Antonio Fernández Sánchez / Conductor
25/09/1934, CórdobaMadrid, 28/03/2020
Querido Papá,
Me parece increíble escribir estas líneas de esta manera y en este momento. Nunca pensé que tus días acabarían en la habitación de un hospital sólo, sin poder verte o estar contigo para tranquilizarte en tus últimas horas, sin haberte podido decir todo lo que sentíamos hacia ti por última vez. No ha sido posible. El maldito coronavirus no nos va a permitir velar tu cuerpo, no te pueden despedir tus amigos y familiares, tenemos que llorar y recordarte en casa, con una mezcla de tristeza, rabia e impotencia como nunca hubiera imaginado.
Incluso no podemos ir siquiera a casa de nuestra madre y darle un abrazo y consolarla en su pena tras 60 años estando junto a ti. Tenemos que esperar como poco 15 días más. No merecías en absoluto ese final... nadie lo merece.
Heredero de la Guerra Civil, tengo que reconocer que me costó muchos años entenderte, pero la experiencia adquirida en la vida y ser padre me ha ayudado mucho a poder entender que tu vida fue demasiado dura e injusta. En medio de la Guerra Civil creciste, una posguerra terrible en un pueblo de Córdoba donde el hambre y la necesidad eran enormes. Bastante hiciste con conseguir junto a mamá sacar adelante una familia de seis hijos.
Echaré de menos las doce llamadas diarias que me hacías muchos días, tu forma de hablar que nadie (ni yo, muchas veces) entendía, tus dichos que mis hijas y amigos han heredado:
- “Anda y que te coma el oso Yogui”.
- “¿Qué peli echan hoy? Dos pa´ una manta, y luego ponen La Mula Francis”.
- “¿Has hecho esto tú? No, lo ha hecho mi tía Frasquita”.
- “Fíjate si soy lento que me adelanta un sapo”.
Y así, otros tantos... Sé que estabas preocupado por mamá una vez no estuvieses, pero en eso quédate tranquilo que cuidaremos todos de ella y estará bien. Estoy seguro que ya estás con tu madre y tus hermanos Miguel y Pedro, a los que adorabas.
También sé que querías mucho a tu hermano Juan, y que la difícil vida que os tocó vivir a los dos os pasó factura después, pero ambos sois muy buenas personas y seguro que os daréis un gran abrazo el día que os volváis a encontrar.
Igualmente sé que nos volveremos a ver, pero con tu permiso dame unos cuantos años (40 o 50 como poco), para que pueda irme con la satisfacción de haber hecho todo lo posible por cuidar de mi mujer y mis hijas, al igual que has hecho tú.
Descansa en Paz, padre. Te puedo asegurar que nunca te olvidaré. Te quiero.
Por David Fernández, hijo de Antonio.
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