San Sebastián fue un soldado del ejército romano del emeprador Diocleciano durante el siglo III. Nunca participó en ningún sacrificio pagano por considerarlos indebidos. Y porque él era cristiano. Sus méritos le llevaron a ascender dentro del ejército hasta alcanzar el rango de jefe de la primera cohorte de la guardia pretoriana imperial.
Tras ser descubierto, fue obligado a elegir entre su profesión y su creencia. Sebastián, se mantuvo firme en su fe, por lo que fue condenado a morir atado en un poste en el estadio, acribillado a flechazos. Sorprendentemente, consiguió sobrevivir con los cuidados de amigos.
Repuesto de sus heridas en casa de de una noble cristiana llamada Irene, se presentó ante el emperador y le recriminó su conducta hacia los cristianos. Condenado de nuevo a morir azotado en el año 288, esta vez sí consiguieron acabar con su vida. Después de que arrojasen su cadáver en un lodazal, los cristianos enterraron su cuerpo en la catacumba que lleva su nombre.
Numerosos santos son conmemorados por su fuerte compromiso con Dios, y el de San Sebastián no es el único caso que se conmemora el 20 de enero:
- San Fabián
- San Ascla de Antinoe
- San Enrique, obispo y mártir
- San Esteban Min Kuk-ka
- Santa Eustoquia Calafato
- San Eutimio Abad
- San Neófito de Nicea
- San Wulfstano de Worchester