado JFK, lo dijo de la política y de los políticos, pero sería aplicable al periodismo y a los periodistas: “No escupas en la sopa, que todos tenemos que comer”. A Cela le habría gustado la frase.