Hace un año no tenía del todo claro cuál iba a ser mi camino. Con esto no digo que ahora lo tenga todo calculado, ni mucho menos, pero hace un año dudaba más. Terminé la carrera de periodismo y... qué. Es ese momento de vorágine, de precipitarse ante la vida el que más miedo me daba.
Hace un año me surgió la oportunidad de conocer EL ESPAÑOL y comencé a plantearme realizar el máster de periodismo que inauguraban junto con la Universidad Camilo José Cela.
Desde que empezó la primera parte del máster (enfocada en aprender el día a día de una redacción y sus secciones), se fueron esclareciendo algunas dudas: supe qué secciones me interesaban más, cuáles encajaban con mi personalidad y mi carácter.
Todavía recuerdo las dudas entre la sección España, Mundo... y un día se cruzó Investigación. Jorge Calabrés vino a darnos una clase sobre esta nueva rama que nacía en el periódico, sobre lo que significaba ser un periodista de investigación y lo supe al instante.
La segunda parte del máster me lo confirmó. Entré a trabajar y desde el minuto uno Jorge Calabrés, Arturo Criado y Javier Corbacho me ayudaron a entender cómo funcionaba la sección, en qué cosas había que indagar y de qué manera se hacía.
Al aterrizar a la sección comencé con el caso Koldo. Después comenzó la investigación a Begoña Gómez, la mujer del presidente. En ese momento, pude vivir lo que es el comienzo de una investigación, buscar fuentes, recopilar información, analizarla y filtrar la que más nos pudiera interesar.
El trabajo en equipo es clave. Los temas que se publican están siempre elaborados por el equipo al completo ya que, desde el primer minuto en el que nos llega una información, dividimos el trabajo en partes y vamos aportando lo que sacamos en claro.
La redacción
Desde la séptima planta en la que se ubica el periódico EL ESPAÑOL, todo se ve diferente. Al entrar ya se puede intuir lo necesario de la colaboración entre secciones, entre personas que hablan, que gritan, que explican el porqué de los titulares.
Se reconoce, también, la risa. Es un espacio donde la más absoluta pulcritud se mezcla con el caos que supone llegar a todas partes justo en el momento en el que suceden las cosas.
Redactores y jefes se sientan en las mesas redondas y debaten la actualidad, los temas importantes, los reportajes que salen al día siguiente, y en ese caos ordenado, se va tejiendo día a día el periódico.
Entre el ir y venir de los compañeros, la sección de investigación se compone de muchas partes: hay gente de tribunales, de política, gente que cubre interior, compañeros de Invertia, y entre todos se sacan adelante las exclusivas.
La experiencia es compartida. Cuando nos reunimos para comer o para tomar algo los compañeros del máster, todos tenemos la misma sensación. Cada uno en su respectiva área de trabajo.
El día a día
Hace un año me podía imaginar muchas cosas. No sé si entre esas cosas se encontraba el ir a la universidad Complutense de Madrid a intentar conseguir que alguien nos diera información sobre el caso de Begoña Gómez, o pasar horas en Plaza Castilla esperando a que nuestras fuentes nos esclarecieran qué habían dicho los investigados por el mismo caso.
No sé, desde luego, si entre mis planes estaba asumir que la economía es algo fundamental y que leer un sumario es algo completamente necesario para el trabajo. Hace un año no sabía muchas cosas que ahora forman parte de un día a día que me hace conocer personas nuevas, historias nuevas, y sobre todo, buscar respuestas a algunas preguntas.
El periodismo, supongo, es una pregunta constante, es una duda que nunca termina de resolverse, es la inquietud por bandera y un afán por buscar algo más que un "porque yo lo digo" de esta sociedad. Ese es el trabajo.