La fiesta de hoy fue instituida por el Papa Pío XII, en 1955 para venerar a María como Reina igual que se hace con su Hijo, Cristo Rey, al final del año litúrgico. A ella le corresponde no sólo por naturaleza, sino por mérito el título de Reina Madre.
María fue elevada sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por su divino hijo.Fue elegida para ser Madre de Dios y ella, sin dudar un momento, aceptó con alegría. Por esta razón, alcanza tales alturas de gloria. Nadie se le puede comparar ni en virtud ni en méritos. A ella le pertenece la corona del cielo y de la tierra.
A María se le representa sentada en el cielo, coronada por toda la eternidad, en un trono junto a su hijo. Tiene, entre todos los santos, el mayor poder de intercesión ante su hijo por ser la que más cerca está de él.
La Iglesia la proclama señora y reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las vírgenes. Es reina del cielo y de la tierra, gloriosa y digna reina del Universo, a quien se puede invocar día y noche, no sólo con el dulce nombre de madre, sino también con el de reina, como la saludan en el cielo con alegría y amor los ángeles y todos los santos.
La realeza de María no es un dogma de fe, pero es una verdad del cristianismo. Esta fiesta se celebra, no para introducir novedad alguna, sino para que brille a los ojos del mundo una verdad capaz de traer remedio a sus males.
Este y otros santos son celebrados durante el 22 de agosto:
San Fabricio de Toledo
San Felipe Benizio
San Filiberto de Toledo
San Juan Kemble
San Juan Wall
San Simfoniano
San Timoteo de Roma
Beato Bernardo Peroni
Beato Elías Leymarie de Laroche
Beato Jacobo Bianconi
Beato Simeón Lukac
Beato Timoteo de Montículo
Beato Tomás Percy