Feliciana Fernanda Rincón Soria / Ama de casa
9/06/1922, CuencaValladolid, 28/04/2020
Tengo tantas cosas que decirte, abuela:
Que Clara sigue bien con sus glucemias; que Mercedes es sensata y estudia; que hablo con mi madre a diario; que a mis hermanos les va bien... Tenía tanto de lo que hablarte, abuela.
Nunca te expresé lo que admiraba en ti, y estoy segura de que no lo imaginabas. ¿A que no sabías que siempre consideré un hecho insólito tu afán por que tus hijos estudiaran? Sabiendo que tú apenas sabías leer y que pasabas apuros con las letras en el oculista, que siempre trucabas la "s" por el "5".
¿A que no sabías que, pese a no haber llevado nunca pantalones, yo veo en ti una defensora de la igualdad de oportunidades? Bastaba ver tu cara orgullosa, cuando, esposa de chófer, veías conducir a una de tus nietas.
Abuela, abuela, ¿a que no sabías que siempre te consideré moderna? Como cuando viniste a pasar unos días con Jesús y conmigo: todavía no estábamos casados, y eso era “pecado”.
¿Abuela, a que no sabías que te quiero mucho? Eso es normal, porque yo no te lo dije. Y tú a mí sí. Porque sabías que era tu despedida. Y yo no me despedí. Cuánto lo siento, abuela.
Descansa en paz y di a Luci que te lea esto. A él también le gustaba escribir. Y sed muy felices juntos, en el cielo.
Por Leticia Segoviano Galindo, nieta de Feliciana
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